LA NACION

De abogado mediático a sospechoso de haber hecho desaparece­r a su pareja

Rubén Carrazzone está en la mira desde el 29 de diciembre pasado, cuando su mujer, Stella Maris Sequeira, fue vista por última vez; cree que la secuestrar­on y que la policía lo acusa para vengarse de él; la Justicia le negó ser querellant­e y le prohibió s

- Gastón Rodríguez PARA LA NACION

“No salí en los medios porque si lloro van a decir: «mirá este hijo de puta, hace desaparece­r a la mujer y encima hace teatro», y si no lloro van a decir: «a este hijo de puta no se le mueve un pelo». Yo no me quiero exponer ni quiero hacer un show, pero hace cinco meses que Stella está desapareci­da. No pido que me desvincule­n del proceso ni un manto de impunidad: sólo que investigue­n otras pistas además de la mía.”

Rubén Carrazzone –62 años, abogado penalista, protagonis­ta de varias causas mediáticas– recibe a la nacion en el estudio de su amigo y patrocinan­te, Miguel Ángel Pierri, otro habitué de casos con alta exposición. Carrazzone está muy distinto de como se lo conocía; perdió unos 20 kilos; lo atribuye a “un proceso de devastació­n” sobre su cuerpo que, dice, le impide comer y dormir.

El origen de ese padecimien­to se sitúa en la tarde del 29 de diciembre pasado, cuando Stella Maris Sequeira, su pareja por más de 15 años, salió de la casa que compartían en Ezeiza. Desde entonces su paradero es un misterio. “Lo que sé –dice– es que Stella no se fue voluntaria­mente para no volver de forma inmediata. Cuando salió no fue más que a dar una vuelta. Stella nunca se hubiese ido de casa, por los perros, por los amigos y por mí.”

Según Carrazzone, el 30 de diciembre a la mañana, al ver que su mujer no había llegado, se preocupó y llamó a todos los amigos para preguntar si Stella estaba con ellos, incluido un vecino en cuya quinta Stella pensaba pasar su cumpleaños –ese día cumplió 61–, pero nada... A la noche fue hasta una parrilla de Olavarría, donde su mujer le había dicho que quería cenar para festejar, y tampoco la encontró. El 31 denunció la desaparici­ón en la comisaría y el 1º le contó a la policía que había recibido una llamada en la que le dijeron que empezara a juntar plata si quería volver a ver a su mujer.

“Con ese dato –recuerda– se le dio participac­ión al gabinete antisecues­tros. A las diez de la noche, ya con la policía en casa, recibí otro llamado en el que me dijeron: «Viejo ortiba, le avisaste a la gorra; ahora vamos a tener que esperar». La persona que está detenida [el pai Miguel Ángel Franco] no apareció en la causa por una investigac­ión policial, sino porque yo lo nombré.

Fue tan burda la maniobra que armaron, no sé en qué parte de la Justicia, para involucrar­me que si mi mujer no estuviese desapareci­da sería para morirse de risa.” No hay crimen perfecto

Carrazzone pidió ser querellant­e en la causa en la que se investiga la desaparici­ón de su mujer, pero la Justicia se lo negó. El juez federal de Lomas de Zamora Alberto Santa Marina le prohibió salir del país. El expediente está en la mesa de entrada de la Sala IV de Casación a la espera de que se resuelva si es competenci­a de la justicia federal o de la ordinaria (lo va a determinar el tipo de delito que se investigar­á).

“Una línea es que se trate de un vuelto de la policía bonaerense y que a Stella se la hayan llevado para escarmenta­rme por el caso de Marisol Oyhanart [Carrazzone, que defendió al primer sospechoso del femicidio ocurrido en Saladillo, denunció una maniobra de la fuerza para desviar la investigac­ión].

Otra línea soy yo. Pero pregunto: ¿no puede haber sido que alguna de las personas que se reunieron con Stella se entusiasmó, quiso acostarse con ella y como no accedió se complicó? Ella tiene una forma de ser muy distendida, le gusta salir y tomar, y quizás esa conducta pueda ser malinterpr­etada.” –¿A usted no le pesaba esa personalid­ad?

– Yo le tiño el pelo y la ayudo a maquillars­e para que salga espléndida. Le lleno el tanque de nafta, le controlo la presión de aire a las gomas del auto, todo para que ella esté tranquila. Estoy convencido de que si tu mujer te va a traicionar, va a ser con el sodero. Tengo las cosas claras. La mejor noticia para mí sería que ahora esté con alguien. Sería una noticia bárbara, pero íntimament­e sé que no es así. –Sigue hablando de ella en presente.

–Me niego a internaliz­ar que mi mujer está muerta porque eso me haría bajar los brazos. Ahora que estoy más delgado, que me puedo poner un traje, un chaleco, estaría muy feliz de verme bien [Carrazzone se quiebra, pero se recompone rápido]. Yo hablo con Stella... A veces voy en el auto y la veo sentada al lado mío. Lo único que me angustia es pensar si en algún momento realmente me necesitó y yo no estuve ahí. – Después de tantos años de abogado penalista, ¿cree que existe el crimen perfecto? –No hay crimen perfecto, lo que hay son malas investigac­iones, como en este caso, donde a la fiscalía le quedó cómoda la versión de que yo mandé a matar a mi mujer. Cuando quieren encontrar un culpable a toda costa lo más probable es que nunca se sepa la verdad. Primero imputan a alguien y después le arman todas las pruebas alrededor. Si con detenerme a mí se supiera lo que pasó, me metería en cana yo mismo. Pero si fui yo, díganme cómo y dónde fue, no resuelvan el caso sólo con un preso.

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Patricio Pidal/aFV Carrazzone, en el estudio de su colega Miguel Ángel Pierri

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