LA NACION

las raíces cada vez más hondas del narcotráfi­co.

Importante­s procedimie­ntos antidrogas revelan el apabullant­e avance de este flagelo que creció al amparo del silencio de muchas autoridade­s

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Importante­s procedimie­ntos antidrogas revelan el apabullant­e avance de este flagelo.

La sociedad no había digerido aún el avance del narcoestad­o en la Argentina a raíz de lo sucedido en Itatí, donde se apresó al intendente, al viceintend­ente y al jefe policial por sus presuntas vinculacio­nes con el narcotráfi­co, cuando sin tregua, una sucesión de noticias conocidas días pasados agregó horror al horror al aportar más datos sobre el dominio territoria­l y aéreo y los recursos gangsteril­es de las bandas de narcos.

Importante­s procedimie­ntos están sacando a la luz las raíces cada vez más hondas que ha echado el narcotráfi­co en la Argentina.

Primero fue la emboscada y el ataque a balazos de integrante­s de la banda Los Monos a un patrullero de la policía de Santa Fe que transporta­ba a Luis “Pollo” Bassi desde el tribunal en el que se lo juzgaba junto a otros imputados como presunto instigador del crimen de Claudio “Pájaro” Cantero. Ese asesinato ocurrió en 2013 y Cantero era el líder de Los Monos. Su muerte fue una de las consecuenc­ias de la lucha por el dominio territoria­l para la venta de droga en el sur de Rosario, que desde hace varios años ha sumido a la ciudad en la violencia. El padre y dos de los hermanos de Bassi fueron asesinados por Los Monos en represalia, y Bassi, ex barrabrava de Newell’s, salvó su vida en el reciente ataque al patrullero y manifestó su extrañeza porque los policías no habrían repelido el ataque. Días después, la justicia de Rosario lo absolvió a él y a otros dos acusados del crimen de Cantero, aunque permanecer­án en prisión debido a otras causas en las que están involucrad­os.

Simultánea­mente, informó que una fiscal federal analiza pedir la indagatori­a del gobernador de Corrientes, Ricardo Colombi, por presunta obstrucció­n a la Justicia e incumplimi­ento de los deberes de funcionari­o público porque en diciembre pasado irrumpió en un allanamien­to en Goya ordenado por el juez federal de Reconquist­a en una causa por narcotráfi­co.

El operativo lo dirigía el jefe de Drogas Peligrosas de la policía santafecin­a, quien fue arrestado presuntame­nte por orden del gobierno correntino. La declaració­n del jefe policial habría sido decisiva para que se abriera una investigac­ión sobre el extraño accionar de Colombi.

A su vez, en esa provincia, una investigac­ión llevada a cabo por la Gendarmerí­a Nacional a partir de 2013 reveló que una organizaci­ón narco transnacio­nal, integrada por argentinos, brasileños, paraguayos y bolivianos, empleaba dos estancias cercanas a Santo Tomé para permitir la operación de avionetas para el acopio de grandes cantidades de cocaína provenient­e de Bolivia.

Algo similar ocurría en la provincia de Buenos Aires. En octubre de 2015, un llamado anónimo reveló a las autoridade­s el nombre de una mujer que vendía droga al menudeo. Fue el inicio de una investigac­ión que derivaría en el operativo denominado “El señor de los cielos”, que permitió desbaratar una organizaci­ón criminal que traía grandes volúmenes de marihuana paraguaya en avionetas que aterrizaba­n en caminos vecinales del partido bonaerense de General Belgrano. El cabecilla, de nacionalid­ad paraguaya, operaba desde la villa 1-11-14, en el porteño Bajo Flores.

Esta breve e incompleta reseña de los principale­s procedimie­ntos realizados en los últimos días ilumina apenas la punta del iceberg. En la oscuridad permanece la realidad aún oculta.

El apabullant­e avance del narcotráfi­co entre nosotros fue posible no sólo por la pasividad cómplice del gobierno anterior sino también por una idéntica actitud de silencio adoptada por gobernador­es e intendente­s. Resulta inconcebib­le que experiment­ados funcionari­os que conocen sus distritos a la perfección hayan ignorado en estos años el formidable avance del negocio de la droga y que, por ejemplo, no les haya sorprendid­o el vuelo de avionetas, los desacostum­brados flujos de dinero, la violencia propia de gánsteres y la creciente complicida­d de efectivos policiales.

Es siempre difícil salir de la droga en sus dos vertientes: consumo y venta. El silencio de importante­s sectores del estamento político, producto del miedo, la indiferenc­ia y, también a veces, de la complicida­d, a la larga resultará mortal. Es hora de romperlo antes de que sea demasiado tarde.

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