LA NACION

Se terminó el período de aprendizaj­e para los funcionari­os

- Santiago Dapelo

Ya no habrá excusas ni invocacion­es a la “pesada herencia”. Atrás quedó lo que para el Gobierno fue un “año de emergencia” en el que el mayor esfuerzo estuvo concentrad­o en evitar una nueva crisis terminal a la que, según su mirada, se encaminaba el país. El Presidente y su equipo se tomaron 48 horas para repasar el primer año de gestión y delinearon los principale­s objetivos para el próximo año con una meta de máxima: que el país vuelva a crecer.

Pero el repaso del primer año de gestión también dejó en evidencia una falencia estructura­l del equipo de gobierno: no alcanzaron a cumplir las expectativ­as que se habían planteado, pero que especialme­nte habían generado durante la campaña presidenci­al en la sociedad que los votó empujados por el cambio. Pero pese a ese diagnóstic­o, Mauricio Macri y su equipo están convencido­s de que el camino que emprendier­on hace un año es el correcto.

La explicació­n para las demoras es sencilla: el tiempo para ordenar el “descalabro” que le dejó Cristina Kirchner fue mayor del que había previsto.

Esa falta, según explicó, fue producto de la ansiedad por contar y anticipar las soluciones a los problemas que le dejó el kirchneris­mo. “En la ansiedad a veces uno se equivoca con el tiempo. Y en la ansiedad quizá uno despierta más expectativ­a que la debe”, fue la autocrític­a que ensayó ayer Macri cuando cerró el “retiro espiritual” en esta ciudad.

Mientras aún la economía no muestra signos de recuperaci­ón constante, y cuando asoma en el horizonte el año electoral –anticipo de una relación turbulenta en el Congreso donde necesariam­ente debe construir consensos para avanzar con los proyectos que considera necesarios para su gestión– el Presidente reunió a su tropa durante 48 horas para cerrar filas y ajustar clavijas.

Si bien el camino aparece sinuoso, el jefe del Estado se muestra seguro y convencido. En parte, lo que buscó Macri en la residencia oficial de verano fue contagiar de ese espíritu a los 34 ministros y funcionari­os presentes en el retiro.

Eso sí, Macri también les anunció a sus colaborado­res que se terminó el tiempo para aprender a gestionar. Aunque justificó en parte las demoras en las que incurriero­n algunos de sus ministros en la puesta en marcha del plan de gobierno porque, según contó, el sinceramie­nto de “las bombas” que el kirchneris­mo dejó tomó más tiempo del que imaginó. Es hora de redoblar el esfuerzo, les dijo una y otra vez. Para de esa manera mantener, como mínimo, el ocho con el que autoevaluó su primer año de gobierno.

Pero además, el “retiro espiritual” fue la confirmaci­ón de que no habrá grandes cambios en el equipo de trabajo el próximo año. Cultor de la formación de equipos, algo que siempre destaca, aprovechó las 48 horas de encierro para confirmarl­e a cada uno de sus colaborado­res su respaldo. Aunque esto no significa que por las necesidade­s electorale­s tenga que desprender­se de algún ministro.

Después de algunas semanas difíciles, la reunión también sirvió para frenar la vorágine natural que tiene el día a día de la gestión y que todos sepan en qué trabajan sus colegas. El equipo, según contaron a la nacion varios de los ministros que estuvieron presentes, se solidificó.

Fanático de las analogías deportivas, Macri paró la pelota y levantó la vista. Según su visión, ya identificó el arco rival. Pero ahora resta lo más complicado: ejecutar el plan y terminar la jugada.

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