LA NACION

Cabrera se regala un estímulo para encarar el Masters

al cabo de dos ruedas, el cordobés está 11º en una cancha que conoce bien, la de Houston

- Xavier Prieto Astigarrag­a

Varias situacione­s personales negativas acumuladas a lo largo de un extenso tiempo y resultados no acordes con su carrera, como el de la eliminació­n de hace una semana en Puerto Rico, tienen sumido a Ángel Cabrera en una etapa difícil. Pero lo que está viviendo en el Abierto de Houston es una ventana de sol, un incentivo deportivo y algo más.

El cordobés de 47 años se ubica 11º al cabo de la segunda vuelta del certamen que repartirá 7.000.000 de dólares, justo en la semana previa al certamen que encanta a todos y que Pato conquistó en 2009: el Masters de Augusta. Cabrera va a ser recibido ahí con los honores propios de una personaldi­ad ilustre, lucirá su saco verde en la cena de los campeones, rememorará los mejores momentos de su trayectori­a. Y, por supuesto, irá en pos de un alto rendimient­o deportivo.

Por lo pronto, ya está teniéndolo en Texas. Allí, en Humble, se siente como en casa. Lógico: tiene una vivienda en Houston, y conoce a fondo esa cancha de par 72. Jugó mucho ahí. Y está explotando esa suerte de localía.

El cordobés comparte ese puesto 11, con 6 golpes bajo el par. Registró -3 en ambas jornadas, con cuatro birdies y un bogey en cada recorrido. Un desempeño bueno y parejo, que le viene muy bien a alguien que venía mostrando una marcada irregulari­dad.

Como la que tuvo en este torneo su compatriot­a Fabián Gómez, marginado ayer por el corte clasificat­orio. El día en que jugó bien, con 3 bajo el par, el chaqueño terminó pagando el precio de una tarjeta inicial de +4, producto de cuatro birdies, cuatro bogeys y un cuádruple bogey.

Cabrera, por su parte, no debe de andar pensando en la victoria, porque el surcoreano Sung Kang, con su -16, está en otra dimensión. Pero revivir justo en este momento ya es bastante.

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