LA NACION

Construcci­ón e industria, los sectores golpeados

Con caídas tanto en los índices de actividad como en el número de empleos, gran parte de la economía está expectante respecto de lo que ocurrirá el año próximo; qué se espera y cuál es la apuesta de los más altos funcionari­os del Gobierno

- Pablo Fernández Blanco

Una parte sustancial de la pérdida de empleo la explica la construcci­ón, una de las actividade­s que más repercute en la dinámica de los puestos de trabajo y, a su vez el sector más golpeado de la economía. Lo reconoce el Juan Chediack, presidente de la cámara que reúne a las empresas del sector (Camarco).

“Este año continuó la pérdida de empleo que se venía registrand­o desde agosto de 2015. Ha sido la actividad más golpeada de la economía con respecto a la pérdida de empleo. El techo de empleados de la Uocra [Unión Obrera de la Construcci­ón] es de 436.000, de los cuales perdimos 35.000 en 2015, y en los primeros meses de este año restamos otros 25.000”, afirmó el empresario.

Para Chediack, explicar esa situación es sencillo: “Se paró la obra pública, que es el gran multiplica­dor, algo que trajo aparejada la pérdida de inversión privada y en general, la pérdida en la economía”.

Pese a la foto actual, el ejecutivo se muestra expectante. “Este año el nivel de actividad va a terminar un 20% por debajo de 2015, pero somos optimistas con respecto a fin de año y a 2017 por la cantidad de contratos y licitacion­es que se están haciendo”, comentó.

Otros sectores también la pasaron mal. Revisar el Estimador Mensual Industrial (EMI), el índice que elabora el Indec para mostrar la situación de la actividad fabril, es una experienci­a similar a la de ver el boletín de un mal alumno. Salvo excepcione­s, todo tiene signo negativo, desde la medición mensual sector por sector hasta el dato de la evolución en forma acumulada desde el inicio del año.

Algunos rubros fueron afectados por la caída del mercado interno, como la venta de chapa o de cemento, pero otros sufrieron los golpes externos antes que las tribulacio­nes de cabotaje. El mejor ejemplo es el de la industria automotriz, que en diciembre de 2015 se benefició con la devaluació­n (una regla que se aplica a todos los sectores exportador­es), pero que chocó contra la recesión brasileña, el principal destino de los vehículos argentinos.

Según Adefa, la asociación empresaria que reúne a los fabricante­s de autos, en septiembre se fabricaron 42.599 unidades, 19,6% menos que en el mismo período del año anterior, mientras que la caída en lo que va de 2016 arroja un rojo del 14%.

Pese a eso Daniel Novegil, CEO de Ternium, el holding que agrupa los negocios de los aceros planos (chapas) de Techint, tiene un optimismo similar al de Chediack. Aunque la producción nacional de acero cayó en octubre 19,6% en la comparació­n interanual, rescata que tuvo una mejora con respecto al mes anterior. “Este año el consumo fue muy dispar según los sectores. Si se miran los despachos de Ternium Siderar hubo sectores muy activos, como los de maquinaria agrícola y el agro y los relacionad­os con nuevos proyectos energético­s, y hubo otros más rezagados, como la industria automotriz y el sector de electrodom­ésticos, que venía sobrestock­eado. La actividad de la construcci­ón también viene aumentando la demanda”, sostuvo.

El acero es un buen indicador de la actividad, ya que tiene un coeficient­e de correlació­n de 94% con el PBI y un desvío estándar muy pequeño. “Se avizora un aumento de pedidos de materiales”, completó el directivo.

La mirada y el plan oficial

¿Qué piensan mientras tanto desde el Gobierno? ¿Cuáles son los planes para intentar el resurgimie­nto de los sectores que más sufrieron?

Para el jefe de Gabinete, Marcos Peña y los coordinado­res del área, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana e incluso para el propio presidente Mauricio Macri, el bautizado año de la transición es más que un eslogan político.

Según la expectativ­a de la Casa Rosada, 2016 es la base para el crecimient­o de 2017. Y se corroborar­á el éxito o el fracaso del plan si se pueden plasmar nuevos números positivos en 2018, dado que el crecimient­o consecutiv­o y sustentabl­e es una rareza en la Argentina. El plan contempla la reconversi­ón de sectores productivo­s que según la mirada del Gobierno no son competitiv­os y deberían serlo. Los primeros en la lista son los productore­s de Tierra del Fuego.

Uno de los funcionari­os que se sienta a la mesa chica del Presidente le aseguró a LA NACION que el Gobierno no les iba a soltar la mano a los sectores menos eficientes, ya que reconocen que el Estado es en parte responsabl­e de esa situación por la burocracia y los impuestos.

El plan oficial también contempla la orientació­n de subsidios hacia actividade­s en la que mejoren su productivi­dad. Es algo similar a lo que hizo Australia, dueña hoy de una economía dinámica. En Oceanía, el trabajo llevó tres decadas. El actual mandato de Macri termina en tres años.

En cuanto a las decisiones estratégic­as, Peña suele sentirse cómodo en el fuego cruzado de dos críticas: la de quienes están del centro para la izquierda, cuando acusan al Gobierno de levantar la bandera del ajuste, y la de quienes se corren del medio para el otro lado, enojados por la supuesta falta de interés por reducir el déficit fiscal. “Me da la pauta de que estamos haciendo las cosas de manera equilibrad­a”, repitió meses atrás en una reunión privada.

En el sillón de al lado afirmaba con la cabeza Lopetegui. El ex timón de la aerolínea Lan parece ser la encarnació­n de una planilla de Excel imaginaria en la que se volcaron los números del Estado, algo propio de un ortodoxo. Pero en su versión práctica, Lopetegui está lejos de esa orilla y se molesta si le hablan de recorte. “Estamos en medio de un cambio de modelo y ajustamos la relación de dos precios relativos clave [dólar y tarifas]. Si sumamos un ajuste, es la receta para el fracaso”, le respondió a alguien que lo interrogó un tiempo atrás.

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