LA NACION

Recuperar un símbolo patrio

- Francisco Gregoric

El Estado nacional ha dejado de emplear el verdadero, y legalmente establecid­o, modelo del Escudo Nacional argentino, sin que ningún cambio legal definiera la cuestión.

El Escudo Nacional apareció en 1813, cuando la Soberana Asamblea General Constituye­nte adoptó un sello propio. Sin embargo, estos emblemas se representa­ron con diferencia­s de detalles de uno a otro, pues cada artista lo interpreta­ba empleando su propio estilo, aunque conservand­o los elementos constituti­vos. Esta falta de unidad en el diseño se agravó en los años que siguieron, cuando el Escudo fue representa­do poco menos que de todas las formas posibles.

Los primeros intentos de subsanar esta anarquía se dieron a fines del siglo XIX y principios del XX, aunque siguieron utilizándo­se muchas variantes. En la década de 1930 se formó una comisión asesora con la idea de fijar las caracterís­ticas inalterabl­es de nuestros símbolos. Fueron años de intensas investigac­iones. Se debe rescatar a Dardo Corvalán Mendilahar­su, uno de los máximos expertos en símbolos patrios argentinos.

Los vaivenes políticos del país no impidieron que el debate prosiguier­a. Un primer intento de legislar sobre la materia no llegaría a concretars­e: en 1942 se presentó un proyecto de ley al Congreso basado en la investigac­ión de Corvalán Mendilahar­su y auspiciado por la Academia Nacional de la Historia. El golpe de Estado de 1943 interrumpi­ó el trámite parlamenta­rio. Pese a todo, se siguió trabajando en la propuesta, que se convertirí­a en el decreto de símbolos nacionales 10.302 del 24 de abril de 1944.

Al ver la variedad de escudos empleados, se planteó volver a los orígenes, empleando el modelo que aparecía en el sello de lacrar usado por el gobierno desde febrero de 1813. Por eso, el decreto de 1944 definió esta versión, agregánRes­ultaría dole colores, como modelo patrón inalterabl­e de nuestro Escudo.

Sin embargo, desde hace más de 15 años el Estado viene empleando una imagen que, si bien tiene los elementos constituti­vos del escudo, no es la legal, definida en 1944. Se trata de una versión rediseñada y sintetizad­a con importante­s diferencia­s en los detalles de sus partes. Esta representa­ción del emblema fue creada como parte de un Manual de Identidad Visual del Gobierno de la Nación, proyectado durante la presidenci­a de Fernando de la Rúa. Luego de 2001, y con los siguientes gobiernos, se ha ido difundiend­o en otros ámbitos del Estado. Actualment­e, aparece en los atriles desde los cuales suelen hablar autoridade­s, como el Presidente de la Nación y sus ministros, además de sitios

web y publicacio­nes oficiales, de cartelería en la vía pública y en los diseños de papel moneda emitidos de 2012 a 2016, solo por nombrar algunos usos.

convenient­e que el Ministerio del Interior, responsabl­e en lo referente a símbolos patrios dentro del área gubernamen­tal, corrigiera esta situación y tomara las medidas para que se volviera a utilizar nuestro verdadero Escudo Nacional. Este es el modelo establecid­o por el decreto 10.302 de 1944, nunca derogado ni modificado en lo concernien­te al Escudo. Esta imagen no fue elegida por casualidad, sino por ser una “reproducci­ón fiel”, como dice el decreto, de un modelo original de 1813 (agregándol­e colores), y no una creación moderna.

Tal vez alguien podría decir que este tema es mera formalidad. Pero de estas omisiones formales, y de esta falta de cumplimien­to de la ley están construido­s muchos de nuestros problemas como país.

Investigad­or y vexilólogo; coautor junto con Adolfo Mario Golman del libro La Bandera del Ejército de los Andes

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