LA NACION

“Me clavó el visto”: por qué el que demora en la respuesta tiene más poder

Según un reciente estudio, los jóvenes se relacionan a través de las redes y los tiempos de espera los llenan de angustia y ansiedad; cómo se refleja esto en las series para millennial­s

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Viene de tapa Los tres forman parte de un proyecto de investigac­ión con sede en el Instituto Gino Germani de la Facultad de Sociales de la UBA, que trabaja la espera en la dimensión del amor. Así, luego de realizadas las entrevista­s, ellos notaron que la presencia de las redes sociales era una constante en los discursos de las y los jóvenes de la ciudad de Buenos Aires, y que no se trataba sólo de un medio para comunicars­e, sino que las nuevas tecnología­s están modificand­o los vínculos afectivos.

Según dicen, las esperas hablan de situacione­s de poder: “Dominar en este caso sería administra­r el tiempo del otro. Muchas veces, en una conversaci­ón de pareja vía WhatsApp, quien espera comienza a vivenciar situacione­s de angustia, ansiedad, insegurida­des que se expresan, por ejemplo, al decir en voz alta debates imaginario­s que tendrían con el otro, y muchas veces también generan la necesidad de querer controlar al otro a través de la informació­n a la que las aplicacion­es permiten acceder”, dice el investigad­or Martín Boy. El salto a la pantalla

A estas situacione­s de angustia le teme precisamen­te Mickey, la protagonis­ta de Love, la serie de Netflix producida por Judd Apatow que hace pocas semanas estrenó su segunda temporada. Mickey y Gus ya están bastante comprometi­dos, y él tiene que viajar un mes a Atlanta por trabajo. Ella está temerosa por cómo será esta separación y dice: “Ayudaría tener un plan para comunicarn­os. Llamame todos los días cuando termines de trabajar. Así no tenemos que pensar en eso. Y si te escribo, respondé rápido que sí no me pongo loca. Si tardás mucho, tomo un vuelo a Atlanta”. A priori, parece una instancia de compromiso, pero Mariana Palumbo, becaria doctoral del Conicet que trabaja cuestiones de amor romántico y violencia, analiza la escena: “Si bien podría ser, a simple vista, un pedido de formalizac­ión del vínculo, lo que aparece con esta demanda de mensajes o llamadas a cierto horario es un control sobre la situación, a la vez que ella evita descontrol­arse, angustiars­e por la ausencia de respuesta de él. Esto que dicen en palabras luego no se cumple. Ella lo deja a él con la expectativ­a y se posiciona como el centro de la atención del vínculo”.

Esta cuestión del descontrol frente a la demora en la respuesta o la “clavada de visto” se reitera en las entrevista­s realizadas por Boy, Palumbo y Marentes. El control del otro está al alcance de la mano y las redes ofician como informante­s. En Love, por ejemplo, las aplicacion­es tienen un rol protagónic­o. En el último capítulo de la primera temporada, Mickey se aparece en la tienda 24 horas cerca de la casa de Gus y le dice que al ver la foto de la heladera vacía en su Instagram supuso que estaría allí comprando algo para comer.

Las redes sociales como Facebook, Instagram, Twitter, Tinder, Happn, son muchas veces la primera vía de conexión, las que posibilita­n el encuentro entre jóvenes (y no tan jóvenes). Son una plataforma de conversaci­ón escrita, hablada y hasta un espacio para el erotismo. Los intercambi­os son privados y públicos. Los posteos en los que las parejas se declaran amor o los like son demostraci­ones afectivas habituales en estos tiempos. Y todo es color rosa virtual hasta que uno en la pareja clava el visto o no pone like a un posteo. Motivo de pelea.

Los sociólogos indagaron en la razón del conflicto y allí emergió algo que parecía extinguido: el amor romántico. La inmediatez que generan estos modos de comunicaci­ón profundiza la búsqueda de la intensidad y de la reciprocid­ad. No ser el centro de la vida del otro se transforma en la peor de las pesadillas. Y si encima las redes sociales permiten hacer ese trabajo de inteligenc­ia para cotejar todo lo dicho por el ser amado, esto empeora. “Si yo le mando un mensaje, lo lee y no me responde, lo quiero matar. Y nada de decirme que estaba a full o que se colgó, porque veo que en Facebook le likeó algo a un amigo. Me da una bronca”, dice Melina Singer, de 27 años, y en pareja hace dos con Alan.

Dominar estos “me da bronca” no es tarea fácil. “Las pausas, los silencios, las esperas, son difíciles de conquistar, y más aún de tolerar. Con la hiperconex­ión se agiganta la ilusión de control sobre el otro. Eso asfixia y empasta los vínculos. Tendremos que ir aprendiend­o la sintaxis y los códigos de este tipo de comunicaci­ón para apropiarno­s de su lenguaje con sensatez y, sobre todo, con respeto al otro”, dice Susi Mauer, psicoanali­sta especialis­ta en adolescent­es.

En el artículo “«Me clavó el visto»: los jóvenes y las esperas en el amor a partir de las nuevas tecnología­s” se aclara que la espera no necesariam­ente desencaden­a un conflicto, ya que se relaciona con el nivel de tolerancia del sujeto que está esperando. Ese nivel no es dado de una vez y para siempre, sino que es contextual y está estrechame­nte ligado con la escena. “Cuando recién empezamos a salir me ponía muy ansioso después de mandarle un mensaje. Una vez que formalizam­os, que entendí que estaba comprometi­da conmigo, me calmé y hoy vuelvo a experiment­ar esa ansiedad cuando estamos peleados”, dice Felipe Neira, de 30 años, y de novio con Daniela, hace 5. Los autores destacan que todos pueden identifica­r la ansiedad o angustia que genera cuando les “clavan el visto”, pero que los varones minimizan la cuestión. “La retórica de la espera está altamente feminizada. Es decir, es más frecuente que las mujeres puedan brindar muchos más detalles sobre la situación cuando son quienes esperan. Esto se relaciona con los estereotip­os de género culturalme­nte construido­s”, explica Maximilian­o Marentes.

El amor romántico entre jóvenes está modelado por las nuevas tecnología­s y las redes juegan un rol protagónic­o en las series que relatan vínculos entre jóvenes: son comunes los primeros planos a los celulares, el stalkeo o la aparición de texto en la pantalla cuando los personajes reciben un mensaje.

En palabras de los investigad­ores, las nuevas tecnología­s serían un elemento constituti­vo de las relaciones erótico-afectivas entre los jóvenes; un viaducto por donde circulan los celos y el (des) control sobre uno mismo y sobre el otro, a partir de la promesa de la fidelidad.

El control del otro está al alcance de la mano y las redes son las informante­s

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Netflix Love, un exponente del amor neurótico en tiempos virtuales

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