Con desconfianza, el régimen de Al-Assad y los rebeldes negocian una nueva tregua
El encuentro lo promueven Rusia y Turquía para poner fin a una guerra civil de seis años
ASTANA.– En un intento por sepultar seis años de una guerra civil en la que murieron decenas de miles de sirios, el gobierno de Bashar al-Assad y los rebeldes iniciaron ayer las negociaciones de paz en Astana, Kazakhstán, impulsadas por Rusia y Turquía.
Esta vez los emisarios del presidente sirio Al-Assad y los rebeldes sirios acordaron que se enfrentarían cara a cara, pero la primera jornada estuvo marcada por la negativa de último minuto de los insurgentes en negociar directamente con el régimen, a pesar de que ya se habían sentado a la mesa.
Damasco insiste en la creación de un “proceso político” y los rebeldes reclaman que terminen “las operaciones militares”.
Estas conversaciones se producen en un nuevo contexto en Siria en los últimos meses, tras la decisiva intervención militar rusa en apoyo del régimen y la progresiva pérdida de influencia de Washington y la consecuente debilidad de los rebeldes.
Las tropas sirias recuperaron a fines de 2016 el control total de Aleppo, la segunda ciudad del país, obligando a los rebeldes a aceptar un alto el fuego negociado por Rusia, aliado de Damasco, y Turquía, en apoyo de los rebeldes. En la cumbre de Astana no se mencionó, como antes, la eventual salida del poder de Al-Assad.
Luego de una pausa, las discusiones en salas separadas se reanudaron: los rebeldes indicaron que se entrevistarían con los turcos mientras los emisarios del régimen lo harían con los rusos.
Estas negociaciones son las primeras entre Damasco y los jefes rebeldes con varios miles de combatientes a sus órdenes y con control efectivo de territorio sirio.
Las partes afirmaron que esperaban antes que nada extender el alto el fuego instaurado el 30 de diciembre en Siria tras una mediación ruso-turca que tuvo como consecuencia la reducción de la violencia, a pesar de violaciones regulares de la tregua.
Operaciones militares
La delegación rebelde insistió en “el cese de las operaciones militares” en Siria y en la mejora del ingreso de la ayuda humanitaria para la población civil, según Osama Abu Zeid, uno de los voceros.
Los rebeldes también pidieron que las milicias iraníes, lideradas por el Hezbollah, que combaten junto con las tropas del régimen, así como los combatientes kurdos del Partido de la Unión Democrática (PYD), sean designados “grupos terroristas”.
El jefe de la delegación de Damasco, Bashar Jaafari, insistió por su parte en la creación de un “proceso político” para resolver el conflicto y una separación estricta entre rebeldes y los jihadistas del grupo terrorista Estado Islámico (EI) y Fatah al Sham (ex frente Al-Nusra, Al-Qaeda en Siria).
Sin embargo, los rebeldes advirtieron que, de fracasar estas negociaciones, retomarán las operaciones militares.
El enviado especial de la ONU para Siria, Staffan de Mistura, mediador entre los dos bandos, llamó a la creación de un mecanismo de vigilancia y de implementación del alto el fuego en el terreno.
Los rebeldes apoyan esta propuesta porque es “una base fuerte que podría continuar en Ginebra”, en donde deben comenzar el 8 de febrero negociaciones políticas bajo el paraguas de la ONU, dijo Yehya al-Aridi, un vocero rebelde.