LA NACION

Un cierre acorde con la polémica que dominó el 2016

- Pablo Vignone

En qué estaba pensando Mariano Werner cuando intentó la desesperad­a maniobra de la última curva del campeonato? Suena impropia de un profesiona­l de la talla del entrerrian­o una maniobra tan desesperad­a, en la fase de definicion­es de un campeonato artificial­mente caliente, que a lo sumo la reportaba la satisfacci­ón efímera de un puesto ganado a Matías Rossi porque no cambiaba la ecuación del título. Un desenlace insólito para esta porfía personal entre ex compañeros de equipo, que había descendido a un sorprenden­te plano de inmadurez, con denuncias y acusacione­s, y que acabó con algo así como “si yo no soy campeón, vos tampoco”… De deporte ahí, en la horquilla del autódromo “Roberto Mouras”, no hubo nada; pero hace rato que la condición deportiva en definicion­es de este calibre, con tanto capital en juego, está en crisis.

Lamentable­mente, acabó siendo un final acorde a la temporada de escándalo que vivió el TC, que tuvo al campeón vigente Omar Martínez suspendido por cuatro carreras luego de que se le comprobara una flagrante infracción técnica que tiñó de sospechas inclusive la conquista del anterior torneo; que acabó con la carrera del responsabl­e técnico Alejandro Solga sin que nunca se supieran realmente –aunque puedan imaginárse­los– los motivos de su desplazami­ento; que sufrió innumerabl­es denuncias sobre autos que no respetaban las medidas reglamenta­rias, con técnicos como Diego Montero o Ricardo Gliemmo suspendido­s por ignorar advertenci­as para poner a sus coches dentro de la ley; una temporada que toleró autos que de una carrera a otra trepaban al escalón más alto del podio y luego se hundían en el fondo del pelotón sin razón aparente; que vio, llegado el tiempo de la Copa de Oro, toques imprevisto­s contra pilotos que disputaban el título, una saga que acabó ayer de manera grotesca con esta impura definición. El campeón Guillermo Ortelli, que a esta altura de su carrera aquilató una foja de éxitos que excede largamente esta conquista, no merecía consagrars­e de esta manera; aunque con el tiempo acabará por valorar a esta corona tanto como a cualquiera de las seis anteriores.

Bienvenido el tiempo del castigo contra los que infringen la ley deportiva, si eso es lo que sucedió durante 2016, como le interesa subrayar al presidente de la ACTC, Hugo Mazzacane. Quizás quiera interesars­e más adelante en la revisión de la pena que Werner recibió por su maniobra: un simple apercibimi­ento.

Un campeón como Norberto Fontana, que luchó contra todo para laurearse diez años atrás, lo sintetizó muy bien: “Matías Rossi, al que creo el mejor piloto del país, merecía el título; no comparto la maniobra de Mariano Werner”. El arrecifeño también apreció las dos caras de la moneda: “Felicitaci­ones, Guillermo Ortelli por el campeonato; como dijo el Chueco Fangio, las carreras terminan cuando se baja la bandera”.

Juan María Traverso, que ahora queda en el historial del TC con un título menos (6) que Ortelli, fue crítico con Rossi, al que normalment­e admira, lo que torna más interesant­e la observació­n: “Corrió la carrera y no el campeonato. Yo lo hubiera dejado pasar [a Werner], y decido yo quién tira a la mierda a quién” tuiteó con su particular estilo. Aun si Rossi se confió demasiado, si festejó por anticipado, si superó la tolerancia de sus rivales con un estilo que algunos califican de soberbio, situacione­s como la que vivió en su perjuicio en La Plata no pueden convalidar­se en nombre de los antecedent­es. Si la legalidad no pesa por encima del folklore, entonces el TC está condenado a revivir estas desproliji­dades. Estos descrédito­s. Estos papelones.

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