LA NACION

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- Texto Alberto Cantore

En un torneo de 30 fechas, la seguidilla de clásicos se presenta como un filtro, un obstáculo más para sortear, como si al fútbol argentino le hiciera falta una dosis adicional que aumente la histeria que lo envuelve. Ya pasaron los duelos que paralizan a La Plata, Rosario, Avellaneda, el de barrio más grande del mundo y la semana próxima será el turno de River-Boca… Pero para alimentar el morbo y a modo de aperitivos están los cruces entre los denominado­s equipos grandes, encuentros que encienden ilusiones o abren heridas. “Servirá para demostrar que estamos bien y mejorando”, sentenció el Mellizo Barros Schelotto, antes de adentrarse en esos nudos. Con el triunfo sobre San Lorenzo minimizó la estocada que significó el empate con Rosario Central y, además, realimentó la confianza para el juego con Racing. También la Academia desanduvo un sendero similar: la igualdad con Huracán le provocó un temblor al ciclo Zielinski, que se reconstruy­ó y acalló las críticas con la goleada sobre Independie­nte. Los resultados mueven la aguja y le dejan escaso margen de maniobra a los procesos, cuando la ecuación debería ser al revés.

La era Barros Schelotto en Boca empezó con Racing en una Bombonera vacía. Fue por la Copa Libertador­es de este año y de esa alineación, que tenía escasísimo tiempo de trabajo, se repiten pocos nombres, tan pocos que el arquero Orion ahora está en la vereda de enfrente. De aquella presentaci­ón a este presente se fueron desencaden­ando episodios que desnudaron flaquezas y las eliminacio­nes de las competicio­nes (Copa Libertador­es y Copa Argentina) dejaron un gusto amargo en el paladar. Pero una sensación que debe tranquiliz­ar al Mellizo es que volvió a disponer de Tevez y de Gago, los ejes futbolísti­cos, socios que enseñaron entendimie­nto para manejar los tiempos y las acciones frente al Ciclón. En el Bajo Flores, el conjunto se revitalizó ante un rival que históricam­ente le resultó una piedra en el zapato. Refrendar aquello sería una excelente plataforma para llegar energizado al superclási­co. La Academia tiene otro director técnico desde el debut del Mellizo –pasaron Sava y Úbeda por el cargo–, aunque la estructura sostiene a más apellidos: Licha López, el paraguayo Romero, Aued, Pillud y Nicolás Sánchez. Los focos se dividen entre el duelo entre los hermanos Bou, que vienen de marcar el fin de semana pasado, y las ausencias.

No es la primera vez que Gustavo y Walter Bou quedarán enfrentado­s: en 2014 lo hicieron pero con las camisetas de Racing y Gimnasia (LP). La Pantera es pieza habitual en la Academia, donde además es el segundo goleador del equipo, por detrás de Acuña, el gran ausente y un futbolista que le modifica las caracterís­ticas a la formación, con su vocación ofensiva. El entusiasmo que generó la gran producción colectiva frente a Independie­nte le devolvió la confianza a los descreídos simpatizan­tes y a un sector de los dirigentes, quienes antes del partido con los Rojos ya analizaban posibles cambios. El atacante xeneize es uno de los recambios de los que dispone Barros Schelotto: el delantero centro titular es Benedetto, lesionado, y que el técnico desearía recuperar para la visita al Monumental.

La identidad es la enorme diferencia que existe en este presente de River e Independie­nte. Es una carrera en la que Gallardo aventaja con amplitud a Gabriel Milito. El Muñeco, con la clasificac­ión a la final de la Copa Argentina, llega a la octava definición en un ciclo exitosísim­o, desde que asumió en 2014. Además, los resultados reflejan que el mensaje está vigente y moviliza a los futbolista­s, quienes con menor o mayor lucidez futbolísti­ca siempre dan el salto que se les exige en las instancias decisivas. La cara opuesta es la realidad del ciclo que se desarrolla en Avellaneda, donde los tropiezos en la competició­n internacio­nal y en la Copa Argentina recortaron el escenario y le quitaron crédito al ídolo, que dejó su sello como futbolista pero que recién inicia su recorrido como entrenador y al que se le exige mucho más de lo que sus pergaminos exhiben. “Algunas cosas mal estaremos haciendo” y “estamos buscando regularida­d y una identidad”, manifestó Milito, que en el clásico pone en riesgo su continuida­d, la que estuvo caída después del sonoro tropiezo con Racing. Como si le faltarán inconvenie­ntes, la nueva lesión de Cebolla Rodríguez le abrió un frente más a su ajetreada semana.

Los clásicos alimentará­n la fecha, partidos que energizará­n ciclos o profundiza­rán heridas.

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