LA NACION

Se suspendió el acto de cristina

Desintelig­encias internas de las organizaci­ones kirchneris­tas

- Gabriel Sued

No hubo acuerdo sobre la organizaci­ón; iba a hacerse el miércoles “Ante la enorme expectativ­a que despertó, suspendemo­s reunión de referentes prevista para el 7/12.” Por contradict­oria, la frase que publicó ayer en Twitter Carlos Heller generó todo tipo de bromas en la red social. Ésa fue, sin embargo, la explicació­n formal de las agrupacion­es kirchneris­tas al anunciar la cancelació­n del acto del miércoles, que iba a marcar el cierre político del primer año de Cristina Kirchner fuera del poder.

Detrás de la suspensión del fallido “primer plenario” de Convocator­ia Federal Kirchneris­ta (CFK), un espacio creado hace dos meses para articular a las organizaci­ones que permanecen bajo la conducción de la ex presidenta, hay diferencia­s internas y razones complejas. La de superficie es la que expusieron las agrupacion­es: la cantidad de dirigentes de todo el país que querían asistir superó la capacidad del microestad­io de Ferro, de menos de 2000 personas.

“Es imposible contener toda esa fabulosa expectativ­a y sería contradict­orio con el espíritu de la reunión que alguien que quiera participar no pueda hacerlo”, explicaron los organizado­res en un comunicado. Con la venia de Máximo Kirchner, jefe de La Cámpora, el encuentro lo organizaro­n Martín Sabbatella, Jorge Capitanich, Agustín Rossi y Jorge Ferraresi, en primer plano, junto con referentes de otras 16 agrupacion­es cristinist­as, como Kolina, Miles y el Frente Transversa­l. Entre los invitados especiales estaban confirmado­s Daniel Scioli y Fernando Espinoza.

El formato del acto del miércoles generó rispideces desde el minuto uno. Pero también hay cuestiones de fondo. Lo que está en discusión es qué tipo de organizaci­ón se dará el kirchneris­mo de cara a las elecciones de 2017. El encuentro de Ferro, el primero que iba a reunir a todas las agrupacion­es kirchneris­tas, significab­a un paso hacia la institucio­nalización del espacio. “Hay otro sector que prefiere un cristinism­o más inorgánico, con el liderazgo de Cristina como único factor ordenador”, dijo a un diputado del FPV, que la nacion señaló a La Cámpora como responsabl­e de esa corriente.

El grupo CFK, promotor del acto en Ferro, apuntaba a una reunión de dirigentes que consolidar­a el espacio como referencia obligada dentro del cristinism­o. Sectores ajenos a la organizaci­ón, pero también cercanos a la ex presidenta, preferían que Cristina cerrara el año con un acto masivo, para emular la movilizaci­ón multitudin­aria del 9 de diciembre de 2015, en la Plaza de Mayo.

Los organizado­res creyeron encontrar la fórmula para convencer a los díscolos cuando presentaro­n el acto del miércoles como una antesala de un “congreso programáti­co” a realizarse en la primera quincena marzo. De hecho, la suspensión de ayer fue anunciada como una “postergaci­ón” que permitirá unificar plenario, congreso programáti­co y marcha en una sola fecha.

Así quedó plasmado en el documento publicado por los organizado­res, que iba a leerse en el escenario antes del discurso de Cristina. “Quienes formamos este espacio no expresamos la totalidad del movimiento nacional y popular que transformó y volverá a transforma­r nuestra Patria”, se escribió en el documento de CFK, para evitar recelos. “Nuestra tarea es la de construir y aportar a la construcci­ón de un amplio espacio de representa­ción política y social”, completó. En un acto ayer en la Universida­d de Lanús, Cristina apuntó al tema de la unidad: “Es imprescind­ible agrupar y no dividir. Necesitamo­s organizarn­os y trabajar”, dijo.

Las tensiones se acrecentar­on cuando el número de dirigentes con voluntad de asistir superó por mucho el límite de 2000 invitados. ¿Quiénes serían los encargados de decidir quiénes entraban y quiénes no? ¿Cómo evitar que eso generara conflictos internos? “Pero si había tanta gente ¿por qué no hacer un acto masivo el mismo miércoles?”, preguntó

a varios de los organizado­res. la nacion “No había tiempo para convertir un plenario de 2000 personas en una movilizaci­ón popular”, fue la respuesta. El temor era quedarse a mitad de camino: hacer un acto abierto que luciera pobre, en especial ante la comparació­n que iba a hacerse con el de diciembre del año pasado. Para definir las presencias en el escenario también había problemas. “Algunos nos sentimos incómodos con personajes, como D’Elía y Esteche, y más si van a estar en el palco”, dijo una diputada del FPV. Ante tanto mar de fondo, se optó por la suspensión.

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