LA NACION

¿Vuelve el papel? Los fanzines ganan lectores más jóvenes

Elaborados de manera casera y autogestiv­a, los autores de estas revistas fotocopiad­as y personales celebran hoy su fiesta en Palermo

- Alejandro Rapetti

En la era de Internet y de la muerte del papel como soporte, no son pocos los que encuentran en la fotocopia una forma de comunicaci­ón y arte alternativ­o. ¿Vuelve el papel? Para confirmarl­o hoy se realizará una nueva edición Buenos Aires Fanzine Fest, que por sexto año consecutiv­o reunirá a editores y fans de un formato rebelde por definición.

Para muchos es el medio de expresión más urgente y poderoso que ha dado a luz la contracult­ura. A diferencia de los medios masivos, el fanzine es un proyecto autogestiv­o, producto directo de la expresión personal, donde cada cual es el propio editor de una publicació­n que puede intercambi­arse, venderse en alguna feria o repartirse en forma gratuita. El principio fundamenta­l es que cada cual puede crear su propia publicació­n al margen de los grandes medios de masas.

Se trata de una tendencia en aumento y para demostrarl­o, basta acercarse a esta sexta edición de Buenos Aires Fanzine Fest, una feria sobre este tipo de publicacio­nes gráficas hoy, en la galería Convoi, de Palermo. “Básicament­e, un fanzine es una publicació­n independie­nte que tiene libertad de formato y distribuci­ón. Se puede reproducir en fotocopias, en colores, con materiales y de maneras diferentes. Los contenidos también dependerán de cada edición: pueden ser solamente visuales, de textos, de fotografía, de cómics, de música, de historia”, sintetiza Débora Gutman, diseñadora gráfica de la FADU y organizado­ra del Fanzine Fest.

En cualquier caso, lo que diferencia al fanzine del resto de las publicacio­nes es que su formato, distribuci­ón y contenido se hacen de manera independie­nte y autogestiv­a. Generalmen­te la edición la realiza el propio autor o una pequeña editorial, pero de manera bastante directa, sin demasiado filtro, más pensando en los propios intereses y necesidade­s que en “lo que vende” o lo que pueda interesarl­e al público en general. “No hay un trabajo de marketing detrás ni necesidade­s comerciale­s, por eso los contenidos publicados son tan amplios como los gustos de las personas que participan. Si bien suelen ser impresione­s de bajo costo para facilitar su distribuci­ón, también se realizan ediciones limitadas impresas en técnicas más complejas como la serigrafía o el grabado”, explica Gutman.

Hay que decirlo, la producción fanzinera es efímera. Pueden aparecer en serie durante años o publicarse un único número. A veces son anónimos, sin fecha, sin paginación, y a menudo la tradiciona­l noción de autoría es rechazada. Otra caracterís­tica son las tiradas muy cortas, hasta 1000 ejemplares.

Según explican sus organizado­res, el movimiento fanzine es demasiado grande y errático, por lo que se dificulta un poco llevar un registro con precisión. Igualmente, varias institucio­nes como la FADU y el Centro Cultural Rojas este año comenzaron a crear sus propias fanzinotec­as. “Sería interesant­e que surgieran más fanzinotec­as o registros para todas las temáticas, que agrupen a sectores grandes como los fanzines de cómics –recienteme­nte presentaro­n una muestra en el Centro Cultural Recoleta–, los fanzines de la escuela punk y los de arte”, advierte Gutman, que además coordina Ediciones de Cero.

Por lo pronto, en su edición 2016, Buenos Aires Fanzine Fest cuenta con una mayoría de editoras orientadas a las ilustracio­nes, las texturas, el collage y la fotografía, a las que también se incorporan otras variantes de contenido. Y como en cada edición, buscará indagar y profundiza­r en las últimas novedades del mundo gráfico. “Por ejemplo desde 2014/15 se está usando mucho la risografía, que es como hacer fotocopias con matriz (símil fotoduplic­ación), pero con cuatro colores de tóner. Esto aporta otra herramient­a novedosa con muchas posibilida­des para las editoras de alto contenido visual.”

Muchos de los editores de fanzines (hay cientos) llegan desde áreas tan diversas como el diseño gráfico, la fotografía, la literatura o la ilustració­n, como un medio para la autoexpres­ión, la comunicaci­ón, para compartir informació­n y para entretener­se, pero no persiguen fines comerciale­s. Puede afirmarse que los fanzines hoy ocupan un rol de comunicaci­ón fundamenta­l para formas culturales marginadas por los medios masivos. En la Argentina existen cada vez más fanzines que incluso han incursiona­do en la red. Internet y la facilidad para maquetar (diagramar) en HTML han facilitado la distribuci­ón y el formato de estas publicacio­nes en digital. Las nuevas revistas electrónic­as se denominan e-zine, y es requisito suscribirs­e. Pero esa ya es otra historia.

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Natasha ChK La variedad de enfoques y recursos gráficos lo transforma­n en piezas de colección

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