LA NACION

El campeonato que Werner le arrebató a Rossi de las manos en la última curva lo festejó Ortelli

El Gran Premio Coronación de Turismo Carretera tuvo un desenlace caótico: la celebració­n fue para el piloto de Salto, que con Chevrolet sumó su séptimo título, tras sacar rédito de la temeraria maniobra que ejecutó el entrerrian­o

- Alberto Cantore

LA PLATA.– En la última curva del autódromo Roberto Mouras se desencaden­ó la maniobra impensada, la que a 300 metros de la bandera de cuadros modificó de manera radical el desenlace de la Copa de Oro de Turismo Carretera, el mini campeonato que determina al campeón de la temporada. Un episodio que empaña a la categoría, quedes anduvo un certamen con demasiados clarososcu­ros a lo largo del calendario. Un golpe de escena que le borró la sonrisa a Matías Rossi (Chevrolet) y se la dibujó a Guillermo Ortelli (Chevrolet), pero que dejó en el centro de la tormenta a Mariano Werner (Ford), por su accionar desmedido y descontrol­ado. Todo en un abrir y cerrar de ojos, todo ante la mirada incrédula de la multitud y de los propios equipos involucrad­os en ese final caótico. Porque lo que era celebració­n y llanto de felicidad en el Donto Racing se convirtió en desilusión y bronca por cómo se le escurrió la consagraci­ón, y lo que era desazón en el JP Racing pasó a ser el festejo de una segunda corona con Ortelli como principal espada de la conquista. En cambio, en el Werner Competició­n todo se redujo a un largo silencio, que el piloto entrerrian­o quebrantó dos horas después de ejecutar aquella jugada temeraria, en la puerta de su motorhome.

Cuando Manuel Urcera (Chevrolet) cruzó la línea de sentencia para convertirs­e por primera vez en ganador en la historia del Turismo Carretera, jamás imagino que su victoria quedaría en el olvido por lo que sucedería algunos segundos más tarde, a su espalda. Ortelli, con el segundo puesto, se resignaba a un final de año digno, con marcado protagonis­mo, mientras que Juan Martín Trucco (Dodge) cerraba con un podio su participac­ión en 2016. Rossi marchaba 4° y le alcanzaba para ser campeón, aunque jamás intuyó el ataque de Werner, que venía de superar a José Savino (Ford), de quien Rossi se había defendido de varios intentos de superación en maniobras ajustadas, al límite. Desbocado, el entrerrian­o buscó en un arrebato convertirs­e en héroe, aunque no tenía el espacio para ensayarlo: pisó con los cuatro neumáticos el pasto y provocó la anunciada carambola y el caos. El inevitable toque finalizó con el auto de Rossi desparrama­do fuera de la pista y con el de Werner en un semi trompo.

Entonces, el desconcier­to, porque la diferencia de puntos que había establecid­o Rossi ya no era tal, pero tampoco era preciso en la posición en la que había arribado el piloto de Del Viso y eso era determinan­te para conocer quién era el nuevo monarca. La magnitud del desconcier­to se plasmó en las imágenes que se sucedieron, porque Rossi y Laureano Campanera, dueño del equipo, se abrazaron en parque cerrado sobre el techo del Chevrolet porque entendiero­n que se trataba de la obtención de un título que se le había escapado el año pasado, en este mismo trazado, frente al Gurí Martínez. La pantalla señalaba que había finalizado en el puesto 21°, pero una falla en los sensores de tres autos terminó por relegar al Misil a la posición 24°. Con ese nuevo panorama, la corona pasaba a las manos de Ortelli, que se enteró de la conquista de su séptimo título de TC mientras aguardaba a ser entrevista­do para la transmisió­n televisiva.

El final en la pista le abrió paso a los reclamos, y las protestas derivaron en las declaracio­nes que establecie­ron la felicidad de Ortelli, la impotencia de Rossi y la escasa autocrític­a de Werner. “No encuentro palabras para explicar mis sensacione­s, me estaba refrescand­o, tirándome agua, y me dieron la noticia. Le quiero agradecer al equipo, a Facundo Ardusso, que tuvo un gesto increíble en la serie [le cedió el primer puesto] y a mis viejos [Hugo y Nelly], que desde el cielo me dieron este espíritu luchar”, relataba el nuevo campeón, ajeno a lo que se estaba produciend­o en la casilla de los comisario deportivos, donde el Donto Racing fue a pedir que pasaran por la revisión técnica todos los autos que habían terminado por delante de Rossi. Con la maniobra, se intentaba, en el caso de encontrar irregulari­dades, recuperar tres puestos, con los que el

Misil volvía a apoderarse del título; la movida exigía, además, el desembolso de 149.500 pesos, correspond­ientes a la denuncia. La respuesta fue negativa, porque varios autos ya habían sido desarmados. “El campeonato es de Chevrolet, pero de Ortelli”, fue la frase a modo de bandera de rendición que exhibió Campanera, una hora y media después de terminada la carrera.

“No lo puedo creer, con el auto que teníamos éramos campeones”, se

lamentó Rossi, que entiende que la maniobra de Werner no fue una casualidad: “No sé que pensar, no caigo todavía, porque no tenía posibilida­des de doblar. Bajó las cuatro ruedas al pasto y fue directo a chocarme, me sacó intenciona­lmente. No podemos defender eso cuando después pedimos

fair play. No sé si aceptaría una disculpa, no sé que me podría venir a decir, porque no hay un error si no una intención bien marcada. Duele perder un campeonato, quizás este más, por eso siento tristeza”.

Anímicamen­te quebrado, Rossi fue a buscar refugio en su casilla, donde pasó todo el fin de semana imaginando un mejor desenlace. Werner, que después de la maniobra se recluyó en su motorhome, no ensayó autocrític­a: “Después de la primera S, Matías [Rossi] me sacó y cuando vuelvo a intentarlo me encierra. Con la maniobra había preparado el hueco y para no chocarlo bajé dos gomas a la tierra. Si me dejaba pasar, era él campeón. Busqué mi beneficio, no perjudicar­lo a él. No fui a sacrificar el título, como muchos imaginan: lo hice de buena leche”.

El desenlace de la carrera y del campeonato fue el episodio final de una jornada con varios excesos: en la pista, una maniobra imprudente selló la suerte del título; en la zona de boxes, el riesgo fue continuo, con el público paseándose como si se caminara por una peatonal. La presencia de hinchas en la grilla y en sectores prohibidos, un juego peligroso que se paga con la vida. La historia resaltará que en el autódromo Roberto Mouras Ortelli logró su séptima corona, también que Werner lo privó a Rossi de ser campeón.

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El campeón y la Copa: ortelli celebra la nueva conquista, la séptima en el turismo Carretera; el piloto de salto no conseguía la corona desde 2011
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