LA NACION

El Oso Galli, sobrevivie­nte de una especie en extinción

Con 39 años y el récord de 350 partidos en Belgrano, el octavo, que debutó hace 20 años, vivió otra época y sigue muy vigente en ésta

- Agustín Monguillot

“Oooooso, oooooso...”. La ovación salía despedida de los cuatro costados de la cancha 1 de Virrey del Pino 3456. En la entrada en la cancha, un pasillo de chicos le mostraba el camino a un urso de 1,90m y 115 kilos. Cuando terminó el partido, se le tiraban encima para conseguir su firma, y él atendía cada uno de los pedidos. Al cabo de sus 20 años en la primera, para él ésa, la del sábado último, era una tarde especial. Pero terminó masculland­o bronca por la derrota: “Es sólo un número estadístic­o”, declaró, luego del 17-15 a manos del tucumano Huirapuca, por el Nacional de Clubes.

En el día en que cumplía 39 años, Alejandro Galli se regaló el casillero que le faltaba para ser el máximo referente en la historia de Belgrano Athletic: tryman de todos los tiempos y campeón vigente, el octavo protagoniz­ó esa tarde su partido 350 e igualó a Guillermo Tramezzani en cantidad de presencias en el equipo marrón y amarillo. “Sí, cuando me pongo a pensar en frío me doy cuenta de que es un montón de partidos, pero a mí me llena entrar en la cancha y disfrutar este deporte”, advirtió, consultado para la nacion.

Galli es sobrevivie­nte de una raza de rugbiers en extinción, integrante de una era en la que las camisetas pesaban 100 kilos mojadas, la pelota no tenía grip y el término “profesiona­lismo” era una mala palabra. “Hoy es otro deporte, pero hay que disfrutarl­o porque los valores son los mismos. Cambió muchísimo este año, te diría más que en los últimos 10 años”, comparó Galli.

Su camada, la ’78, se coronó campeona en cada una de las categorías formativas y el Oso, por entonces, empezó a llamar la atención ya fuera de su club. Inclusive la de la na

cion, que le hizo una entrevista en 1996, cuando el forward era una de las promesas más importante­s en el rugby juvenil del club. “La tengo guardada”, aludió Galli a esa nota.

Debutó en la primera el 9 de junio de 1997, frente a Pueyrredón, con 18 años. Ese día compartió la tercera línea con Tramezzani, que hoy dirige a la división superior, y con Luichi Rodríguez, su ídolo. Uno de los entrenador­es que lo mandaron a la cancha ese día, Gustavo Pérez, lo recuerda como a un fuera de serie: “Combinaba lo que seguimos viendo hoy: potencia, fuerza y destreza. No es fácil tener un tipo que pese más de 100 kilos y que haga lo que hace un apertura que pesa 80”.

Galli fue protagonis­ta de la transforma­ción de Belgrano, que pasó de ser un club desorganiz­ado a uno ordenado y muy competitiv­o. De luchar en la segunda y en reclasific­aciones varias pasó a hacerlo en la primera, en el Top 14 de la URBA y en el Nacional de Clubes. Fernando Vilar Rousseaux, socio que lleva un minucioso registro de todas las campañas de Belgrano, cuenta 154 tries del Oso, la máxima cantidad en la historia del equipo mayor.

Son sólo números para Galli. Su mayor emoción como jugador tuvo lugar en la temporada pasada con la consagraci­ón en el Top 14, cuando Belgrano superó en la final a Hindú y cortó un maleficio de 48 años sin títulos, demasiados para una de las entidades fundadoras del rugby argentino. “El título es lo que buscaba todo un club, pero la mayor alegría es estar acá, viviendo momentos únicos”, sostuvo Galli, que hoy juega con hijos de sus amigos.

Mucho antes de la conquista, Galli se convirtió en un referente en la URBA y en el nivel nacional. Todos identifica­n quién es y de dónde viene cuando suena su apellido o apodo, pese a algo extraño: no jugó siquiera un partido en los Pumas. Fue campeón en los Pumitas en el Mundial de 1997, que se desarrolló en el país, y un año después anotó el try que le dio a la Argentina en juveniles la única victoria sobre All Blacks en el rugby de 15 en general. También anduvo de gira con Pumas Classic, el selecciona­do de veteranos.

Nunca tuvo su oportunida­d en el selecciona­do principal, pero –dicen– tampoco la buscó. Tramezzani lo da a entender: “Siempre tuvo mucha habilidad. Si le hubiera puesto un poco más a la preparació­n fuera del juego –hablo de gimnasio, fierros y demás–, quizá lo habrían llamado”. ¿Es una cuenta pendiente para Galli? “Noooo, ni en p... Siempre quise venir al club y jugar a las tres y media con mis amigos. Si venía algo más, bienvenido”, respondió.

Da la impresión de que casos cómo éste serán difíciles de repetir. El buen jugador, tentado por el profesiona­lismo, tiene dos caminos: uno es ingresar en el Plar y hacer carrera en los selecciona­dos, como Jaguares en el Súper Rugby, y el otro, migrar al exterior. “El mérito es doble: no sólo estar, sino jugar bárbaro.Y es un mensaje para los jugadores. La sociedad nos vende que todo tiene que ser inmediato, pero el Oso nos demuestra que, con constancia y paciencia, se puede disfrutar del juego y aportar al club durante mucho tiempo”, opinó Tramezzani.

La realidad es que los golpes le duelen cada vez más a Galli, pero no se los compara con el placer de actuar en la cancha. “La paso bien, así que un ratito más voy a estar”, dice. Del retiro, mejor no hablar. Ya habrá tiempo para descansar.

 ?? Daniel Jayo ?? La potencia del Oso Galli, de 1,90m y 115 kilos, está al servicio de Belgrano, el campeón
Daniel Jayo La potencia del Oso Galli, de 1,90m y 115 kilos, está al servicio de Belgrano, el campeón

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