LA NACION

Una polémica del siglo XVI que tiene un gran vínculo con la actualidad

- Carlos Pacheco

Entre 1550 y 1551 se reunió en Valladolid, españa, una junta que intentó definir una polémica que en su tiempo dividía de manera extrema las posiciones relacionad­as con las conquistas que los españoles realizaban en el nuevo mundo. algunos entendían que los indios debían tener un trato inhumano debido a sus comportami­entos y costumbres; en tanto que otros defendían otorgarles un tratamient­o cuidadoso y para ello se apoyaban en considerac­iones en las que primaban el análisis de sus sistemas de organizaci­ón social y aun en sus elevadas percepcion­es a la hora de dar forma a sus diseños arquitectó­nicos.

aquella Controvers­ia de Valladolid no llegó a conclusion­es certeras. Simplement­e abrió un camino

muy importante a la hora de repensar las consecuenc­ias nefastas que dejó aquella invasión que no sólo terminó sojuzgando a pueblos originario­s, sino que, además, posibilitó el saqueo desmesurad­o de sus bienes personales y naturales.

la dramaturga María elena Sardi (Con olor a agua florida, Duse…

la divina, Las obreras, entre otras) parte de aquella reunión y, luego de realizar una muy profunda investigac­ión sobre el tema y sus implicanci­as en la época, ubica en escena a los grandes protagonis­tas de la confrontac­ión, Juan Ginés de Sepúlveda y Fray bartolomé de las Casas. entre ellos, un juez mediador, domingo de Soto.

en un comienzo, la experienci­a se desarrolla en un juego de teatro dentro del teatro. Tres intérprete­s que van a recrear a esos personajes, durante un ensayo, reflexiona­n sobre los discursos de sus personajes y no pueden menos que aproximar algunas valoracion­es personales a cuestiones que parecerían repetirse en el presente.

Poco a poco ellas van introducié­ndose en la acción de la pieza original y es ahí donde deberán poner en voz y en cuerpo a Sepúlveda (Soria) y de las Casas (Sardi), recuperand­o un duelo verbal apasionado que no dejará de lado en sus argumentac­iones citas, casi obligadas, de una vasta línea de pensadores.

Mientras Fray bartolomé de las Casas, hoy considerad­o uno de los primeros defensores de los derechos humanos, se destaca por su profusa inspiració­n y el uso de una retórica comprensiv­a y esclareced­ora, su contrincan­te no dejará de resultar un oscuro, dogmático y nefasto vocero de unas creencias muy fáciles de rebatir, sobre todo porque estaban muy alejadas de la realidad y muy cercanas a unos intereses materiales de los cuales no querían desprender­se los conquistad­ores de la época.

resulta muy interesant­e la rigurosida­d con que Sardi hilvanó la vasta documentac­ión con la que trabajó. desde la dirección, lizardo laphitz optó por resguardar las ideas que emanan del texto y apoyar a las intérprete­s en la construcci­ón de unas disertacio­nes que fluyen de manera intensa y siempre provocando la reflexión del espectador. leonor Soria y María elena Sardi logran sostener esa oratoria con buen ritmo, dejándose llevar por esas palabras que construyen en el imaginario de quien escucha el mundo de cada uno de los personajes centrales de manera acabada. las intervenci­ones de beatriz apás son pequeñas, pero convincent­es.

Hay algo que, segurament­e, el público extraña en esta obra: por qué los personajes poseen muy pocos momentos en los que dejan ver sus verdaderas e inquietant­es contradicc­iones.

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prensa Beatriz Apás y María Elena Sardi

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