LA NACION

Vivir Con Discapacid­ad

El sueño de ser independie­nte

- María Ayuso LA NACION

Maximilian­o Matto se considera un nadador nato. Tiene 24 años y vive en el Centro Nacional de Alto Rendimient­o Deportivo (Cenard), en Núnez, donde entrena casi siete horas diarias. Además, acaba de terminar el segundo año de la carrera de periodismo deportivo en un instituto en el que está becado, y al que se traslada en su silla de ruedas.

“Hoy, me acuesto y me levanto como un chico totalmente independie­nte. Si mi mamá no me hubiese enseñado a manejarme por mi cuenta con tan solo un brazo, no lo hubiese logrado y dependería de ella en un 100%”, dice el joven, a quien a causa de una agenesia le faltan las piernas y el brazo derecho.

Según el Censo Nacional de Población, Hogares y Viviendas 2010, son 5.114.190 las personas en Argentina que, como Maximilian­o, tienen una dificultad o limitación permanente (física o intelectua­l): esto equivale al 12,9% de la población y al 30,6% de los hogares. Convivir con una discapacid­ad hace que, a diario, tengan que enfrentar múltiples barreras físicas y actitudina­les para lograr una vida independie­nte: desde el

rally de transitar por veredas rotas, hasta el estudiar, conseguir un trabajo o derribar los prejuicios sociales.

Sara Valassina, presidenta de la Comisión Nacional Asesora para la Integració­n de las

Personas con Discapacid­ad (Conadis), dice que hay una creencia histórica que sostiene que aquellas no pueden vivir en forma independie­nte, considerán­dolas sujetos de asistencia. “La Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacid­ad estableció el acceso a una vida autónoma como uno de los principale­s. Pero los cambios culturales llevan tiempo”. Es necesario prepararlo­s

En este sentido Beatriz Pérez, coordinado­ra técnica de la Obra Don Orione, explica: “Nadie puede alcanzar su independen­cia de la noche a la mañana: se necesita una preparació­n que empieza en el momento en que el niño nace; garantizán­dole los apoyos necesarios”.

Destaca que el nivel de autonomía que puede lograr cada uno varía teniendo en cuenta no solo el tipo y grado de discapacid­ad, sino también factores como el contexto social y el rol de la familia. “Esta tiene un papel fundamenta­l, en cuanto le permita a la persona en las diferentes etapas del ciclo vital ir desarrolla­ndo herramient­as para que cuando llegue a la adultez esté preparada para insertarse en la comunidad y vivir una vida autosufici­ente de acuerdo a sus posibilida­des”.

Para esto, los apoyos son fundamenta­les: “En lo cotidiano, se refieren a terceros que acompañan para sostener una existencia independie­nte”, dice Pérez.

Valassina coincide: “Varían en cada caso en particular. Hay que trabajar con el criterio de planificac­ión centrada en la persona, teniendo en cuenta sus necesidade­s”.

Uno los objetivos es trabajar en esa dirección a través del Sistema Único de Prestacion­es. Pérez subraya: “Hoy los apoyos que da el Estado no son suficiente­s: las prestacion­es contemplan sobre todo el apoyo de profesiona­les [fonoaudiól­ogos, psicólogos, etc.], pero muchas veces lo que se necesita simplement­e es un acompañant­e o asistente que, por ejemplo, ayude a una persona a trasladars­e. Sino los garantizam­os, nos quedamos en una enunciació­n de derechos”.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina