LA NACION

belgrano es un club que está muy unido

- Texto Agustín Monguillot | Foto Mauro Alfieri

El sol empieza a esconderse en Virrey del Pino 3456. “¡¡¡Bienvenido­s Campeones!!!”, anuncia un pasacalle colgado en la entrada. Es un anticipo de lo que se vive dentro del club: de alguna manera, Belgrano Athletic sigue de festejo tras su consagraci­ón en el URBA Top 14 después de 48 años. Una celebració­n que se extiende por todo el club como una gran familia, donde el sentido de pertenenci­a y la pasión por el rugby se transmiten de generación en generación. Si se trata de legados, el apellido Rosati representa ese sentir a la perfección. De Hugo, goleador del que había sido el último equipo campeón, a Matías, uno de los mejores en la historia del club. Y de Matías a Tomás, el capitán de este Belgrano que llegó a lo más alto del rugby de Buenos Aires. “Esto fue tremendame­nte más fuerte que lo del 68 por la euforia que había”, dice Hugo. Sentados en la tradiciona­l platea cubierta que da a la cancha 1, abuelo, padre e hijo reciben a para explicar este lazo que los une la nacion más allá de lo familiar. Los acompaña una invitada especial: la copa de campeón.

–Volvamos a ese día tan especial, de la victoria consagrato­ria por 25-10 ante Hindú. ¿Cuándo se sintieron campeones?

– Tomás: Hay una pelota que pesca Figazza (Tomás Arizaga) cuando faltaban cuatro minutos. Pedía tranquilid­ad, pero sabía que éramos campeones. Los chicos me preguntaba­n qué jugada íbamos a hacer y lo único que hacía era sonreír y disfrutar el momento.

–No existen muchos casos de tres generacion­es jugando en Primera. ¿Qué significa para ustedes?

–Hugo: Representa lo que es el rugby y una familia llevando una misma bandera. Yo hice fuerza porque Matías se fue a vivir al Tigre, pero él se entrenaba y lo llevaba a Tomi para que empezara a caminar en el rugby. –Matías: Más que un esfuerzo, ver a mis hijos con la camiseta de Belgrano es un disfrute enorme. Estaba orgulloso de que mi viejo era el último campeón y ahora tengo un hijo campeón. Estar en esta posición me encanta. Si hay que proyectar un XV histórico de Belgrano no faltaría un Rosati. Según Fernando Vilar Rousseaux, un socio entusiasta que recopila las estadístic­as más interesant­es del club, Hugo Rosati jugó 13 tempora- das en Primera, principalm­ente de fullback, donde marcó 415 puntos en 128 partidos. “Era un jugador mediocre, me encantaba atacar y era pateador a los palos”, se describe. ¿Mediocre? Fue el goleador del campeonato de 1968, con 63 puntos, y hasta vistió la camiseta del selecciona­do argentino en un partido ante Irlanda. Con 1131 puntos, Matías fue el máximo goleador en la historia de Belgrano hasta el año pasado. Lo pasó Agustín López Isnardi, compañero de Tomás. “Lo que más me acuerdo es de entrar en la cancha y llevarle la arena. Metía bastantes a diferencia mía (risas). Tengo varios recuerdos, algunos peleándose. Era bastante cabrón”, recuerda Tomás, que hace estallar a su papá. “¡En el único partido que fui capitán me expulsaron!”, responde, tentado. Tomás siguió los pasos de su papá y desde chico asomó como un talentoso apertura en la categoría 89. Con Tomás Cubelli formaron una pareja de medios que brilló en los Pumitas, en Argentina XV y en la Primera de Belgrano, hasta que el medio scrum de los Pumas quedó afectado al Pladar y Tomás no volvió a ser convocado. Esta temporada fue el capitán del Marrón en el Top 14 por la lesión de Francisco Cubelli y jugó todos los partidos. “Yo tuve mi despegue a los 27 años y a Tomi lo veo exactament­e igual. Está muy sólido, sabe levantar la cabeza, ver la cancha y planear el partido. También me deslumbró cómo defendió en los últimos partidos”, analiza Hugo.

–¿Qué similitude­s encontrás con el equipo del 68?

–Hugo: Que en el 68 nuestro pack de forwards fue el mejor del campeonato y este año también. Las técnicas han cambiado de sobremaner­a: este Belgrano tiene un pack que demuele al contrario, que juega el maul tremendame­nte bien y es casi imposible de contener dentro de las 10 yardas. Nosotros teníamos mucha obtención de pelota y jugábamos más abierto con los backs, pero en defensa son superiores.

–Belgrano empezó a ser protagonis­ta con la llegada de Alejandro Conti. ¿Por qué hacen el click esta temporada?

–Tomás: Fue bastante progresivo. El Gordo Conti (NdeR: se fue en 2015, tras 10 años) nos ordenó e hizo volver al abecé, a las cosas básicas dentro y fuera de la cancha. Los tres Gradin (Lucho, Panchito y Diego) y el Gordo fueron importante­s, pero la pieza fundamenta­l fue Willy (Guillermo Tramezzani, el entrenador principal). Al plantel le costó al principio, pero hicimos el clic cuando sentimos que tiramos para el mismo lado y estábamos de acuerdo con lo que él transmitía, pensaba y cómo quería que jugáramos.

–Detrás de la copa ganada hay una estructura consolidad­a en todas sus formas...

–Hugo: El club está muy fuerte, ordenado en todos los aspectos. La renovación de los dirigentes sigue un criterio que no es personalis­ta, sino de grupo. –Matías: No hay individual­ismos y nadie quiere sobresalir. Los que están dirigiendo armaron un equipo fuerte y sólido. Tanto Sebastián Carroll (presidente de club) como Sebastián Ruiz convocaron a muchas personas para que ayuden y la verdad que el club está muy unido.

–¿Qué sigue ahora, Tomás?

–El casamiento (se ríe). Nos sacamos una mochila muy pesada, pero nuestro objetivo pasa por seguir mejorando todas las semanas. y todos somos consciente­s que la humildad y laburar como grupo fue lo que nos llevó hasta acá. Tenemos que seguir en este camino y disfrutar del club, la familia y los amigos, que es lo más lindo de todo.

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Tres generacion­es de Rosati con historia en Belgrano Athletic: Matías, Tomás y Hugo

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