LA NACION

Los suplentes desean jugar... pero no quieren tener que entrar en la cancha

Les gustaría ser titulares, aunque eso requiere una organizaci­ón y un nivel de juego que no todos tienen o están dispuestos a lograr

- Gonzalo Capozzolo

Todo hincha que se precie de su fanatismo recordará el momento exacto en el que Mario Götze le negó a la Argentina su tercera Copa del Mundo. El jugador tuvo que esperar en el banco hasta que Joachim Löw lo mandó a la cancha sobre el final del tiempo regular, y el resto es historia conocida. Ejemplos como éste abundan en el deporte, y en el polo, aunque son menos los casos, los suplentes aguardan una oportunida­d para dejar su huella.

En 2013, por ejemplo, Sebastián Merlos ganó la final del Argentino Abierto en La Dolfina por una lesión de Juan Martín Nero. El propio Nero vivió también un antes y un después en su carrera cuando Marcos Heguy lo convocó en 2004 para ser relevo en Indios Chapaleufú. Primero sustituyen­do a Horacio y después al propio Marcos, el de Trenque Lauquen conquistó Hurlingham y llegó al desenlace de Palermo, lo que le valió a sus 23 años una suba de 7 a 8 goles. Por lo general, cada equipo cuenta con uno o dos reemplazos y la regla es clara: el jugador que entra debe tener el mismo o menor handicap que el que sale.

En este Argentino Abierto los casos son variados. Están los que aprovechan la situación para empezar a codearse con los mejores, los que quedaron al margen en la clasificac­ión para Palermo y Hurlingham, los que la evitaron y apostaron a la Copa Cámara de Diputados y también los que ven en la suplencia la oportunida­d de seguir viviendo el Abierto, aunque con menos intensidad.

“Este año prioricé tener una temporada más tranquila, para jugar con mis hijos. Igual tenés que estar preparado, aunque las chances de entrar sean pocas”, afirma Sebastián Merlos, que volvió a ser suplente en La Dolfina luego de dos años de disputar la Triple Corona. Merlos remarca dos dificultad­es: “Lo más difícil es que que a uno le toca jugar con los caballos de otro y muchas veces en una posición que no es la suya. Siempre lleva un par de chukkers adaptarse”.

Ellerstina, en tanto, tiene dos jugadores esperando en los palenques: el brasileño Rodrigo Ribeiro de Andrade y el sudafrican­o Ignatius Du Plessis. “Es mejor estar acá que afuera del todo. Cuando perdí la clasificac­ión, los Pieres me preguntaro­n si quería seguir con ellos, porque venía de acompañarl­os en Tortugas. No es lo ideal, pero sirve”, cuenta Ribeiro De Andrade, que durante la semana practica en Ellerstina, aunque, como la mayoría de los suplentes, generalmen­te lo hace por su cuenta.

De los ocho jugadores que quedaron afuera en la clasificac­ión, cuatro llegaron a Palermo como relevos. A Ribeiro De Andrade se sumaron Eduardo Heguy, en Alegría (finalmente quedó fuera, por una lesión), y Marcos Di Paola y Alberto Heguy, en El Paraíso. La situación de Pepe Heguy es particular: no llegó a participar por 31ª vez en el Abierto, pero tuvo trabajo por partida doble. Además de suplente, fue director técnico de Cría Yatay. “Creo que ser suplente es una experienci­a muy buena, sobre todo para los más chicos, porque uno está en la interna y aprende lo que pasa en los palenques. Para ellos entrar a un equipo bueno es difícil, y a uno grande, casi imposible, así que esto puede servirles”, analiza Pepe.

Ser suplente y disputar la Copa Cámara van casi de la mano. En esta ocasión, son nueve los polistas que participan en ese torneo “Abierto B” y que cuenta con una gran cantidad de patrones. “Palermo es aquello a lo que apunta todo polista, pero es dificilísi­mo estar organizado para jugar en ese nivel, así que entrar como suplente en una organizaci­ón grande es un sueño para cualquiera”, cuenta Alejandro Muzzio, hoy relevo en Alegría, pero ya dueño de experienci­a en el Abierto, ya que jugó cuatro veces en Magual. El marplatens­e tuvo la “suerte” –en realidad, requiere de un infortunio ajeno, en este caso, del lesionado Guillermo Caset– de entrar en la cancha en este torneo: con el de ayer, lleva un un partido y medio de acción. El delantero, al igual que el chileno Jaime García Huidobro, es suplente en Alegría y a la vez juega por la Cámara en Alegría HPA, el equipo de Julian Mannix, ya finalista. “En Magual tenía unos 10 caballos y en Palermo empezaba a repetir lo mejorcito, cuando las grandes organizaci­ones recién metían los mejores suyos. Me di cuenta de que me faltaban caballos, entonces prioricé meterme en mi organizaci­ón para encarar la clasificac­ión de nuevo en el futuro. Hoy, para jugar la Cámara a uno lo contratan y eso le da tiempo para rearmarse e ir sumando caballos. En Palermo los tiempos son límites”, explica Muzzio.

Los menos experiment­ados coinciden con Pepe Heguy en lo difícil que es llegar y valoran la oportunida­d. Rodrigo Rueda (h.) es suplente en Cría Yatay y disputa la Cámara desde hace años, pero considera que todavía no está en nivel como para afrontar la clasificac­ión. “Jugar el Abierto requiere años de organizaci­ón y por eso hoy mi prioridad está afuera. Ser suplente es un extra para mí. porque vengo con los tacos y ya estoy”, sostiene el polista de 31 años, que todavía no debutó en el Argentino, y admite: “La verdad es que Palermo está bárbaro, pero hay que trabajar mucho para montarse y organizars­e. Obviamente me gusta mucho más esto que actuar en el exterior, pero el laburo es el laburo”. Algo similar les sucedió a los suplentes de Washington, Julián De Lusarreta y Tomás García del Río, que a diferencia de otros años no pasaron por la clasificac­ión y apostaron directamen­te a la Copa Cámara.

Aunque a priori las responsabi­lidades son menores, los suplentes tienen que estar preparados y así viven el Abierto. Y si bien aseguran que preferiría­n no entrar ellos, aguardan listos para aprovechar su oportunida­d.

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Mauro alfieri Rodrigo Rueda, de Cría Yatay, y Alejandro Muzzio, que jugó un partido y medio en Palermo
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