Construcción e industria, los sectores golpeados
Con caídas tanto en los índices de actividad como en el número de empleos, gran parte de la economía está expectante respecto de lo que ocurrirá el año próximo; qué se espera y cuál es la apuesta de los más altos funcionarios del Gobierno
Una parte sustancial de la pérdida de empleo la explica la construcción, una de las actividades que más repercute en la dinámica de los puestos de trabajo y, a su vez el sector más golpeado de la economía. Lo reconoce el Juan Chediack, presidente de la cámara que reúne a las empresas del sector (Camarco).
“Este año continuó la pérdida de empleo que se venía registrando desde agosto de 2015. Ha sido la actividad más golpeada de la economía con respecto a la pérdida de empleo. El techo de empleados de la Uocra [Unión Obrera de la Construcción] es de 436.000, de los cuales perdimos 35.000 en 2015, y en los primeros meses de este año restamos otros 25.000”, afirmó el empresario.
Para Chediack, explicar esa situación es sencillo: “Se paró la obra pública, que es el gran multiplicador, algo que trajo aparejada la pérdida de inversión privada y en general, la pérdida en la economía”.
Pese a la foto actual, el ejecutivo se muestra expectante. “Este año el nivel de actividad va a terminar un 20% por debajo de 2015, pero somos optimistas con respecto a fin de año y a 2017 por la cantidad de contratos y licitaciones que se están haciendo”, comentó.
Otros sectores también la pasaron mal. Revisar el Estimador Mensual Industrial (EMI), el índice que elabora el Indec para mostrar la situación de la actividad fabril, es una experiencia similar a la de ver el boletín de un mal alumno. Salvo excepciones, todo tiene signo negativo, desde la medición mensual sector por sector hasta el dato de la evolución en forma acumulada desde el inicio del año.
Algunos rubros fueron afectados por la caída del mercado interno, como la venta de chapa o de cemento, pero otros sufrieron los golpes externos antes que las tribulaciones de cabotaje. El mejor ejemplo es el de la industria automotriz, que en diciembre de 2015 se benefició con la devaluación (una regla que se aplica a todos los sectores exportadores), pero que chocó contra la recesión brasileña, el principal destino de los vehículos argentinos.
Según Adefa, la asociación empresaria que reúne a los fabricantes de autos, en septiembre se fabricaron 42.599 unidades, 19,6% menos que en el mismo período del año anterior, mientras que la caída en lo que va de 2016 arroja un rojo del 14%.
Pese a eso Daniel Novegil, CEO de Ternium, el holding que agrupa los negocios de los aceros planos (chapas) de Techint, tiene un optimismo similar al de Chediack. Aunque la producción nacional de acero cayó en octubre 19,6% en la comparación interanual, rescata que tuvo una mejora con respecto al mes anterior. “Este año el consumo fue muy dispar según los sectores. Si se miran los despachos de Ternium Siderar hubo sectores muy activos, como los de maquinaria agrícola y el agro y los relacionados con nuevos proyectos energéticos, y hubo otros más rezagados, como la industria automotriz y el sector de electrodomésticos, que venía sobrestockeado. La actividad de la construcción también viene aumentando la demanda”, sostuvo.
El acero es un buen indicador de la actividad, ya que tiene un coeficiente de correlación de 94% con el PBI y un desvío estándar muy pequeño. “Se avizora un aumento de pedidos de materiales”, completó el directivo.
La mirada y el plan oficial
¿Qué piensan mientras tanto desde el Gobierno? ¿Cuáles son los planes para intentar el resurgimiento de los sectores que más sufrieron?
Para el jefe de Gabinete, Marcos Peña y los coordinadores del área, Gustavo Lopetegui y Mario Quintana e incluso para el propio presidente Mauricio Macri, el bautizado año de la transición es más que un eslogan político.
Según la expectativa de la Casa Rosada, 2016 es la base para el crecimiento de 2017. Y se corroborará el éxito o el fracaso del plan si se pueden plasmar nuevos números positivos en 2018, dado que el crecimiento consecutivo y sustentable es una rareza en la Argentina. El plan contempla la reconversión de sectores productivos que según la mirada del Gobierno no son competitivos y deberían serlo. Los primeros en la lista son los productores de Tierra del Fuego.
Uno de los funcionarios que se sienta a la mesa chica del Presidente le aseguró a LA NACION que el Gobierno no les iba a soltar la mano a los sectores menos eficientes, ya que reconocen que el Estado es en parte responsable de esa situación por la burocracia y los impuestos.
El plan oficial también contempla la orientación de subsidios hacia actividades en la que mejoren su productividad. Es algo similar a lo que hizo Australia, dueña hoy de una economía dinámica. En Oceanía, el trabajo llevó tres decadas. El actual mandato de Macri termina en tres años.
En cuanto a las decisiones estratégicas, Peña suele sentirse cómodo en el fuego cruzado de dos críticas: la de quienes están del centro para la izquierda, cuando acusan al Gobierno de levantar la bandera del ajuste, y la de quienes se corren del medio para el otro lado, enojados por la supuesta falta de interés por reducir el déficit fiscal. “Me da la pauta de que estamos haciendo las cosas de manera equilibrada”, repitió meses atrás en una reunión privada.
En el sillón de al lado afirmaba con la cabeza Lopetegui. El ex timón de la aerolínea Lan parece ser la encarnación de una planilla de Excel imaginaria en la que se volcaron los números del Estado, algo propio de un ortodoxo. Pero en su versión práctica, Lopetegui está lejos de esa orilla y se molesta si le hablan de recorte. “Estamos en medio de un cambio de modelo y ajustamos la relación de dos precios relativos clave [dólar y tarifas]. Si sumamos un ajuste, es la receta para el fracaso”, le respondió a alguien que lo interrogó un tiempo atrás.