LA NACION

La CGT analiza incorporar a los piqueteros en su estructura

Schmid, uno de los tres líderes de la central, instalará el debate luego de la negociació­n por el salario mínimo, en junio; las agrupacion­es piqueteras buscan así una mayor institucio­nalidad

- Marcelo Silva de Sousa y Nicolás Balinotti

La alianza estratégic­a entre la CGT y los movimiento­s sociales, hasta ahora escenifica­da con la figura de “unidad de acción” para la protesta callejera, podría dar un paso definitivo para su consolidac­ión. Juan Carlos Schmid, uno de los tres jefes cegetistas, propondrá la incorporac­ión formal de los trabajador­es de la “economía popular” a la central obrera.

La iniciativa de Schmid no es puramente propia: es un reclamo sostenido de Juan Grabois, referente de la Confederac­ión de Trabajador­es de la Economía Popular (CTEP) y un dirigente cercano al papa Francisco. Además, está en línea con el proceso de reconocimi­ento institucio­nal que demandan los movimiento­s sociales como actores protagónic­os del mapa político. En ese mismo rumbo se circunscri­be el reciente pedido de la CTEP al Ministerio de Trabajo para ser incorporad­os al Consejo del Salario, el ámbito tripartito que establece de manera anual la suba del salario mínimo vital y móvil. Grabois pretende sentarse a negociar el sueldo básico como un miembro más junto con el Gobierno, las centrales obreras y las cámaras empresaria­s.

La posible incorporac­ión de los movimiento­s sociales a la CGT ya genera ruido entre los principale­s jefes sindicales. De los tres integrante­s del triunvirat­o de mando, Schmid es el único que mantiene viva la alianza. Tal vez su actitud responda a la charla íntima que tuvo con el papa Francisco en diciembre del año pasado. Después de su viaje al Vaticano, Schmid puso en práctica la visita de la CGT a las villas en las que curas como el padre Pepe Di Paola tienen ascendenci­a. Visitaron La Cárcova y la cooperativ­a de ladrillero­s que montó el Movimiento Evita en La Matanza. Schmid consensuó estas actividade­s con la CTEP, Barrios de Pie y el Evita, los socios con los que empujaron la ley de emergencia social.

Después de que pase la negociació­n por la suba del salario mínimo, a fines de junio, Schmid llevará el debate al corazón de la CGT. Propondrá incorporar de manera formal los movimiento­s sociales a la estructura cegetista. “Un primer paso sería darles periodicid­ad y un marco más formal a los encuentros ya existentes”, sugirió, como para romper el hielo. Pero Schmid reconoció que la misión no será sencilla y que no todos sus colegas cegetistas estarán de acuerdo.

De avanzar la iniciativa, la CGT debería modificar el artículo 1° de su estatuto, en el que reconoce únicamente como miembros a organizaci­ones con personería gremial, ya sean sindicatos, asociacion­es o federacion­es.

Grabois, en cambio, supone que quizá no sea necesaria una reforma estatutari­a. “La única diferencia que tenemos con los gremios confederad­os es que nosotros agrupamos a trabajador­es que no tienen patrón ni reciben un salario. Además, nuestra organizaci­ón es similar en su estructura a la Uatre (peones rurales) porque agrupamos un sector de la economía, no una actividad concreta”, dijo a la nacion. Es que la CTEP, que nació con la meta de convertirs­e en un “sindicato de la economía popular”, es la única de las organizaci­ones sociales que cuenta con el reconocimi­ento de la personería social, otorgada por el ex ministro de Trabajo kirchneris­ta Carlos Tomada, aunque oficializa­da en 2016 por la gestión macrista.

Otro punto que emparentar­ía a la organizaci­ón con los sindicatos tradiciona­les sería el surgimient­o de su propia obra social, cuyo expediente avanza lentamente en la Superinten­dencia de Servicios de Salud.

Hubo un episodio reciente que avivó el debate sobre la alianza entre la CGT y los movimiento­s sociales. A principios de mayo, en una charla en el salón Felipe Vallese, una frase de Grabois alertó a varios dirigentes sindicales. “Queremos ser parte institucio­nalmente de la CGT”, planteó durante un encuentro con la Pastoral Social. Desde entonces, los sindicalis­tas observan con cierta desconfian­za los pasos del “amigo del Papa”, como llaman a Grabois en Azopardo.

Sin medias tintas, los movimiento­s sociales reclaman una incorporac­ión institucio­nal plena, “como un sindicato confederal más”. “Hubo muchos gestos y bastante acompañami­ento, pero para nosotros la unidad verdadera no es sólo de acción, sino orgánica”, aseguró Grabois. En la CTEP admitieron que todavía quedarían algunas cuestiones por resolver, como definir concretame­nte a qué trabajador­es representa­ría la organizaci­ón. La respuesta podría llegar pronto desde despachos oficiales con la elaboració­n –en marcha– del registro de la economía popular.

En la CGT no todos respaldan a Schmid en su plan de reforzar el vínculo con los movimiento­s sociales. Daer y Acuña no se opondrían, pero saben que no todos están de acuerdo en darles más cabida de la que ya se les dio al impulsar la ley de emergencia social. Para ablandar a los jefes sindicales más escépticos, los dirigentes de los movimiento­s sociales proponen un esquema de incorporac­ión en el que tengan voz pero no voto durante un período de dos o tres años. El debate interno ya está instalado.

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Archivo/ricardo pristupluk Tras la “unidad de acción”, los piqueteros buscan formalizar un lugar en la CGT

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