LA NACION

Deuda externa

El pasivo público en moneda extranjera aumentó 25% en 2016, pero el del sector privado se redujo 7%

- Javier Blanco LA NACION

El Estado la aumenta, los privados se desendeuda­n.

Suena paradójico, pero mientras el sector público utilizó en 2016 la reapertura del mercado global de capitales –consecuenc­ia directa del acuerdo por la deuda que se mantenía impaga– para endeudarse y financiar por esa vía su elevado déficit, el sector privado lo aprovechó para desendeuda­rse.

La conclusión surge de comparar el comportami­ento que, con las condicione­s financiera­s normalizad­as, tuvieron la deuda pública y la privada en moneda extranjera durante el último año.

Según los datos del balance de pagos (Indec) y el informe sobre deuda externa del sector privado (del BCRA), la deuda externa total argentina (pública y privada) creció de 170.414 millones de dólares a 192.462 millones, lo que supone un aumento del 13%, básicament­e alentado por el incremento en casi US$ 26.000 millones (o 25%) que mostró en el período el pasivo público (llegó a US$ 127.447 millones), algo que se contrapuso con la reducción en unos US$ 4300 millones (7%) de la deuda privada.

El mayor incremento en la deuda pública devino del reconocimi­ento de lo adeudado a los bonistas que estaban en default (lo que se saldó emitiendo títulos por US$ 16.500 millones) y de lo emitido para cubrir el déficit fiscal, lo que hizo que mientras los pasivos pactados con organismos internacio­nales (fueron de US$ 33.726 millones a US$ 32.578 millones), con acreedores oficiales (pasaron de US$ 7737 millones a US$ 6249 millones) o bancos comerciale­s (de 1451 a 1596 millones) cayeron o se mantuviero­n estables, las obligacion­es contraídas mediante la emisión de bonos saltaran de US$ 42.650 millones a US$ 78.252 millones.

Mientras esto ocurría, las empresas iniciaron un proceso de desendeuda­miento, básicament­e comercial, que las llevó a reducir en US$ 8300 millones un pasivo que se había abultado en los últimos tiempos por las restriccio­nes que encontraba­n para girar divisas al exterior ante la vigencia del cepo.

Las empresas argentinas cancelaron deuda por anticipos y prefinanci­aciones de exportacio­nes de bienes por US$ 803 millones (la reemplazar­on por otra tomada en bancos locales, a medida que estos recuperaro­n liquidez en divisas y pasaron a ofrecer tasas cada vez más bajas para este tipo de préstamos), por obligacion­es asumidas por importacio­nes de bienes por US$ 4294 millones en el año y otras contraídas por la contrataci­ón de servicios, por US$ 2852 millones.

A la vez, aprovechar­on la reapertura del mercado internacio­nal de capitales y el acceso a crédito a tasas más bajas y plazos mayores para aumentar en US$ 3291 millones el stock total del pasivo financiero, que cerró 2016 en US$ 27.894 millones, según el BCRA, pero mejoró su estructura y se comenzó a abaratar.

“El total de fondos captados durante 2016 fue récord, al llegar a los US$ 7600 millones. De este total, US$ 3832 millones fueron instrument­ados a través de la emisión de títulos, lo que supone un salto del 67% respecto de 2015. Pero se observó una mejora tanto en la tasa promedio pactada como en la diversidad de sectores que lograron financiars­e en el exterior”, valoró el informe del BCRA.

Por todo esto, aunque la deuda externa privada creció 1 punto porcentual (p.p.) medida en relación con el producto bruto interno (PBI), los indicadore­s de riesgo tendieron a mostrar una mejora, ya que “se observó una disminució­n en los ratios respecto de las exportacio­nes de bienes y servicios y de las reservas internacio­nales, lo que indica que mejoró su capacidad de pago en moneda extranjera”.

Razones y potenciali­dades

“La disminució­n interanual de la deuda privada está asociada a que en 2015 todavía se limitaban pagos hacia el exterior, fruto de las restriccio­nes cambiarias, lo que obligaba a las empresas a incrementa­r sus deudas con las casas matrices, que en 2016 buscaron comenzar a normalizar”, explica el economista Gabriel Zelpo, de la consultora Elypsis. “Por eso también se verifica un cambio de instrument­os de deuda por importacio­nes a deuda financiera, lo que supone ventajas, ya que es más amoldable a las necesidade­s de la empresa, que puede optar por montos, plazos, formas de amortizaci­ón y hasta moneda, según su convenienc­ia”, valora.

Gabriel Caamaño, socio de la consultora Ledesma, cree que el proceso de desendeuda­miento externo privado se desencaden­ó por buenas y malas razones a la vez. “Está claro que la reapertura del mercado global de capitales que surgió por el cambio de estrategia en el financiami­ento del déficit fiscal les permitió a los privados mejorar sus pasivos. Pero en buena medida si hubo cancelacio­nes es porque también encontraro­n incentivos para diferir posibles inversione­s en la economía real, por los desequilib­rios macro que se mantienen y por la recesión”, explicó el analista.

En la actualidad, la Argentina es de los países que menor relación deuda externa privada/PBI tienen en la región. Por lo que, para el Banco Central, si se mejoran las condicione­s locales de solidez y la integració­n al mercado global de capitales, la economía habrá conseguido una “plataforma de financiami­ento para la inversión privada en los próximos años”.

La Argentina tiene una de las mejores relaciones deuda privada/PBI

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