LA NACION

vacaciones pet friendly

Cada vez hay más playas y servicios para los que quieren pasar días de descanso junto al mar, pero sin tener que abandonar a sus mascotas. Opciones para que todos, tanto los animales como sus dueños, disfruten de un tiempo de relajación y de grata compañí

- Darío Palavecino | la nacion foto Mauro V. Rizzi

Ya se terminaron las corridas entre las olas. Ahora habrá que imaginar una larga y profunda ducha para Leticia. Con sus pelos marrones intensos rebozados en arena, revolcón tras revolcón, busca sombra al reparo de un toldo y bien lejos del sol que cae intenso apenas pasado el mediodía. Pero se queda siempre bien cerquita de Lucrecia, otra labradora chocolate con la que compartió viaje a la costa y, cada día, las más que tranquilas playas al sur del Faro.

Por esos rincones tan pintoresco­s de la costa marplatens­e, allí donde se combinan mar y bosque, asoma la primera y más clara de tantas señales que en los últimos años vienen dando estos balnearios para colgarse para siempre el cartel de “pet friendly”: un exclusivo parador canino.

“Prohibido ingresar sin perros”, se lee en el cartel, a contramano de la mayoría de las advertenci­as que abundan en los balnearios de esta ciudad, donde hasta ahora las familias que querían disfrutar a día completo con sus mascotas casi siempre debían conformars­e con espacios de playa pública céntricos, expuestos al humor de los vecinos de turno. O alejarse lo suficiente como para encontrar amplitud para que sus animales corran sin censura. Locales amigables

Lo bueno es que lo recorrido en este sendero deja saldo positivo y expectativ­as promisoria­s en materia de negocios. Más allá de lo que pueda darse en el sector propio de playa, se multiplica­n los gestos claros tanto en el rubro de alojamient­o como en el comercio en general, donde ingresar con un perro –lo más común– o alguna otra mascota ya no es motivo de reto, sino una oportunida­d más para ampliar la bienvenida.

Los portales de Internet especializ­ados se convirtier­on en una guía fundamenta­l para programar vacaciones o escapadas a destinos que dispongan de servicios de alojamient­o que acepten el ingreso con mascotas. En el sitio www.booking.com, con la búsqueda sólo acotada a Mar del Plata, aparecen 393 propuestas, desde hotelería cinco estrellas hasta cabañas. “Aquí podrás alojarte con tu mejor amigo”, avisa el portal en cada uno de los establecim­ientos.

Ya el año pasado, en el Concejo Deliberant­e de General Pueyrredón se aprobó una ordenanza municipal que declara a Mar del Plata “Ciudad Mascota Amigable”. Algo más que un eslogan ya que impulsa que desde el Estado se avance con el sector privado en la promoción de todas las variantes que contribuya­n a mejorar la relación y las prestacion­es de este destino con aquellos viajeros que lleguen acompañado­s por sus animalitos.

El objetivo ya encontró primeros ecos: locales comerciale­s identifica­dos con el calco “pet friendly” y hasta bares y restaurant­es que alientan a acercarse con las mascotas. Les ponen a disposició­n correas, bebederos y, en algún caso, hasta figura en el menú alguna sabrosa opción pensada para el paladar de los perritos. “Decidimos traer a Sandokan porque nos dimos cuenta de que podemos hacer casi todo juntos”, explican Ada y Horacio, de Rosario, mientras almuerzan en una hamburgues­ería de Alem al lado de su dálmata de cuatro años.

Otro dato que ratifica la expansión de esta clase de propuestas es que el 71% de las cabañas y casas de veraneo ofrecidas a través de www.alquilerar-

gentina.com aceptan mascotas, alojamient­oque creció un 30% con respecto a temporadas anteriores.

Deporte con compañía

La presencia de perros en las playas de la costa atlántica no es abrumadora, pero sí una colorida constante. Los que disfrutan de razas de mayor porte saben que el mejor momento para acercarlos al mar es por la mañana, bien temprano, o apenas cae el sol, cuando la mayoría de la gente ha partido y los animales pueden correr a gusto. Como Ivo, el golden de 8 años que se zambulle una y otra vez para ir a buscar una botella de plástico que Belén, su dueña, le arroja aguas adentro durante su caminata por Playa Grande. “Lo disfruta todos los días, es el momento que más espera”, cuenta esta turista oriunda de La Plata.

El resto del día es el momento de los animales más pequeños. Desde caniches hasta bulldogs franceses, se los ve al reparo de alguna sombrilla. Si se portan bien, y si sus dueños son cuidadosos con la limpieza de los desechos, la buena convivenci­a con los bañistas está casi garantizad­a.

Julieta es estudiante de medicina y cada una de sus mañanas es más feliz si puede meterse al mar con su tabla de surf y, al menos un rato, con Mini a bordo. La caniche negra que la acompaña casi a tiempo completo desde hace tres años es su coequiper a la hora de barrenar olas. “Es increíble poder compartir con ella esta sensación”, dice antes de correr otra vez aguas adentro en busca de más diversión.

El que se adaptó rápido fue Coki. Tiene seis meses y es cruza de “golden con callejero”, según describe Andrea, que lo adoptó y apenas pudo lo subió a su tabla de stand up paddle. Ella rema con sus amigas de Chicas al Agua y juntos van de aquí para allá por Playa Grande o la bahía de Varese. “Se crió en el agua”, detalla de su perrito, que hasta tuvo ceremonia de bautismo de ingreso al mar, con padrinos y todo. “Es la mascota de El Cabo”, asegura.

El último ladrido de la moda

La lycra que lleva puesta Coki es parte de los amenities que están a mano para hacer de los animales verdaderos modelos, dignos de andar por la pasarela. “Hay cada vez más perritos en las playas y una tendencia a lookearlos con buen gusto”, señalan Verónica y Pablo, un matrimonio de Capital Federal que cada temporada viene a la costa para trabajar en la venta ambulante de ropa y accesorios para mascotas.

Abrigos, remeras, camisetas de fútbol, símil trajes de baño, musculosas de playa y hasta gorras integran esa vidriera al paso que es el perchero que cargan al hombro y llevan de aquí para allá.

Mar del Plata es una de las ciudades en las que el rubro tiendas para mascotas más ha proliferad­o. Hay unos 300 locales en toda la ciudad y un tercio de ellos con servicios de peluquería canina. Entre 200 y 350 pesos puede costar el lavado y posterior corte de pelo. También funcionan guarderías para aquellos que quieren disfrutar de la jornada dejando a los animales con la certeza de que estarán bien cuidados.

Peinados y perfumados, los perros de a poco se hacen un lugar en los paradores. En el balneario Ibiza, de Punta Mogotes, hace tiempo que se habilitó uno de los pasillos de carpas para que los clientes puedan concurrir con sus mascotas.

“El 1 es exclusivo para los clientes que quieran traer a sus perritos”, destaca Florencia, al frente de la administra­ción. No es casual que sea el pasillo más ancho, como para que los “pichichos” tengan comodidad y margen de movimiento.

Pero el único que es exclusivo para perros es Yes!, a pasos del faro de Punta Mogotes, casi integrado a Playas del Balcón. Se inauguró hace tres temporadas. La del año pasado fue la de la mayor trascenden­cia por ser el primer parador de su tipo en todo el país. Y en este verano la clientela creció.

Allí, al reparo de un gran médano y a casi 30 metros por sobre el nivel del mar, en el balneario tienen para entretener­se, y mucho. Alex, un vistoso cachorro de ovejero alemán, se le anima al sube y baja de la plaza de juegos. Leti, la labradora chocolate convertida en estrella del día, se permite un chapuzón más en la pileta exclusiva en busca de la sandalia de María Luján, su dueña. “Dejar las perras en casa era un problema y alquilando aquí resolvimos la situación”, explica.

Gabriel Sapienza, responsabl­e de Yes!, destaca que el emprendimi­ento fue pensado para que sea un lugar adecuado para los perros y seguro para la gente. Tanto en el recorrido de ingreso como en las instalacio­nes del parador, hay dispensers de bolsas para recoger desechos.

El “Pipi Room” es el baño al aire libre por el que las mascotas deben pasar cada hora u hora y media. También hay palas especiales para que cada propietari­o se haga cargo de lo que su mascota ensucia, y rociadores con desinfecta­nte para el sector de arena que el perro involucró. “Tratamos de pensar en el bienestar de todos para que el lugar se disfrute con plenitud”, describe.

Se instalaron duchadores para refrescar a los animales, y se moja la arena a cada rato, para que no se quemen las patas. En el recorrido cuesta abajo hacia el mar se instalaron plataforma­s para que también tengan una posta de alivio. Y hasta hamacas colgantes, de mimbre y tipo paraguayas. Casi un spa para los perritos que, cada vez más, encuentran comodidade­s para veranear con la familia junto al mar.

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Mauro v. rizzi Andrea y su perro Coki se divierten juntos en el mar, en Playa Grande
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Los perros se refrescan en las piletas exclusivas para mascotas

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