El peligro de las luces de xenón alternativas
El encandilamiento es un factor de riesgo muy grave en las rutas
Las luces de los vehículos son muy importantes. El equipo lumínico es el primero (y uno de los principales) de los elementos de seguridad. Sin embargo, es demasiado común ver en nuestro país todo tipo de transgresiones respecto al uso y las modificaciones de las luces (expresamente prohibidas por la Ley Nacional de Tránsito 24.449). Más allá de que muchos conductores ignoran olímpicamente encender las luces (incluso de noche o con baja visibilidad por lluvia) y que muchos automóviles circulan sin tenerlas en condiciones (falta de algún faro o de luces traseras), el problema es la modificación de las ópticas del automóvil. No son pocos los usuarios que cambian las luces reglamentarias blancas por otras lilas y circulan con ellas sin encender las bajas (seguramente para que se luzcan más), aunque no tienen en cuenta que no se los percibe adecuadamente, por ejemplo, en un cambio de carril. Pero no es lo peor. Desde hace tiempo, muchos usuarios reemplazan los faros halógenos de serie por otros de xenón no originales. Esto es un grave riesgo para la seguridad vial, porque estas luces alternativas encandilan excesivamente a los conductores que vienen de frente, efecto que no producen las ópticas de xenón originales (autorregulables) ni las halógenas. El encandilamiento es una causa de accidentes; según un estudio del Cesvi, una persona tarda hasta 50 segundos para recuperar la visión normal. A una velocidad de 110 km/h, máxima en las rutas de una sola calzada, esto significa recorrer 1500 metros con dificultades visuales. Según un estudio del Cesvi, en CABA el 13,1% de los vehículos usa estos kits, mientras que en el Gran Buenos Aires lo tiene el 33,7%. Demasiados, para que no haya controles más estrictos durante la verificación técnica (VTV) y en las rutas.