LA NACION

Díaz Mathé, el artista que sueña con ser el Cambiaso de la pintura argentina

Era psicólogo, trabajaba en una multinacio­nal y un día se inscribió en arquitectu­ra: ahí fue cuando su vida cambió; los secretos de su obra

- Agustín Monguillot

Uno nunca sabe cuándo la vida puede sorprender­lo. Si no, habrá que preguntarl­e a Esteban Díaz Mathé. Siete años atrás, llevaba una vida cómoda, sin urgencias. Tenía 27 años, había completado sus estudios en psicología y trabajaba en recursos humanos de una multinacio­nal. Como le gustaba perfeccion­arse, eligió una segunda carrera y se inscribió en arquitectu­ra. Todavía no lo sabía, pero aquella decisión estaba a punto de darle un giro de 180 grados. Una nueva vida donde es conocido como Díaz Mathé, donde se autodenomi­na “el pintor de los argentinos”, que capta las costumbres de nuestra cultura de campo. Y del polo, por supuesto.

“Empecé a hacer planos, bocetos. De chico nunca se me dio por dibujar y empecé a pintar de cero”, admite Esteban a la nacion, en la intimidad

de su taller, en el corazón de Palermo. La arquitectu­ra le despertó un extraordin­ario talento oculto que nunca había explorado. Desde siempre ligado al campo, empezó haciendo retratos de paisanos, domadores y otros personajes. Pintó réplicas idénticas de obras de Van Gogh, Miguel Ángel y Rembrandt.

De una charla con Octavio Caraballo, dueño de Estancia y Cabaña Las Lilas, surgió la idea de publicar un libro que documentar­a la vida de campo a través del país. La propuesta era ambiciosa, sin antecedent­es y requería dedicación exclusiva. “El 95% me decía que la estaba pifiando. Me decían: ‘¿No sabés ni dibujar ni pintar y vas a fumarte todos los ahorros viajando por el país?’ Tenía un ticket para el fracaso, pero yo estaba convencido de que Dios me había regalado un talento. Tenía 1000 posibilida­des de que me vaya mal, aunque también tenía una de que fuera bien y quería ir detrás de ella”, cuenta Esteban, que renunció a su trabajo.

Así se editó “Ser Argentino”, el libro que resume un trabajo de tres años viajando por todo el país, retratando la vida de las 40 estancias más tradiciona­les de la Argentina. En el medio, conocería a Florencia Igartua, su mujer, sostén y madre de su hijo. El éxito fue inmediato: vendió 2000 ejemplares en las primeras dos semanas. Hoy lleva 4000 ejemplares ubicados a través de empresas y es utilizado como regalo de protocolo por la vicepresid­enta de la Nacion, Gabriela Michetti, y los presidente­s de las cámaras de Diputados y Senadores, Emilio Monzó y Federico Pinedo. Hasta llegó a las manos del Papa Francisco.

El interés que despertó Ser Argentino lo perfila como el principal exponente de un nicho no tan explorado. “Yo sólo pienso en trabajar 10 a 12 horas por día y hacer algo bueno. Lograr la excelencia en tu producto es lo único que te abre puertas”, avisa Esteban.

Su llegada al polo

Esteban no tardó en hacer su desembarco en el mundo del polo. Al igual que con Ser Argentino, se le metió en la cabeza hacer un libro sobre el polo. La Triple Corona, advierte, tendría solamente un capítulo: “El polo, en Buenos Aires, lo ves un mes a fin de año, pero detrás hay todo un año de trabajo. Quiero mostrar la parte romántica. Juntarme con Jorge Mac Donough, Taio Novillo Astrada o Facundo Pieres y que me cuenten de la cría, los petiseros, su caballeriz­a, los veterinari­os, los herradores...Hay un montón de historias e imágenes”.

Es raro verlo por estos días en Buenos Aires. Estuvo en La Pampa invitado por los Heguy, en La Irenita de los Mac Donough (diseñó el logo del equipo que participó por primera vez de Palermo) y La Aguada de los Novillo Astrada. Los Pieres, Uranga, Rueda, Ulloa, Laprida, Garrahan y Pereyra Iraola son algunas de las familias que apoyaron su obra.

Por ahora, no lo apuren con la fecha de publicació­n: “Documenté cada familia y sigo haciéndolo: es un proceso muy lento. Lo bueno lleva un tiempo de maduración y no hay que acelerarlo. Si necesitás ganar plata hacelo por otro lado. Un libro lo hacés una vez”. No tiene sponsor: se solventa sus propios gastos.

Amante de los caballos, Díaz Mathé fue invitado por la Asociación Argentina de Criadores de Caballos de Polo para diseñar las tapas de sus últimos anuarios. Retrató a Open Emocionada de Pablo Mac Donough, Oli Chicha de Juan Martín Nero y La Chequera de Facundo Pieres. Hace unos días, le obsequió a Adolfo Cambiaso y su patrón, Ali Albwardy, unos cuadros de La Cuartetera. Esteban bromea con la idea de ser algún día “el Cambiaso de la pintura argentina”.

“Lo que pinta es el ojo. El desafío es que puedas generar emoción. En dos caballos pecheándos­e, demostrar el impacto, la velocidad, la rudeza y el desequilib­rio. Eso lo tenés que decodifica­r”, ejemplific­a. No cree que el polo pueda representa­rse en una sola imagen: “Se merece mucho más”. Con la misma mezcla, que combina talento con esfuerzo, esa será su contribuci­ón.

 ?? Emiliano lasalvia ?? Esteban Díaz Mathé, con algunas de sus obras, que captan las costumbres de nuestra cultura de campo, con el polo incluido
Emiliano lasalvia Esteban Díaz Mathé, con algunas de sus obras, que captan las costumbres de nuestra cultura de campo, con el polo incluido

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