La moda se vuelve reivindicativa
Las transformaciones culturales impulsan el cambio: las pasarelas y campañas publicitarias se postulan como manifiestos y los modelos imperfectos le dan sustento a una renovada forma de expresión en la industria
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La industria de la moda está evolucionando hacia nuevos horizontes y territorios poco explorados. Aunque muchos analistas no se arriesguen a hablar de un cambio de paradigma, es inevitable advertir la transformación que se está dando y que probablemente esté sentando las bases de una nueva forma de expresión y una nueva estética.
Las campañas de moda y las revistas especializadas son agentes de este cambio. Así lo demuestra la portada de Sports Illustrated, protagonizada por la sexagenaria Christie Brinkley o la actriz Lauren Hutton, de 73 años, que acaba de ser elegida por Bottega Veneta, para ser la nueva cara de su campaña. Pero no sólo se trata de una belleza sin edad, sino que también se abren espacios para la belleza imperfecta, como la de Bailey Pretak, una mujer con una enfermedad en la piel, que se convirtió en Miss Pennsylvania. Ellas son quienes le están poniendo el cuerpo a la moda actual.
Diversidad es la palabra que está marcando hoy el pulso del negocio fashion a nivel global y, en sintonía con este pensamiento, la elección a conciencia (social) de las caras que protagonizarán los avisos es el modus operandi. El cambio de táctica de Net-a-Porter hacia una campaña más inclusiva, con modelos de diferentes ascendencias, da un mensaje claro. Algo que ya había hecho Benetton hace décadas pero que, en la era de Trump, adquiere una resignificación.
Lo mismo puede decirse de la reciente campaña de Diesel, que es una muestra contundente de cómo la política y la actualidad social forman parte de la agenda de moda. Al grito de “Make Love Not Walls”, la imagen muestra a personas de diferentes nacionalidades atravesando un muro, mientras acontece una boda homosexual, en un guiño superexpreso a las políticas norteamericanas.
Redes sociales y millennials
Este fenómeno toma aún más impulso de la mano de las redes sociales. Desde la movida #NoMakeup, impulsada por Alicia Keys, hasta la extraordinaria fama de Lyn Slater, la influencer que, a los 63 años, se viralizó en Instagram.
En este contexto, las firmas de moda tienen un gran desafío por delante: mantener las tradiciones y la identidad que fueron forjando a través de los años o cambiar la estrategia para convertir su comunicación en un guiño hacia los millennials. Y es en ese contexto en que aparecen las nuevas campañas y desfiles, con modelos fuera de serie.
En las últimas semanas de la moda el fenómeno tomó nuevas dimensiones. Política, solidaria, feminista, integradora, la pasarela se transformó en una plataforma para transmitir un mensaje que excede a las tendencias del momento.
Hoy, ya no se trata de mostrar cuerpos esculturales, de belleza indiscutida, luciendo las prendas, sino de enviar un mensaje. Se hace a través de frases impresas, de posturas, de historias y también de las personas que se eligen como modelos.
En la moda como manifiesto, que exhibe lo imperfecto, lo común a todos, desfilan sobre la pasarela influencers (Dolce Gabbana), personas con discapacidades (Teatum Jones), astronautas (Nick Graham), talles XL (Michael Kors).
La que emerge es una forma de moda con tono de revuelta que busca trascender. Una modalidad que se vuelve una plataforma para reflejar lo que está sucediendo en los márgenes de la pasarela. Que se abre a la diversidad, que empatiza y, por sobre todo, que seduce a los más jóvenes, con toda la irreverencia y desacato propio de un mundo de fantasía, que se anima a coquetear con lo social, lo político o lo solidario en tiempos de Snapchat.