LA NACION

Qué hará el ejército, la duda sin respuesta

Daniel Lozano —PARA LA NACION—

- Daniel Lozano

“La Fuerza Armada Nacional Bolivarian­a [FANB] comparte encuentro deportivo a siete años de la creación heroicadel­aMiliciaBo­livariana,conauténti­ca camaraderí­a y fraternida­d”, escribió ayer en su cuenta de Twitter el general Vladimir Padrino López, ministro de Defensa. Como si nada estuviera pasando en Venezuela.

Este general, comandante estratégic­o operaciona­l, acumula una serie de poderes sorprenden­tes para una administra­ción civil. De él depende no sólo la seguridad nacional, sino también la distribuci­ón de alimentos en la época de la escasez y el desabastec­imiento. Es un hombre clave para el madurismo, a la misma altura que el vicepresid­ente Tareck El Aissami. De momento mantiene prietas las filas de una cúpula militar privilegia­da, cuyo presupuest­o supera nueve veces al del Ministerio de Alimentaci­ón.

Es un mando firme que no la ha exonerado de acusacione­s muy graves por corrupción, sobre todo a los vinculados con los alimentos. “Pasaron de ser héroes a corruptos. De ser una esperanza a un fracaso, de una alternativ­a de poder a que muchos quisieran que no existan”, resume Rocío San Miguel, presidenta de Control Ciudadano para la Fuerza Armada Nacional.

Pese a todo, los militares vuelven a estar en el centro de las miradas, tanto oficialist­as como opositoras. El grueso de la cúpula de la FANB se mantenía ayer firme junto al poder, con apoyo “irrestrict­o”, como repiten siempre que pueden, pese a las constantes invocacion­es opositoras tras denunciar la Fiscalía General de la República que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) había roto con sus dos últimas sentencias el orden constituci­onal.

La única voz discordant­e la aportó el mayor general retirado Clíver Alcalá Cordones, chavista hasta la médula y crítico con Maduro, que apeló a sus compañeros de armas para mantener “el respeto irrestrict­o a la Carta Magna, a ese pacto social que no lo dimos nosotros”.

Palabras semejantes a las que en estas horas repiten los dirigentes de la Mesa de la Unidad Democrátic­a (MUD). “A nuestros hermanos militares: sean los primeros guardianes de la democracia y de la Constituci­ón. Deben escoger entre ser los dignos hijos de Bolívar o los custodios de Maduro”, señaló Stalin González, jefe de la bancada opositora.

Por parecidos caminos transitó el presidente de la Asamblea, Julio Borges, para quien “las fuerzas armadas tienen que ser el garante de la defensa de la Constituci­ón, que sus oficiales no sientan que hay un conflicto entre seguir su conciencia y la Constituci­ón y obedecer órdenes contrarias a esa Constituci­ón”.

En cambio el referente opositor y gobernador de Miranda, Henrique Capriles, que se reunió ayer con el secretario general de la OEA, Luis Almagro, en Washington, fue más allá, al denunciar la complicida­d de la cúpula del ejército con el golpe.

Pese a estar ya en el siglo XXI, Venezuela mantiene una relación mitómana con su ejército. No hay conversaci­ón sobre el futuro en la que no aparezca, como si un bando supiera que los necesita para mantenerse en el poder y como si el otro estuviera convencido de que sólo las fuerzas armadas pueden obligar a que se realicen unas elecciones olvidadas hoy por la revolución.

“Las fuerzas armadas se mantienen muy apegadas al gobierno madurista como ya lo estuvieran antes con Chávez. Es un régimen militarist­a, en el que tienen el poder de mando y en el que ya se han producido varias purgas”, sostuvo la analista María Teresa Torres.

La principal purga la sufrió el general Raúl Isaías Baduel, ex ministro de Defensa que fuera amigo íntimo de Chávez, fundamenta­l para que éste recuperara el poder durante el golpe de Estado de 2002. Contra este militar se levantaron recienteme­nte cargos por rebelión contra el gobierno de Maduro, cuando estaba a punto de cumplir una condena de ocho años de cárcel por supuesta corrupción. Otros nueve militares de su entorno siguen detenidos por participar en esa presunta conspiraci­ón.

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