Ensayo sobre género y clase
Elsa Drucaroff ha venido cumpliendo un objetivo central –aunque poco usual– para cualquier intelectual: construir una mirada propia. Ya sea como ensayista, crítica literaria, narradora o activista –y en cada una de las superposiciones habilitadas por ese listado– lo hizo siempre a través de una serie de diálogos con un arco de voces extremadamente diverso, sin temerle nunca a la confrontación.
En 2011 Drucaroff publicó Los prisioneros de la torre. Política, relatos y jóvenes, un exhaustivo análisis crítico de la literatura argentina más reciente. Otro logos. Signos, discursos y política desarrolla los conceptos sustanciales que ayudaron a iluminar el corpus de aquel trabajo. Lo primero que llama la atención del volumen es que logra generar un ensayo eminentemente teórico, sostenido por una bella retórica, a la vez que, en una operación arriesgada, desarma y pone en discusión los conceptos que sirvieron para aquel análisis.
La autora sugiere la existencia de dos categorías a partir de las cuales reflejar los discursos sociales, que nunca deben ser confundidas entre sí, aun cuando se entrecrucen: el Orden de Géneros y el Orden de Clases. Es en esos dos órdenes, dice, donde puede reducirse –pero no por ello simplificarse– un grupo extenso de conflictividades que nunca aspira a ser totalizante. No es que, aclara, no existan lógicas específicas en otros modos de discriminación, como por ejemplo la racial, sino que es en aquellas dos matrices donde es posible encontrar lógicas claramente distintivas. Según la autora, resulta necesario construir “otro logos” de características radicalmente anticapitalistas y antipatriarcales, que, además, deberá mostrar la compleja relación entre lo semiótico (vale decir, el discurso) y lo no semiótico (lo real o material), instancia que muchas de las perspectivas hoy en boga, subraya, tienden a olvidar.
Drucaroff no es ciertamente la primera en poner en discusión el modo en que clase y género se cruzan, tensionan, colisionan o dialogan a la hora de hacer y reflejar lo político. Tampoco es la primera en señalar la necesidad de volver la atención sobre la dimensión concreta de, por ejemplo, lo corporal desde una perspectiva no esencialista. Pero lo hace de un modo que implica no sólo correr bienvenidos riesgos, sino además anclar sus consecuencias en el orden político actual.
Una de las grandes virtudes de Otro logos es que deja abierta a cada paso la posibilidad de que no se acuerde con los argumentos. Así, al mostrar en detalle la secuencia de su pensamiento, Drucaroff pone al lector en un alerta permanente sobre sus propios preconceptos. Es esa dinámica infrecuente de interpelación la que torna tan especial el libro.