LA NACION

EL ESPEJISMO RACING

ENTRE EL PASO ATRÁS DE ZIELINSKI Y CÓMO LE CUESTA COMO VISITANTE

- Texto Nicolás Zuberman

La goleada en el clásico ante Independie­nte resultó un espejismo para Racing. La derrota de ayer en La Bombonera se podía adivinar cuando apenas iban un puñado de minutos. Desde el arranque, la superiorid­ad de Boca fue táctica. “Entramos tarde al partido”, reconoció el técnico Ricardo Zielinski, que suele eludir las frases rutilantes. El plan del Ruso fue repetir la fórmula que tan bien resultó sobre Independie­nte (30), hace una semana: presionar la salida rival, con Diego González sumado a los delanteros. ¿Hubo algún retoque en la planificac­ión? Según el entrenador, sí: “A diferencia del partido con Independie­nte, fuimos al golpe por golpe en el primer tiempo y nos fue mal. En la segunda etapa nos acomodamos mucho más a lo ancho del terreno y medianamen­te hicimos un buen partido”, explicó. Aunque quedó en evidencia que no tuvo el mismo efecto la estrategia y para el DT fue un paso atrás en un ciclo que no termina de despegar.

Más allá de las búsquedas de Zielinski, la mitad de la cancha nunca encontró el orden. Francisco Cerro, que fue titular ante la ausencia de Marcos Acuña, con neumonitis, no sabía si cerrarse para ayudar a Luciano Aued o quedarse abierto para tapar las subidas de Frank Fabra. Siempre había un hombre de Boca libre para recibir en el círculo central. Y Gago, un maestro en eso del primer pase, aprovechó bien esa ventaja. A partir de ahí, con Tevez o Bentancur que recibían sin marca, el xeneize tejía sus ataques.

Tan notorio era el problema para la Academia que, promediand­o el primer tiempo, el equipo improvisó un rombo en la mitad. Oscar Romero se paró de enganche, con Cerro de volante central y González y Aued a los costados. Pero ese parche no sirvió para tapar las falencias. “Nos estaban superando. Quisimos poner el 4-3-1-2 del que tanto hablan, pero tampoco funcionó. En el segundo tiempo, con el ingreso de Guisao, fuimos más anchos y nos acomodamos. Nos pusimos en partido, pero el cuarto gol definió todo”.

Cuando Patricio Lousteau pitó el final del primer período, el primero en ingresar en la manga fue Lisandro López. Desde allí les hacía señas a sus compañeros para que apuren el camino hacia el vestuario, como si tuviera algo para decir. Si la victoria de Boca ayer no fue mayor fue gracias al liderazgo de Licha. El empuje, la calidad y la capacidad goleadora del delantero maquilló todas las falencias del equipo.

No sólo es cuestión de rendimient­o. En la estadístic­a también falla la Academia. Le cuesta fuera del Cilindro. De los últimos cuatro partidos en esa condición, perdió tres (Atlético de Rafaela, Estudiante­s y Boca) y cosechó un magro empate ante Huracán. Pero lo que más preocupa puertas adentro es que esas actuacione­s fueron discretas, como si el equipo aún no terminara de encontrar su identidad. Del orden que pregona el entrenador Zielinski se vio muy poco en la Bombonera.

Y eso, a dos fechas de que se termine el año, es lo que más inquieta. Porque si bien la Academia aún puede estar en la pelea desde lo numérico, todavía no parece sentir la ropa de candidato. La Bombonera, después del gran triunfo ante Independie­nte, podía ser el marco ideal para esa búsqueda. Sus delanteros demostraro­n que jerarquía arriba les sobra. Pero ayer faltó un equipo que los acompañe.

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