La informalidad de Trump con otros líderes desconcierta a la diplomacia
ee.UU. Mantuvo charlas telefónicas con excesiva espontaneidad y hasta invitó a Washington a un controvertido presidente como el filipino Rodrigo Duterte; la Casa Blanca le ofreció ayuda
WASHINGTON.– Es un mundo complicado el que heredó Donald Trump luego de ganar las elecciones norteamericanas, el mes pasado. Y eso incluso antes de una serie de llamados telefónicos excesivamente espontáneos que les hizo a mandatarios de otros países y que dejó atónitos a diplomáticos locales y extranjeros.
En esos llamados, por ejemplo, Trump expresó su admiración por uno de los más perdurables déspotas del mundo, el presidente de Kazajistán, Nursultán Nazarbáyev, y manifestó su deseo de visitar un país como Pakistán, del que el Barack Obama mantuvo distancia.
Trump le dijo a la primera ministra británica, Theresa May, que si llegara a ir a los Estados Unidos le avise, una invitación como al pasar que sólo llegó después de que ya había llamado a otros nueve líderes mundiales. No conforme con eso, más tarde afirmó por Twitter que Gran Bretaña debería nombrar al líder antiinmigración Nigel Farage como embajador en Washington.
Los intercambios sin filtro de Trump concentraron la atención internacional desde su elección, en especial durante su encuentro con el primer ministro japonés, Shinzo Abe, cuando en la sala sólo había un solo estadounidense más, su hija Ivanka. Soslayó así la práctica habitual de hablar exclusivamente de los temas aprobados por el Departamento de Estado.
Antes de asumir la presidencia, Trump incluso se arriesgó a abrir una importante disputa diplomática con China: anteayer levantó el teléfono para llamar a Tsai Ing-wen, presidenta de Taiwán, un gesto cuyas intenciones no están claras. Lo que es evidente es que el magnate se arriesga a enfurecer a Pekín, ya que este país lleva años en disputa con Taiwán por su soberanía.
Los tuits de Trump sobre su conversación no hicieron otra cosa que echar más leña al fuego: “Es interesante ver cómo los Estados Unidos vende equipamiento militar aTaiwán por miles de millones de dólares, pero yo no debería aceptar una llamada para felicitarme”. También mantuvo una conversación con el controvertido y excéntrico presidente filipino, Rodrigo Duterte. ¿De qué hablaron durante los siete minutos que duró su charla? No se sabe, pero sí que la conversación fue “animada”. Así lo declaró un asesor del filipino.
El jueves pasado, la Casa Blanca decidió intervenir con el ofrecimiento de ayuda profesional. El vocero Josh Earnest alentó al presidente electo a aceptar la ayuda de los planificadores políticos y los diplomáticos del Departamento de Estado a la hora de planear y llevar a cabo sus encuentros con mandatarios extranjeros.
“Obama sacó mucho provecho del consejo y asesoramiento que le brindaron quienes trabajan en el Departamento de Estado”, dijo Earnest. “Estoy seguro de que cuando el presidente electo asuma su cargo, esos mismos funcionarios están listos para ofrecerle su ayuda para manejar los asuntos de Estados Unidos en el exterior. Esperemos que acepte esa ayuda”, señaló Earnest.
Un vocero del Departamento de Estado, John Kirby, dijo que su oficina estaba ayudando “a facilitar y ayudar con esos llamados en la medida en que se lo solicitan”.
La conversación de Trump con el primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, fue la que generó más ansiedad. En palabras del propio Earnest, las relaciones entre Paquistán y Estados Unidos “son bastante complicadas”, ya que mantienen discusiones sobre temas que van del antiterrorismo a la proliferación de armas nucleares.
En una interpretación notablemente cándida del intercambio telefónico, el gobierno paquistaní dijo que Trump le había dicho a Sharif que era “un tipo genial” que lo hacía sentir como si hablase con alguien a quien conoce de toda la vida. El republicano además habría descrito a los paquistaníes como “uno de los pueblos más inteligentes del mundo”, y cuando Sharif lo invitó a visitar Paquistán, el presidente electo respondió que le encantaría “ir a ese país fantástico de fantástica gente”.
El tono despreocupado de la conversación dejó atónitos a los diplomáticos de Washington, y al principio algunos incluso pensaron que lo estaban parodiando, sobre todo cuando Trump se ofreció a “cumplir el rol que quieran que cumpla para encontrar soluciones a los problemas de su país”.
En la India, algunos lo interpretaron como un ofrecimiento de los Estados Unidos a mediar en la disputa que mantienen con Pakistán en la conflictiva región de Cachemira, algo que los paquistaníes esperan desde hace mucho y los indios resisten desde siempre.
“Con esa actitud tan campechana está alentando a la gente a no tomarlo en serio”, dice Daniel F. Feldman, ex representante especial ante Afganistán y Pakistán. “Es peor que un elefante en un bazar: es un elefante en un bazar nuclear.”