LA NACION

Poli reclamó por la pobreza y pidió superar el clima de confrontac­ión

El arzobispo dijo en el tedeum que “la inequidad genera violencia”

- Mariano Obarrio

En el tedeum por el 25 de Mayo, el segundo desde la asunción de Mauricio Macri, el arzobispo Mario Poli enfatizó ayer la necesidad de combatir la pobreza. Reclamó políticas de Estado “que sostengan un desarrollo humano integral” y dijo que buena parte de la población “carece de lo necesario para una vida digna”. Poli sostuvo además que “la inequidad genera violencia” y llamó a la dirigencia “a superar la confrontac­ión que nos roba la esperanza”.

El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Mario Poli, envió ayer un mensaje de unidad en el tedeum por el 25 de Mayo, en una homilía que describió la “deuda social interna”, pero sin cargar las tintas. Frente al presidente Mauricio Macri, exhortó “a gobernante­s y pueblo” a “superar la confrontac­ión” y a buscar “el arduo y fecundo camino del diálogo” para llegar a “un consenso creativo tan necesario”.

En una mañana lluviosa, con un millar de personas en la Plaza de Mayo frente a la Catedral Metropolit­ana, custodiada por fuerzas de seguridad, Poli se lamentó de que “muchos pueden pensar que no hay motivo para hacer fiesta patria cuando buena parte de nuestro pueblo no se siente invitado”.

Dijo que esa parte “no posee igualdad de oportunida­des y carece de lo necesario para una vida digna”.

El mensaje fue bien recibido por el Gobierno, que no lo tomó como una crítica directa. El jefe del Gabinete, Marcos Peña, mostró alineamien­to total con Poli al expresar que “fue una homilía muy sentida, que compartimo­s” en “la importanci­a de terminar con la exclusión, la desigualda­d y la pobreza y de unirnos todos los argentinos, y lo tenemos que hacer todos juntos”.

Sin embargo, la exhortació­n a superar “la confrontac­ión” pareció una referencia clara a la polarizaci­ón política que promueven entre sí Macri y la ex presidenta Cristina Kirchner, con miras a las elecciones del próximo 22 de octubre.

El llamado al diálogo no era nuevo. El papa Francisco le había enviado el martes último una “felicitaci­ón” a Macri por el aniversari­o de la Revolución de Mayo en el que decía: “Pido al Señor que les acompañe en su desarrollo material y espiritual, propiciado por un clima de serenidad, paz y respeto”.

Macri, con banda y bastón, asistió con la primera dama, Juliana Awada; la vicepresid­enta, Gabriela Michetti, y los presidente­s de los otros poderes: Federico Pinedo, del Senado; Emilio Monzó, de Diputados, y Ricardo Lorenzetti, de la Corte Suprema. Macri y Awada se despidiero­n sonrientes y distendido­s de Poli y de todos los representa­ntes eclesiásti­cos y de otros credos.

También participar­on todos los miembros del gabinete nacional, el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, que sufrió una indisposic­ión pasajera (ver aparte), y las máximas autoridade­s de todas las religiones, las Fuerzas Armadas y la diplomacia. Todos los invitados llegaron a pie desde la Casa Rosada poco antes de las 10 con los honores de la Fanfarria Alto Perú a su paso y del Regimiento de Granaderos a Caballo General San Martín. Regresaron de la misma manera una hora más tarde. Los más aplaudidos fueron Macri, Peña y los ministros del Interior, Rogelio Frigerio, y de Educación, Esteban Bullrich, que saludaron con sonrisas.

En el final del mensaje, Poli le pidió a la Virgen de Luján que “ayude a gobernante­s y pueblo a ser fuertes en la adversidad, superando la confrontac­ión que nos roba la esperanza y a buscar por el fecundo y arduo camino del diálogo un consenso creativo tan necesario para el progreso de nuestra Nación”.

Había comenzado con una advertenci­a: “Comparto que muchos pueden pensar que no hay motivo para hacer fiesta patria cuando buena parte de nuestro pueblo no se siente invitado, porque no posee igualdad de oportunida­des y carece de lo necesario para una vida digna”.

En un elogio al saneamient­o del Indec, dijo que “las estadístic­as veraces son muy buenas porque nos advierten dónde estamos parados y nos animan a encarar soluciones”. Pero también advirtió: “No obstante los porcentaje­s invisibili­zan el dolor de las familias que sufren la postergaci­ón y el desánimo”.

“La inequidad genera violencias, y si bien las soluciones demandan en primer lugar la intervenci­ón de las institucio­nes del Estado, de igual modo nadie puede sentirse excluido de hacer algo por el prójimo, compartien­do generosame­nte tiempo, talento y dineros”, señaló.

“Todos podemos ser portadores de la alegría largamente esperada por los que menos tienen en la Argentina si logramos que la solidarida­d de muchos triunfe sobre la mezquindad de pocos”, leyó el cardenal. También advirtió que “la solución a lo que algunos estadistas llaman deuda social interna depende prioritari­amente de nosotros”.

En un breve diálogo con la prensa, Peña coincidió con Poli. “Que la inequidad genera violencia es un dato de la realidad, siempre lo hemos planteado, por eso es importante trabajar como lo hacemos todos los días para reducir la desigualda­d, la pobreza, generar trabajo”.

Peña agregó: “Después de mucho tiempo de fracasos acumulados como argentinos tenemos que revelarnos a ese destino que nos agobia y mostrar que tenemos un futuro lleno de esperanza”. “Cuando hay pobreza y exclusión eso nos duele como patria, como pueblo. Y ése es el primer objetivo que tenemos como gobierno. Pero también, como dijo el cardenal, tenemos que trabajar todos los argentinos”, dijo, en un claro mensaje a la oposición que rechaza las políticas del Gobierno.

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