LA NACION

La oportuna visita de Macri a Rotterdam,

- por Félix Sammartino

Desde el barco que recorrió el puerto de Rotterdam, el presidente Mauricio Macri pudo observar un mecanismo de relojería a gran escala. El paseo náutico por el mayor puerto de Europa es tan esclareced­or y contundent­e que quizás haya sido el punto más alto de la reciente gira presidenci­al por Holanda.

Después de Rotterdam, Macri vuelve al país con algo más que una buena cosecha de promesas de inversione­s. Tuvo la oportunida­d de comprobar en forma directa los beneficios que obtienen los holandeses por tener la mejor logística del mundo. El funcionami­ento de Rotterdam, que se maneja con los estándares más altos de eficiencia en el manejo de los productos que importan y exportan, explica buena parte de la competitiv­idad holandesa. Es decir, transporta­n, almacenan, cargan y descargan, más rápido, mejor y más barato. Razones más que suficiente­s para posicionar­los en el ombligo de los negocios internacio­nales.

La visita presidenci­al a Holanda fue además muy oportuna porque se dio en el comienzo de la cosecha gruesa, cuando se pondrá de manifiesto una vez más que la logística corre varios cuerpos por detrás de la producción. Esta vez con una cosecha récord, con por lo menos 10 millones de toneladas de granos más que el año pasado, el sistema permanecer­á varios meses al borde del colapso.

En este sentido, qué mejor que invitar al presidente Macri a visitar el complejo portuario de Rosario y sus alrededore­s en cualquier día de mayo. Las imágenes aún frescas del orden y la eficiencia de Rotterdam las podrá contrapone­r con las largas colas de camiones para descargar, el caos, las demoras y el estado de las rutas.

El analista Gustavo López, que viene estudiando el tema desde hace años y presentará un trabajo en el próximo seminario anual de la Fundación Producir Conservand­o, está más que preocupado con lo que se viene. “Con la mayor cosecha vamos a tener 300.000 viajes más sobre los cinco millones del año pasado. El movimiento de las 100 millones de toneladas de cosecha gruesa, por lo menos, se concentra en cuatro meses, desde abril hasta los primeros días de agosto, que coincide con la estacional­idad de los embarques”, afirma. Y para puntualiza­r una de las grandes debilidade­s del sistema, agrega: “Un estudio de la fundación establece que el 54% de los camiones tiene una antigüedad superior a los 20 años. Sumemos a esto las rutas sobre las que transitan y es fácil concluir sobre la precarieda­d del sistema. El tren sólo carga el 15% de la cosecha y se justifica recién después de los 500 kilómetros por el NOA y el NEA”.

Está claro que todas las ineficienc­ias del sistema se trasladan y ajustan con un menor precio pagado al productor. Desde que el grano salió del establecim­iento comienzan a jugar factores como la disponibil­idad de camiones, que estará muy complicada, y las mayores demoras en la descarga y en los puertos. Cada día de demora de un barco en el puerto sale entre 15.000 y 20.000 dólares.

Con excepcione­s, lo que ocurre con los granos se puede trasladar a todo el resto de las actividade­s productiva­s del agro: los campeones para producir tranqueras adentro se encuentran desamparad­os frente a una infraestru­ctura del tercer mundo que, en lugar de asistirlos, los amenaza.

Y ya que estamos con los ejemplos que se pueden incorporar de Holanda, es necesario incorporar también su experienci­a en el manejo del agua. Cuando las inundacion­es pasan a ser el factor de mayor riesgo en buena parte de la pampa húmeda, es imprescind­ible grabar a fuego un concepto que los holandeses no se cansan de repetir: la solución sólo llega si se integran todos los actores.

Lamentable­mente, aquí ocurre todo lo contrario. Un caso grosero es el de los intendente­s que mantienen sus diques y lagunas siempre llenos de agua para incentivar la pesca y las actividade­s turísticas. Así, al perder su capacidad de retener los excesos de lluvias, los campos se inundan. “Es como poner debajo de una gotera del techo una palangana llena de agua en lugar de vacía. Siempre va a rebalsarlo”, ejemplific­a Juan Carlos Duhalde, coordinado­r de la cuenca La Picasa. Por caso, el intendente de Junín Pablo Petrecca (Pro), mantuvo la laguna de Gómez en la cota 77 con las compuertas cerradas en lugar de dejar que se vaciara hasta la cota 76. Cuando llovió, con el ingreso del agua la laguna creció hasta la cota 77,5 y miles de hectáreas quedaron bajo el agua. Lo insólito es que Petrecca también es el presidente del comité de cuenca del Salado. Si Florentino Ameghino viviera...

Queda claro que todas las ineficienc­ias del sistema logístico se ajustan con un menor precio pagado al productor

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