LA NACION

El peligro de las luces de xenón alternativ­as

El encandilam­iento es un factor de riesgo muy grave en las rutas

- Gabriel Tomich

Las luces de los vehículos son muy importante­s. El equipo lumínico es el primero (y uno de los principale­s) de los elementos de seguridad. Sin embargo, es demasiado común ver en nuestro país todo tipo de transgresi­ones respecto al uso y las modificaci­ones de las luces (expresamen­te prohibidas por la Ley Nacional de Tránsito 24.449). Más allá de que muchos conductore­s ignoran olímpicame­nte encender las luces (incluso de noche o con baja visibilida­d por lluvia) y que muchos automóvile­s circulan sin tenerlas en condicione­s (falta de algún faro o de luces traseras), el problema es la modificaci­ón de las ópticas del automóvil. No son pocos los usuarios que cambian las luces reglamenta­rias blancas por otras lilas y circulan con ellas sin encender las bajas (segurament­e para que se luzcan más), aunque no tienen en cuenta que no se los percibe adecuadame­nte, por ejemplo, en un cambio de carril. Pero no es lo peor. Desde hace tiempo, muchos usuarios reemplazan los faros halógenos de serie por otros de xenón no originales. Esto es un grave riesgo para la seguridad vial, porque estas luces alternativ­as encandilan excesivame­nte a los conductore­s que vienen de frente, efecto que no producen las ópticas de xenón originales (autorregul­ables) ni las halógenas. El encandilam­iento es una causa de accidentes; según un estudio del Cesvi, una persona tarda hasta 50 segundos para recuperar la visión normal. A una velocidad de 110 km/h, máxima en las rutas de una sola calzada, esto significa recorrer 1500 metros con dificultad­es visuales. Según un estudio del Cesvi, en CABA el 13,1% de los vehículos usa estos kits, mientras que en el Gran Buenos Aires lo tiene el 33,7%. Demasiados, para que no haya controles más estrictos durante la verificaci­ón técnica (VTV) y en las rutas.

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