Un plan para evitar la extinción de las especies
Es imperioso desarrollar políticas dirigidas a la preservación y la conservación de ejemplares amenazados en nuestro país
E l Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación acaba de lanzar el Plan de Acción Extinción Cero, cuyo objetivo es fortalecer las políticas públicas para la conservación de especies autóctonas en peligro. Es su propósito el desarrollo de actividades para la conservación de especies amenazadas emblemáticas distribuidas en diversas ecorregiones de nuestro territorio, de acuerdo con la Estrategia Nacional sobre la Biodiversidad, que lleva adelante esa cartera.
Existen pruebas irrefutables de que la actividad humana está condenando a la extinción a numerosas especies vegetales y animales en nuestro planeta. Los especialistas no se ponen de acuerdo en el número que desaparece cada año y, lamentablemente, su constante difusión en los medios no ha servido hasta el momento para generar un cambio de conducta en relación con la naturaleza. En la Argentina sabemos que ya han desaparecido el guacamayo violáceo, el zorro malvinense y el playero boreal.
La causa principal de extinción de especies son la degradación y la pérdida de hábitats, que afectan a nueve de cada diez variedades amenazadas. Para satisfacer nuestras necesidades se ha transformado, de alguna manera, la superficie aprovechable, se han desviado ríos, se han construido represas e inundado pastizales y se han secado humedales. Se ha contaminado y se han emitido gases.
Es por eso que resulta bienvenida
una acción concreta para evitar la pérdida de especies en nuestro país. Se trata de un programa que incluye, en su primera etapa, el yaguareté, el venado de las pampas, el cauquén colorado, la ranita del Pehuenche, el macá tobiano, la mojarra desnuda y el cardenal amarillo. En el plan se encuentran involucradas otras áreas de gobierno, como el Ministerio de Seguridad de la Nación, para combatir el comercio y la caza ilegales; Vialidad Nacional, para reducir el atropellamiento de animales, además de autoridades provinciales y organizaciones no gubernamentales, académicas y científicas de nuestro país.
Todas las especies viven entrelazadas conformando los ecosistemas sobre los que depende nuestra vida de una manera que ignoramos. Cada una de ellas es una obra maestra de la evolución de miles, millones de años.
El uso intensivo de los ecosistemas suele ser muy lucrativo en el corto plazo, pero un uso abusivo e insostenible puede suponer también pérdidas económicas en el largo plazo. De allí la importancia de conocer, anticipadamente, el impacto que cada nuevo proyecto pueda causar en las especies de nuestro país, cuya importancia parece ignorarse en la medida en que no interfiera en nuestras actividades productivas.
Posiblemente el principal obstáculo para la implementación de un cambio efectivo sea que no existe una verdadera sensibilidad para advertir la magnitud de lo que está en juego. No se trata de un programa técnico, sino que se trata de una propuesta ética. De nada serviría que estas acciones no constituyeran un eje transversal de sustentabilidad de todo el gobierno nacional y de todos los provinciales, ya que, principalmente, se trata de una problemática federal. Es por eso que el programa debe ser inspirador para guiar el ordenamiento de todo nuestro territorio, de modo que los desarrollos resulten, además de rentables, sustentables. Es el único modo de prever el riesgo de desaparición de nuestras especies y de evitar la pérdida de la biodiversidad. Es un programa acerca del porvenir, porque de la calidad del ambiente depende la calidad de vida futura.