LA NACION

Aulas y sindicatos innovadore­s

- Andrés Hatum —PARA LA NACIoN— Profesor de la Escuela de Negocios de la Universida­d Torcuato Di Tella

N ick van Dam es chief global learning officer de McKinsey. Experto en temas de aprendizaj­e, su visión es que el futuro del trabajo pasa por la especialid­ad. En esto coincide con Lynda Gratton, profesora de management en la London Business School, que describe el lado oscuro del futuro laboral como “la fragmentac­ión del trabajo, el aislamient­o y la exclusión”. Las revolucion­es industrial­es, tecnológic­as y ahora digitales han afectado el mundo del trabajo siempre. El tema es cómo los distintos actores encaran los cambios.

El sindicalis­mo argentino es hoy lo más parecido al ludismo inglés de principios del siglo XIX. El ludismo fue un movimiento encabezado por artesanos ingleses que protestaro­n entre los años 1811 y 1816 contra las nuevas máquinas que destruían el empleo. ¿Qué hacían los ludistas? Entraban a las fábricas y destruían las nuevas máquinas. Eliminado el problema, no hay amenaza.

Es cuestión de recordar los disturbios por la llegada de Uber al país y la reacción de los sindicatos protestand­o, cortando calles y amenazando a quienes considerab­an choferes de Uber. Frente a una tecnología que reemplaza un trabajo, el sindicalis­mo prefiere una posición combativa en vez de entender y acordar cómo reconverti­r las habilidade­s y capacidade­s de los trabajador­es que están afectados a un trabajo amenazado.

El sistema educativo es el otro pilar del atraso en la revolución en el mundo del trabajo local. Aulas del siglo XIX esperan a gente que tiene que salir al mercado laboral en el siglo XXI. Pongamos el foco en el sistema universita­rio. Una generación anterior disfrutó de poder hacer una carrera donde el conocimien­to adquirido en la misma le permitía trabajar toda su vida laboral. Hoy, el conocimien­to que provee una carrera o un posgrado tiene fecha de vencimient­o, por lo que la capacitaci­ón constante es algo que afecta a todos los trabajador­es: operarios y ejecutivos.

Las carreras requieren ciclos comunes donde no sea un problema el cambio de universida­d y se respeten las materias aprobadas. Los cambios revolucion­arios en el mundo del conocimien­to también necesitan de ciclos de especialid­ad para que el profesiona­l pueda ir generando, a lo largo de su vida laboral, las especialid­ades y reconversi­ones laborales necesarias apoyadas por un sistema educativo que entiende y desafía el conocimien­to que es necesario.

¿Qué trabajos son más vulnerable­s y pueden desaparece­r? En un estudio, tal vez el más relevante en el tema, publicado en 2013 por Carl Frey y Michael osborne, examinaron 702 ocupacione­s y encontraro­n que el 47% de las personas tenían trabajos con alto riesgo de automatiza­ción y, por ende, desaparici­ón. En particular, trabajador­es en el ámbito del transporte y logística, administra­tivos, y ventas y servicios son los más vulnerable­s para dicho estudio. Ahora bien, cada transforma­ción laboral elimina puestos, pero también crea otros. ¿Quién hubiera pensado hace 10 años en la importanci­a que tiene para muchas empresas el rol de community manager para manejar redes sociales hoy?

Se necesita un agente de cambio que movilice el sistema educativo y que agilice y saque de su letargo la estructura sindical. ojalá que un día en vez de negociar presentism­o en las paritarias, se acuerde proyectos educativos para consolidar a los trabajador­es en sus capacidade­s profesiona­les, que les darán sustentabi­lidad laboral en el largo plazo.

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