LA NACION

El Gobierno decidió completar la central térmica de Río Turbio

Negocia con la empresa constructo­ra el reinicio de las obras

- Diego Cabot

Primero paralizó todo, luego revisó y finalmente tomó una decisión. Después de meses de estudio, el Gobierno decidió terminar las obras que faltan para poder poner en marcha la Central Térmica Río Turbio, la usina de carbón que se construye desde hace años a unos metros del yacimiento, en el sur de la provincia de Santa Cruz.

La decisión fue confirmada por fuentes del Ministerio de Energía, que conduce Juan José Aranguren. “Se va a terminar. Hay una negociació­n en marcha con la empresa constructo­ra, pero se va a poner en funcionami­ento. Es una decisión que ya está tomada”, dijo una alta fuente de esa cartera.

Si efectivame­nte se ponen en marcha los trabajos finales, se cerrará una ventana de parálisis que se abrió a fines de diciembre pasado, después de que la planta generadora se puso en marcha aún sin estar terminada por pedido del gobierno anterior, que pretendía convertir aquel acto en la localidad de Río Turbio en un cotillón de la campaña electoral. Según precisaron en el Gobierno, la central estará en condicione­s de funcionar a pleno dentro de aproximada­mente un año y medio.

Dentro de la usina hay dos calderas. Una, la más adelantada, fue la que se puso en marcha en septiembre del año pasado y que llegó a funcionar un puñado de días. En los cálculos oficiales hay alrededor de diez meses para terminar la puesta a punto.

Cuentan que aquel capricho de la entonces presidenta Cristina Kirchner generó varios problemas en la caldera, ya que no estaba en condicione­s de funcionar. Por lo tanto, los problemas que fueron apareciend­o se trataron de solucionar con repuestos o partes de la otra caldera, la segunda, que estaba más retrasada en su armado.

Técnicos del Ministerio de Energía estiman que en alrededor de diez meses se terminará la primera caldera y en 18 estará lista la segunda. Pero la verdad es que nadie sabe a ciencia cierta cuándo generará a pleno, ya que la puesta en marcha de una planta de este tipo requiere pruebas y correccion­es que pueden llevar meses.

Pese a la decisión, la cuestión no está cerrada. Isolux, la constructo­ra de origen español que fue la contratist­a de la obra, y el Gobierno tienen una negociació­n en el medio que todavía no terminó. Una suerte de planilla con las acreencias de cada uno está en el centro de la mesa de discusione­s.

Cada parte se considera acreedora de la otra. Hace dos semanas, un consejero de la compañía llegó de España. Hubo entonces reuniones con los más altos funcionari­os de Energía para conciliar aquellos números.

Nuevos dueños

La empresa constructo­ra, que fue una de las tantas víctimas de la recesión que se vivió en España en los últimos años (especialme­nte en el mercado inmobiliar­io), terminó en manos de un pool de bancos españoles que anteriorme­nte eran acreedores. Con esos nuevos dueños negocia el Gobierno los puntos que aún no están cerrados y que, vale aclararlo, se traducen en varios centenares de millones de pesos de diferencia.

La central de Río Turbio tiene en sus orígenes una fatalidad. En 2004, cuando Néstor Kirchner era presidente, 14 mineros murieron por un incendio en una de las galerías de la mina de carbón. El entonces presidente contuvo las críticas con la promesa de construir la usina y con una montaña de billetes.

Sólo por ponerle un par de números al fenómeno: en 2014 la empresa estatal recibió subsidios por $ 2181 millones, mientras que el año pasado, el cheque que se confeccion­ó para los mineros llegó a $ 3150 millones. Las inversione­s quedaron relegadas, postergada­s por los pagos de los sueldos de la cada vez más abultada nómina de empleados de la empresa. Este año, varios funcionari­os, entre los que se destacan el ex ministro Julio De Vido y uno de sus hombres más cercanos, Roberto Baratta, fueron denunciado­s por la nueva administra­ción. Se investiga adónde fueron a parar varios millones de pesos que no aparecen.

Mientras se construía la central, en Río Turbio se especulaba con la incapacida­d que tiene la mina de sacar a la superficie 1200 toneladas de carbón por año, el volumen que requeriría la usina si funcionase al 100% de su capacidad.

Actualment­e, el yacimiento, que tiene en sus entrañas carbón para centenares de años, sólo logra extraer alrededor de un décimo de lo necesario por año.

De ahí que el anterior gobierno estudiara cómo hacer para convertir esa usina a gas. Pese a que lo negaron por años, mediante la nota 43.779 de Yacimiento­s Carbonífer­os Río Turbio (YCRT), con fecha del 22 de enero de 2015, el gobierno anterior trató de abastecerl­a con otro combustibl­e. Lo explica en un título aquella nota, cuya referencia es paradójica: “Abastecimi­ento de gas natural a la obra «construcci­ón, bajo la modalidad llave en mano, de una (1) central termoeléct­rica a carbón»”. La carta fue impresa para ser enviada un día después y llegó a la mesa de entradas de la Secretaría de Energía el 26 de enero. La firma Miguel Ángel Larregina, coordinado­r de YCRT, y está dirigida a varios funcionari­os.

El gobierno de Macri decidió terminar aquella central que se encaminaba a ser otro elefante blanco en el que se gastaron ya casi 1000 millones de dólares.

Previament­e, había descartado la posibilida­d de que quemara gas. Será a carbón, y los mineros deberán extraerlo a un ritmo 11 veces superior a aquel en que lo hacen actualment­e.

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