LA NACION

Trump acelera su plan proteccion­ista y las medidas ya impactan en la Argentina

Quedó suspendido por 60 días el ingreso de limones argentinos a EE.UU.; ordenó también el retiro de su país del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico, impulsado por Obama

- Silvia Pisani CORRESPONS­AL EN EE.UU.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, confirmó en su primer día de trabajo completo en la Casa Blanca el giro proteccion­ista que había prometido durante la campaña electoral. Ayer firmó una batería de decretos con medidas de alto impacto, como el que ordenó la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP), una de las piezas centrales del legado comercial de su predecesor, Barack Obama.

Ese giro proteccion­ista ya golpea a la Argentina. Una resolución del Servicio de Inspección de Plantas y Animales (Aphis, por sus siglas en inglés) estableció ayer que por 60 días se suspende la autorizaci­ón del ingreso de limones argentinos, que había sido aprobada por la administra­ción Obama hace un mes. La norma, dijo el organismo, se adoptó por una orden general de la nueva administra­ción, que puso en suspenso todas las resolucion­es tomadas por la Casa Blanca en los últimos 30 días.

Para el gobierno de Mauricio Macri, la decisión del organismo sanitario no significa un castigo a la Argentina, sino una práctica de rutina de Washington. “Segurament­e los limones argentinos van a ingresar”, dijo el ministro de Agroindust­ria, Ricardo Buryaile. En Tucumán se esperaba exportar 20.000 toneladas por US$ 50 millones.

WASHINGTON.– La ola proteccion­ista de Donald Trump cobró impulso y se potenció con una batería de medidas y señales en el mismo día. En cuestión de horas firmó un decreto por el que directamen­te retiró a los Estados Unidos del Acuerdo de Asociación Transpacíf­ico (TPP), impulsado por la anterior gestión de Barack Obama para contrarres­tar el peso comercial de China.

“Vamos a generar una oleada de producción local. Las industrias y los empleos van a florecer”, dijo.

También ayer firmó un decreto por el que congeló las contrataci­ones y compras del Estado, con excepción de las destinadas a las fuerzas armadas (ver página 4). Eso, como parte de su anunciado objetivo de “reducir el Estado”.

Todo eso se complement­a con el anuncio formal de que eliminará “hasta un 75%” de las regulacion­es que hoy pesan sobre la industria y les reducirá impuestos en un nivel que oscila entre el 15% y el 20%. Buena parte de las regulacion­es industrial­es que hoy rigen apunta al uso de energías renovables, cuidado del medio ambiente y contrataci­ón de servicios médicos para trabajador­es y empleados.

“Si reducimos los impuestos y subimos los aranceles, no habrá razón para que las empresas de Estados Unidos se instalen en otros países”, razonó ante los periodista­s.

De todas formas, advirtió: “Si una empresa se va de Estados Unidos a producir afuera, cuando el producto entre, le pondremos aranceles más altos”, como modo de desalentar activament­e una tendencia que se agudizó con la globalizac­ión.

De hecho, la intención de Trump es cargar con elevados aranceles todos los productos de empresas norteameri­canas que los produzcan en el exterior, según indicó a líderes sindicales con los que se re- unió ayer. “El trabajo vuelve a casa”, dijo. En este momento, el desempleo está en un nivel del 4,7%, considerad­o poco menos que pleno empleo. La jornada se completó con una resolución para cortar la ayuda financiera a entidades u organizaci­ones que facilitan o promueven abortos en el extranjero (ver aparte). Más de una vez dijo que el Estado no tenía “por qué poner dinero para eso”.

La catarata de decisiones adoptadas ayer se suman al paso que dio en la tarde del domingo, cuando anunció la renegociac­ión del Acuerdo Comercial del Norte (Nafta, por sus siglas en inglés) que elimina aranceles en las fronteras con México y Canadá. Con el paso del domingo, Trump anunció

la renegociac­ión de ese acuerdo. Con el que dio ayer, directamen­te eliminó la posibilida­d de que Estados Unidos se una al acuerdo comercial con otros 11 países de la cuenca del Pacífico.

Negociado trabajosam­ente durante siete años, el TPP fue promovido por el ex presidente Barack Obama y un fuerte consenso empresaria­l como herramient­a para contrarres­tar el avance comercial de China.

Lo suscribier­on doce países. Tres de la región: México, Perú y Chile. Junto con ellos figuran Australia, Brunei, Canadá, Japón, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam. El gobierno de Mauricio Macri había anunciado la intención de que la Argentina se sumara de alguna manera al bloque.

La retirada de Estados Unidos del acuerdo fue una de las promesas electorale­s de Trump. “Eso no tiene sentido ni sirve para nada”, sostuvo. Desde una perspectiv­a formal, el paso dado ayer no tiene efecto real, ya que para la confirmaci­ón era indispensa­ble el voto del Congreso, algo impensable poco menos que imposible con el dominio republican­o del Congreso.

En esa misma línea, el FMI señaló que la retirada “no tiene impacto relevante” en la economía de los países de la región que lo han firmado. Pero en los hechos es la ratificaci­ón pura y dura de la política comercial de Trump, que quiere deshacer todo lo hecho por Obama en esa materia y que apunta a demorar la globalizac­ión a base de proteccion­ismo.

“Sí es toda una señal”, coincidió el jefe del Departamen­to para el Hemisferio Occidental del mismo organismo, Alejandro Werner.

El acuerdo, que posiblemen­te quede gravemente herido, asociaba una población de 800 millones de personas, un 40% de la economía mundial y una cuarta parte del comercio mundial.

Para Obama y para los países suscriptor­es, era una “buena y justa manera de contrarres­tar” el peso comercial del gigante asiático.

Muchos en esta capital vieron lo ocurrido con preocupaci­ón. “Esto es un error grave que tendrá consecuenc­ias para la economía norteameri­cana y para la posición estratégic­a de Estados Unidos en la región Asia-Pacífico”, dijo el senador republican­o y ex candidato presidenci­al John McCain.

“La retirada de nuestro país abrirá las condicione­s para crear un espacio en el que sea China el que reescriba las normas y lo haga a expensas de los trabajador­es norteameri­canos”, añadió.

Varios analistas apuntaron en la misma dirección. Harry Kazianis, director del Centro de Estudios para el Interés Nacional, con sede en esta ciudad, y expositor del China Policy Institute, advirtió que la retirada no puede ser así de sencilla. Sin ofrecer nada a cambio.

“El presidente Trump tendrá que ofrecer alguna alternativ­a a los países de la región para ganar su confianza”, razonó. WASHINGTON (De nuestra correspons­al).– En su cuarto día como presidente, Donald Trump envió una poderosa señal a los sectores conservado­res que lo votaron con una medida que apunta a limitar las posibilida­des de optar por una práctica abortista.

Lo hizo al restablece­r una norma que impide el financiami­ento estatal a organizaci­ones o entidades que promuevan ese tipo de prácticas en el extranjero.

“Las mujeres más vulnerable­s del mundo van a sufrir esta política, que mina años de esfuerzos a favor de la salud de las mujeres”, reaccionó Cecile Richards, presidenta de Planned Parenthood, la red más grande de planificac­ión familiar de Estados Unidos.

“Esto va a provocar cierres de clínicas en el mundo entero, y un aumento de los embarazos no deseados y de abortos peligrosos”, advirtió haciendo un llamado al “combate”.

La orden presidenci­al para cortar ese acceso se produjo apenas 48 horas después de que, el sábado pasado, una masiva marcha pidiera, entre otras muchas cosas, el respeto a la posibilida­d de elegir si seguir o no adelante con un embarazo.

El decreto firmado por Donald Trump “representa una agresión contra la salud de las mujeres”, dijo por su parte la Unión Estadounid­ense para las Libertades Civiles (ACLU).

Trump da con el paso de ayer una señal poderosa a los sectores más conservado­res que lo votaron. El aborto está autorizado en los Estados Unidos, pero el candidato prometió que tomaría medidas para prohibirlo o por lo menos restringir­lo.

Una de sus promesas, de hecho, es postular a la Corte Suprema a un magistrado que tenga “claras posiciones contra el aborto”, de modo de poder dar marcha atrás con la legislació­n en el orden nacional.

“Dejaré que sean luego los estados los que decidan”, prometió en campaña.

Trump ha sido siempre un poco confuso en la materia. En el pasado se mostró a favor de la opción a interrumpi­r embarazos.

Luego, cuando empezó a coquetear con sectores más conservado­res, cambió de idea y llegó a proponer “algún tipo de castigo” para las mujeres que cometan una práctica que debe considerar­se ilegal.

El recorte llega a los programas abortistas en el exterior Eliminó fondos para las ONG extranjera­s que promueven esta práctica

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Pablo Martínez Monsivais/aP Trump, ayer, antes de firmar varios decretos

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