River y Central tienen todo lo que le falta a Boca
River y Central terminaron jugando un partido cerrado. ¿Por qué? En parte porque el equipo de Gallardo no repitió actuaciones anteriores desde el potencial de sus individualidades, en otra (gran) parte, porque este equipo de Paolo Montero jugó en el Monumental con muchas de las herramientas que llevaron al River del Muñeco a dar varias vueltas olímpicas.
La diferencia en los esquemas tácticos fue sutil. River jugó con un 4-1-3-2, con Ponzio entremedio de los centrales y los ofensivos Pity Martínez, Nacho Fernández y Rojas; mientras que Central se movió más dentro del 4-4-2, pero con Camacho o Carrizo rotando en una falsa posición de enganches. Lo que pensó bien Montero, entre otras cuestiones, fue cómo taparle las bandas, teniendo en cuenta que una de las principales fortalezas millonarias aparece cuando Moreira, Nacho, Driussi o Pity Martínez logran sacar un “centro-gol” desde los vértices. El punto de conexión positivo con Boca es que los tres tienen futbolistas para explotar los contraataques.
El tema fue que River sintió que estaba jugando contra sí mismo. Porque Central le propuso, desde el comienzo, una personalidad, presión, intensidad, oficio y capacidad para disputar las pelotas divididas digna de los mejores partidos del ciclo Gallardo, barriendo abajo para marcar y jugando con los dientes apretados. En la aproximación con su rival, también el canalla le sumó poderío en las pelotas paradas ofensivas y defensivas: las inclusiones de los cuatro centrales en el fondo –Burgos, Leguizamón, Pinola y Menosse–, más Musto, Camacho y Ruben le daban un plus. Y además ambos tienen jerarquía en puestos clave: Maidana, Ponzio, Rojas y Alario (en River); Pinola, Musto, Teo Gutiérrez y Ruben (en Central). Varios de ellos, sobre todo Ponzio y Musto, hasta le sacan rédito a la experiencia fabricando foules que le sirven al equipo para tomar oxígeno defensivo o para ganar un centro al área.
También tienen en sus delanteros una capacidad para pivotear y generar sociedades que Barros Schelotto sólo encuentra en Benedetto (y jugando por abajo). Mientras Maidana, Martínez Quarta y Pinola ganan anticipos defensivos, se bancan defender mano a mano y recuperan más pelotas de las que pierden, el Mellizo ya no sabe con qué central probar para conseguir algo de firmeza atrás. En ataque, Boca depende demasiado de Centurión y Benedetto y hasta abusa de las proyecciones de Peruzzi.
River y Central no son sólo correr y meter. También buscan atacar, pero tratando de agregarle pausa y elaboración al vértigo, usando los amagos hasta para no ser previsibles en las intenciones. Boca conserva la ventaja pero, en el juego y las intenciones, sigue lejos.