LA NACION

La Argentina ya tiene la presión tributaria del Primer Mundo

Los impuestos representa­n el 34% del PBI, en línea con el 34,4% de los países de la OCDE, pero sin ofrecer los mismos servicios sociales y de infraestru­ctura

- Francisco Jueguen LA NACION

En 2015 el peso de los impuestos para las empresas argentinas alcanzaba –luego de aumentar más de diez puntos en la última década– un 34% con relación al PBI, el mismo nivel que existe en los países más ricos del mundo y diez puntos más que el promedio de los vecinos de América latina.

De acuerdo con un documento elaborado por la Unión Industrial Argentina (UIA) sobre reforma tributaria, la presión total, incluyendo las tasas de los municipios, llega al 34% del PBI. En los países de la Organizaci­ón para la Cooperació­n y el Desarrollo Económicos (OCDE) es del 34,4%. “Pero en la Argentina no se ofrecen los servicios básicos, como seguridad o infraestru­ctura, que brindan esos países. Esto se carga a los precios”, suelen comentar en la entidad. El ejemplo utilizado siempre es el mismo: el panadero que debe pagar un sueldo más por la seguridad carga ese salario al valor final del kilo de pan. Por otro lado, la presión consolidad­a en promedio en América latina llegó el año pasado al 24,4%, según los datos de la entidad fabril.

Éste no es un tema ajeno al consumidor. Un 40% del precio final de los alimentos son impuestos. El 50% del precio de la nafta son gravámenes; esa misma carga tributaria paga un comprador de bebidas; de cada $ 100.000 gastados en un auto, $ 54.000 son impuestos.

En el antiguo modelo proteccion­ista basado sólo en el mercado interno se financió el gasto público a expensas de los consumidor­es. En 2001, la población total que vivía del Estado era el 18,4%, según datos de la consultora de Orlando Ferreres. En 2015, se llegó al 40,3%.

El nuevo modelo económico, que propone una mayor apertura al mundo, abre interrogan­tes para las empresas, obligadas gradualmen­te a competir. El timing es el gran dilema. Para los hombres de negocios, el Gobierno debe primero “enderezar la cancha”. Esto se traduce en ofrecer igualdad de condicione­s –bajar impuestos– antes de enviar a las firmas locales al mundo o abrir importacio­nes.

La tarea es compleja. A comienzos de enero, el ministro de Hacienda, Alfonso Prat-Gay, anunció que había recibido un déficit fiscal de 7 puntos del PBI. Sin embargo, el Gobierno tiene por objetivo terminar este año con un rojo de 4,8% del PBI y planea otro de 4,2% para el año próximo. Para 2019, cuentan en la Casa Rosada, el objetivo es el equilibrio fiscal para bajar el costo del capital.

En ese contexto, el margen de maniobra es limitado, a pesar de las mejoras que este año implementó el Ministerio de Producción con la ley pyme y la de autopartes. Parece poco para firmas que se quejan de las “aduanas internas” distorsiva­s que genera el impuesto a los ingresos brutos, los $ 100.000 millones recaudados anualmente por el impuesto al cheque, los gravámenes internos que impactan en las distintas actividade­s y las múltiples y diversas tasas municipale­s.

El Gobierno admite el problema. El anexo del Plan Productivo Nacional afirma que la presión impositiva sobre las empresas argentinas llega al 137% de las ganancias comerciale­s. “Las dos partes miramos para el mismo lado. El diagnóstic­o es el mismo. Hay que discutir el cómo y el cuándo”, afirmó Carlos Abeledo, presidente del Departamen­to de Política Tributaria de la UIA, en la última cumbre industrial en Parque Norte. Allí se reclamó promover las inversione­s en actividade­s productiva­s con estímulos fiscales, implementa­r las deduccione­s de interés sobre capital productivo, armonizar la alícuota del impuesto a las ganancias para empresas con el resto de la región, incrementa­r el cómputo del pago de cargas sociales a cuenta del IVA, reimplanta­r el sistema de ajuste por inflación impositiva, eliminar el impuesto al cheque, derogar el de ganancia mínima presunta, revisar la coparticip­ación federal de impuestos y reemplazar Ingresos Brutos, unificar la tributació­n subnaciona­l y modificar el actual régimen penal tributario.

Según Abeledo, en la Argentina, la tasa de Ganancia para empresas (sobre utilidades no distribuid­as) es del 35%, mientras que en América latina es del 27%; el IVA es del 21%, contra el 13,2% promedio de la región; el aporte de las empresas a la seguridad social, de entre 23% y 27%, frente al 15,8%. En tanto, en los países vecinos no existen Ingresos Brutos ni el impuesto al cheque.

Los reclamos no llegan en un momento inocuo para los industrial­es. En octubre, el estimador mensual industrial (EMI) del Indec mostró una caída del 8% interanual, en lo que fue la peor caída del año. “Hay una fuerte falta de competitiv­idad para exportar –dijo a Luis la nacion Pagani, presidente de Arcor, el jueves pasado en el VIII Congreso Phelps, organizado en la Bolsa de Comercio–. La carga impositiva en dólares aumentó un 50% desde 2001, lo mismo que la logística.” Según la presentaci­ón del director ejecutivo de la UIA, Diego Coatz, en la cumbre industrial, el costo logístico subió un 44,1% interanual en 2016. Coatz sumó a su presentaci­ón los aumentos de los costos energético­s, de financiami­ento y la caída de la productivi­dad laboral.

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