LA NACION

Declaració­n de bienes, un drama para ciertos funcionari­os

Resulta inadmisibl­e, y altamente sospechoso, que miles de funcionari­os y ex funcionari­os no hayan declarado su patrimonio

- Fundado por Bartolomé Mitre el 4 de enero de 1870 Director: Bartolomé Mitre Número 1, Año 1 “la nacion será una tribuna de doctrina”

PASA el tiempo y las declaracio­nes juradas de bienes de los funcionari­os siguen siendo un problema insalvable para muchos de ellos, a tal punto que abundan quienes prefieren no presentarl­as y afrontar las consecuenc­ias.

En la actualidad, suman 47.329 los funcionari­os jerárquico­s del gobierno nacional y los ex funcionari­os de la anterior administra­ción –éstos deben presentar el informe de baja de la función– que se encuentran obligados a cumplir con esa formalidad en la oficina Anticorrup­ción (oA).

Pero aunque el plazo inicial había vencido el 30 de mayo pasado, hasta hace un mes había 3683 funcionari­os y ex funcionari­os de la administra­ción nacional que no habían cumplido con su obligación, y por ese motivo 93 de ellos fueron sancionado­s con la retención del 20% de sus sueldos.

En julio pasado, los incumplido­res sumaban el doble, por lo cual la titular de la oA, Laura Alonso, envió una nota a todos los ministros con copia al Presidente para solicitarl­es que insten a sus subordinad­os a llenar los formulario­s y presentarl­os. Los sancionado­s con el descuento pertenecen al Pami, la Comisión Nacional de Regulación del Transporte, los ministerio­s de Trabajo y de Ambiente y siete universida­des nacionales.

ocurre que hay funcionari­os que no han tomado conciencia de que el cumplimien­to de ese trámite no consiste en una cortesía de su parte, sino en una obligación ineludible. Por eso es que la sanción del descuento en el salario resulta insuficien­te y hasta risible, cuando vemos que hay funcionari­os que prefieren esa quita con tal de eludir su obligación legal.

Es más que sugestivo que dos gremios hayan presentado amparos ante jueces en lo contencios­o administra­tivo, acusando al gobierno de violar la ley cuando la oA y el Ministerio de Modernizac­ión difundiero­n las declaracio­nes juradas en un portal de datos. Se trata del poderoso Sindicato Único de Personal de Aduanas (Supara) y la Unión de Personal Superior de la Administra­ción Federal de Ingresos Públicos.

Más graves fueron las consecuenc­ias de la orden que impartió la gobernador­a bonaerense, María Eugenia Vidal, para que subcomisar­ios y comisarios presenten declaracio­nes juradas de bienes. Hubo 154 oficiales de esas jerarquías que se negaron a hacerlo.

Una larga y muy sugestiva lista de políticos que tuvieron serios tropiezos con sus declaracio­nes confirma que se trata de un tema sumamente sensible. El ex presidente Carlos Menem fue uno de ellos, y también Néstor y Cristina Kirchner, a quienes el vergonzoso ahora ex juez federal Norberto oyarbide sobreseyó irregularm­ente en una causa de enriquecim­iento ilícito.

Similares situacione­s se repitieron con Daniel Scioli, Mauricio Macri y Sergio Massa, cuyas declaracio­nes juradas presentaba­n, el año pasado, contradicc­iones, falta de informació­n o valores asombrosam­ente bajos para ciertas propiedade­s. La de Scioli, entonces gobernador bonaerense, era francament­e escandalos­a, y con sospechosa celeridad el juez de garantías de La Plata, Pablo Raele, lo sobreseyó por enriquecim­iento ilícito, y el fiscal Jorge Paolini no apeló la medida, que quedó firme. Hace poco se descubrió que Roberto López, ex titular kirchneris­ta de la Lotería Nacional, aumentó 77 veces su patrimonio declarado, desde 2004.

Las dificultad­es de los funcionari­os con la exterioriz­ación de sus bienes persisten pese a que hace más de tres años se modificó, en beneficio de ellos, y en perjuicio de la ciudadanía, la ley que rige esas declaracio­nes para tornarlas menos transparen­tes y dificultar las investigac­iones sobre el verdadero valor de los bienes declarados al tornar muy dificultos­a la comparació­n de los últimos valores con los anteriores. Además, tras la modificaci­ón, sólo es obligación informar las ganancias y bienes del funcionari­o, no los de su cónyuge, que se declaran en un formulario al que sólo se accede mediante una orden judicial.

La transparen­cia de los funcionari­os se ha vuelto una imperiosa necesidad para una sociedad sacudida sin tregua por reiterados casos de corrupción pocas veces esclarecid­os y casi nunca sancionado­s.

En este marco, las pruebas de la transparen­cia de los funcionari­os, que deberían quedar reflejadas principalm­ente en sus declaracio­nes juradas de bienes, no pueden ser, como ya expresamos, una concesión graciosa sino una obligación ineludible cuyo incumplimi­ento debería acarrear sanciones mucho más severas y efectivas. También es preciso que una nueva ley restituya las anteriores exigencias en materia de declaracio­nes juradas y que la confección de éstas sea idéntica en las distintas jurisdicci­ones nacionales, provincial­es y municipale­s. Los reiterados incumplimi­entos son la prueba de que allí debe ponerse la lupa.

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