Sampaoli ya estudia el fútbol argentino
Sampaoli pisó el acelerador en sus primeras horas en casa: tres partidos en dos días
Una “panzada” de fútbol argentino. El recorrido por Perú, Ecuador, Chile y España que mantuvo a Jorge Sampaoli fuera del país durante 15 años terminó este fin de semana con una generosa dosis de partidos locales para el inminente nuevo técnico de la selección. Anteayer fue espectador en el triunfo de Racing sobre San Lorenzo en Avellaneda y ayer tuvo doble ración: primero fue a Florencio Varela para ver cómo Defensa y Justicia vencía a Tigre, y más tarde asistió en el Monumental al empate en cero de River y Rosario Central (foto). Será presentado oficialmente el jueves.
La casa sobre la calle Dante Alighieri, casi esquina Vicente López, tenía un cuarto empapelado en rojo y blanco. Banderas, afiches y pósters de El Gráfico. Todos en Casilda sabían que los hermanos Sampaoli compartían la pasión. Marcelo era algo más moderado, pero Jorge, tres años mayor, no tenía límites. El Zurdo era tan rebelde como fanático de River. Admiraba al Beto Alonso, tenía un perro que se llamaba Luque y el calvario hasta la liberación con el título del 75 habían marcado su infancia y adolescencia. Para seguirlo al Millo se colaba en algún tren que venía a Buenos Aires y entraba al Monumental empujando con la barra porque, desde ya, no tenía ni un peso. Ese hombre ayer sintió algo especial. El viaje al pasado fue inevitable mientras caminaba por las entrañas del gigante de cemento.
A las 18.06 estaba en ese estadio que había alentado tantas aventuras en su imaginación. Imposible no recordar a Rodalgo, su padre, el que lo hizo millonario y se marchó muy pronto en su vida. Amable con los chicos que quisieron tomarse unas fotos en la puerta del ascensor, y sin escapar del mutismo ante la prensa, desde el palco 28 de la platea media Belgrano siguió el empate entre el equipo de Gallardo y Rosario Central. Jean achupinado, zapatillas y pañuelo al cuello, con ese look juvenil que desafía los 57 años.
Venía del Sur, porque un par de horas antes estuvo en Varela observando la victoria de Defensa ante Tigre, desde la cabina 8 del estadio del Halcón. En realidad, llegó a los 10 minutos del primer tiempo y se retiró a los 30 del segundo. El raid había comenzado en la noche del sábado, cuando desde un palco de la platea A del Cilindro siguió el triunfo de Racing frente a San Lorenzo.
Ansioso, hiperkinético, aunque en las últimas semanas en Sevilla venía consumiendo horas y horas de fútbol argentino por TV y video, desde que el jueves pasado pisó el país, advirtió que iría a la cancha. Y diagramó las visitas a Varela y a Avellaneda intencionalmente: evitó que el primer estadio fuese el de sus sueños infantiles para que el cimbronazo emocional no resultara tan fuerte. Es que… casi 19 años pasaron desde la última visita al Monumental. En 1998 Sampaoli dirigía a Belgrano de Arequito, por la Liga casildense de fútbol, y viajó para ver el superclásico. Ese 25 de octubre todo terminó en cero, empate sin goles, con Oscar Córdoba como figura atajándole un penal a Gallardo. Nadie del círculo de Sampaoli recuerda que haya vuelto por Núñez… hasta ayer. En el 98 lo acompañó ‘Coco’, su hijo, que andaba por los 10 años y se quedó dormido. Ayer también estuvo ‘Coco’, orgulloso de su padre, y lógicamente, fana de River.
Es cierto que, con los años, ese fanatismo fue encontrando un remanso. El mundo profesional acorraló un poco los sentimientos. Pero Sampaoli jamás ocultó su amor por la Banda. En 2015, después de llevar a Chile a la gloria futbolística, reconocía: “Mi sueño es dirigir a River. Salí de un pueblo chiquito y son sueños de pequeño que no puedo sacar de mi cabeza. Me gustaría destacarme en mi país”. La posibilidad la tendrá con la selección y tendrá cuatro partidos para llegar a Rusia. El primero por los puntos, de local, será ante Venezuela, en septiembre…, y en el Monumental.
SiselasingeniabaparaveniraBuenos Aires, cada vez que River andaba por Rosario o por Santa Fe el Zurdo estaba en la tribuna. Si River perdía un domingo, probablemente el lunes no aparecía por el colegio. Una
sólida razón para un chico que tenía otras prioridades antes que la escuela. Con los años, también admiró a Enzo Francescoli, al Búfalo Funes, a Ramón Díaz y a Marcelo Salas. Sufrió con el descenso, claro. “Fue una tontería haber dicho que soy hincha de River”, confesó hace un año, antes de que lo contrata Sevilla. Nada de arrepentimientos, sino el espíritu de protección que provoca la notoriedad. Antes, ¿a quién le importaba por qué equipo simpatizaba Sampaoli? El sentimiento no se negocia. Nadie reniega de las huellas que deja la infancia, días en los que el Zurdo jugaba a ser el Beto. River volvió a la vida de Sampaoli, seguramente de la manera menos pensada.
Sampaoli llegó a la Argentina y pidió ver fútbol. Y no paró durante el fin de semana. El raid comenzó el sábado en Avellaneda, donde Víctor Blanco, presidente de la Academia, le regaló una camiseta de Racing con el N° 10 y el nombre del nuevo DT de la selección en el dorso. Una reunión que estaba
prevista para ayer con Claudio Tapia se postergó. Entonces, la actividad de Sampaoli en las canchas siguió en doble turno: primero observó el éxito de su discípulo, Beccacece, en Varela, y recibió la camiseta del Halcón. Luego, cerró el día en Núñez, donde Rodolfo D’Onofrio lo saludó en el entretiempo.