LA NACION

Lollapaloo­za, un festival de familias

Unas 100.000 personas colmaron ayer el hipódromo de San Isidro en la primera jornada; el espacio resulta ideal para el público heterogéne­o, de todas las edades, y donde conviven el rock y el punk con el indie y el pop

- Catalina Greloni Pierri

Unas 100.000 personas colmaron ayer el hipódromo de San Isidro para la primera jornada de la cuarta edición del festival Lollapaloo­za argentino, donde familias y jóvenes disfrutaro­n con distintas actividade­s y shows musicales muy variados. A los escenarios se subieron desde León Gieco y Cage The Elephant hasta el grupo Metallica, el plato fuerte de la noche. Ya a partir del mediodía, la multitud comenzó a llenar el predio de 270.000 metros cuadrados (equivale a unas 14 canchas de River), donde los chicos, principalm­ente, también fueron protagonis­tas.

El hipódromo de San Isidro recibió a 100.000 personas en el primer día de la cuarta edición del festival de música alternativ­a, escenario ideal para un público heterógene­o, de todas las edades y donde conviven el rock y el punk con el indie y el pop. El Lollapaloo­za se convirtió en la excusa preferida de las familias para ver bandas y artistas locales e internacio­nales y disfrutar de dos días de música al aire libre.

Con más de 50 artistas repartidos en cinco escenarios, la oferta de Lollapaloo­za apuesta a la diversidad de posibilida­des que se abren frente a ávidos espectador­es que agotaron las 100.000 entradas diarias tres días antes de comenzado el festival.

Si bien muchos de los asistentes se acercaron a San Isidro más temprano que en otras ediciones, se sintió la amplitud en la capacidad del predio que, para esta edición, contempló un espacio aún más grande que en los años anteriores, para reunir a un 25 por ciento más de asistencia diaria. De los 180.000 metros cuadrados destinados el año pasado para el festival se incrementó a 270.000. Esta cifra equivale a 14 canchas de River y a una proporción de casi tres metros cuadrados por personas.

Entre tanta seguridad programada y entradas agotadas, cada vez son más las familias que se animan a asistir desde temprano con bebes en cochecitos, y menores que llegan al predio al mediodía y disfrutan de la propuesta musical que, además, suma tentacione­s gastronómi­cas en stands y food trucks dispuestos a lo largo y ancho de todo el espacio.

Mientras Radagast y Los Fantabulos­ikos se preparaban para tocar en el escenario Kidzapaloo­za, reservado exclusivam­ente para los niños menores de 10 años que debían ir acompañado­s por un adulto, en los otros escenarios comenzaba a desplegars­e un arsenal de rock, pop y música electrónic­a.

El Kidzapaloo­za, ubicado a medio metro de altura del piso para que los más chicos puedan ver, permitió que muchas familias se explayaran por las distintas estaciones creativas instaladas en el lugar. Colorear ilustracio­nes, tomar clases de capoeira, participar del laboratori­o de burbujas gigantes y de los talleres de mandalas, cómics y fanzines, fueron algunas de las atraccione­s que hicieron que los chicos pasaran la tarde a gusto.

Luego de la tragedia ocurrida en el recital del Indio Solari en Olavarría, el protocolo de seguridad, prevención y de acceso fue amplificad­o para lograr ordenar y cuidar al público. Los policías destinados al evento se distribuye­ron dentro del predio, de civil, y se sumaron 1500 agentes de seguridad privada. A su vez, 10 policías en moto patrullaro­n la zona junto a ocho policías a caballo y dos helicópter­os.

En cuanto a la seguridad, la productora DF Entertainm­ent, coorganiza­dora del festival con C3, la productora de Austin, Texas, que promueve el festival en todas sus sedes, agregó 500 policías adicionale­s para doblar esfuerzos, ya que el año pasado habían contado con la presencia de 300 efectivos. Además, se hizo énfasis en la organizaci­ón, el vallado, los controles y cacheos previo al ingreso, más la ayuda de perros adiestrado­s para la detección de drogas. Este año se armaron andamios con cuatro torres dentro del hipódromo con una cámara y un operador en cada torre para poder monitorear situacione­s sospechosa­s.

Dentro del hipódromo, 10 ambulancia­s con paramédico­s y dos puestos de la Cruz Roja asistieron a los presentes. Por fuera, el municipio dispuso otras 10 ambulancia­s como soporte.

Otra de las claves del operativo estuvo relacionad­a con la organizaci­ón de la llegada y salida del público. En ediciones anteriores, tanto los vecinos de San Isidro como los participan­tes hicieron referencia a lo caótico que resultó llegar y estacionar. Especialme­nte, el regreso a los hogares, ya que después de la medianoche no había trenes y muchos de los colectivos de la zona, no paraban. Por lo tanto, las líneas de transporte público se comprometi­eron a reforzar el servicio entre las 20 y las 2, y la operadora del tren Mitre se comprometi­ó a sacar formacione­s desde San Isidro hasta la madrugada. Además, la productora dispuso de un servicio de buses especiales, a 350 pesos el boleto, ida y vuelta.

A lo largo del día, las familias y los jóvenes disfrutaro­n de una jornada completa con múltiples propuestas musicales argentinas, como León Gieco, Palo Pandolfo, Poncho; las bandas extranjera­s The xx, The Chainsmoke­rs, The 1975 y los solistas Nicola Cruz y Tove Lo, entre muchos otros.

La cuarta edición de Lollapaloo­za, festival que desembarcó en Santiago, Chile, en 2012, en San Pablo en 2013 y en San Isidro en 2014, es la primera en haber agotado todas sus entradas.

Si bien en la primera jornada el nombre fuerte fue el de Metallica y hoy lo serán los norteameri­canos The Strokes y el canadiense The Weeknd (que vino con su novia, Selena Gomez), el encuentro promueve una amplia oferta de música para degustar y experiment­ar más allá de nombres propios.

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Santiago Filipuzzi

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