Un edificio que es legado de España en Buenos Aires
Se erigió con materiales traídos en barco; artistas españoles lo financiaron
La inauguración del Teatro Cervantes, el 5 de septiembre de 1921, fue uno de los acontecimientos culturales y sociales más importantes de Buenos Aires a principios de siglo. La actriz española María Guerrero y su esposo, Fernando Díaz de Mendoza, cuya compañía había llegado por primera vez a Buenos Aires en 1897, donaron su fortuna para las obras.
También contribuyó el rey de España Alfonso XIII, quien ordenó que los buques de carga trajeran los elementos artísticos indispensables. De Valencia llegaron azulejos y damascos; de Tarragona, las losetas rojas para el piso; de Sevilla, las butacas del patio, bargueños, espejos, bancos, rejas, herrajes y azulejos; de Lucena, candiles, lámparas, faroles; de Barcelona, la pintura al fresco para el techo del teatro; de Madrid, los cortinados, tapices y el telón de boca, una obra de arte de tapicería que representaba el escudo de armas de la ciudad de Buenos Aires bordado en seda y oro.
Fernando Aranda y Emilio Repetto fueron los arquitectos del teatro. Ellos acordaron con Guerrero que la fachada reprodujera los detalles de la Universidad de Alcalá de Henares, de estilo renacentista y columnas platerescas. A los cinco años de su inauguración, debido a un fuerte endeudamiento, decidió rematar el edificio en subasta pública y fue adquirido por el Estado. En 1933, se decidió que la sede alojara al recién creado Teatro Nacional de la Comedia.
En 1961 un incendio destruyó gran parte de las instalaciones y las obras de reconstrucción demandaron siete años. A raíz del incendio del teatro, se incorporó un anexo, diseñado por el arquitecto modernista Mario Roberto Álvarez. El Cervantes reabrió en 1968 y en 1995 fue declarado Monumento Histórico Nacional. Hoy, también funcionan allí el Instituto Nacional de Estudios Teatrales, el museo del Teatro Cervantes y un archivo teatral.