En París, Zeballos y Trungelliti juegan y ganan en el nombre de ellas
Los argentinos tuvieron presentaciones exitosas y ambos destacaron el valor de las mujeres que marcan sus vidas y los hacen felices
PARÍS.– El emotivo regreso de la checa Petra Kvitova después de seis meses y tras el ataque de un ladrón que la hirió en la mano izquierda a cuchillazos en la entrada de su casa. La partida rápida, inesperada e histórica para Roland Garros de una Nº 1 del mundo en la primera rueda, como la alemana Angelique Kerber, cayendo además estrepitosamente. La confirmación del austríaco Dominic Thiem (6º) de que en poco tiempo peleará por el lugar que hoy disputan los consagrados y que lidera Andy Murray. El calor insoportable que contrasta con arranques ventosos y frescos de otros años. El Abierto de Francia tuvo vivencias variadas, incluidas las argentinas. En tiempos en los que no sobra demasiado y todo se hace muy a pulmón. Y el que fue el Día de la Madre en este país encontró aHoracioZeballosyaMarcoTrungelliti aferrándose fuerte a las mujeres de su vida, disfrutando de victorias que son distintas, extremadamente valiosas. Jugadores que atraviesan por distintas etapas de sus carreras y que soltaron su alegría.
Primero fue Zeballos, que hasta se permitióunbailecitoenlacanchaSuzanne Lenglen, la segunda en importancia del torneo. La dedicatoria tenía que ser para ellas. “Ema y Sofi, las amo”, escribió sobre la cámara de TV apenas consumó la victoria, frente al francés Adrian Mannarino por 7-5, 6-3 y 6-4, que marcó su clasificación para la 2a rueda. Su hija, de un año, y su esposa, Sofía Menconi, representan un valor agregado en la vida del zurdo marplatense. Un triunfo que festejó con efusividad porque necesitaba un espaldarazo en un Grand Slam para rubricar sus buenas sensaciones de las últimas semanas, tras alcanzarlassemifinalesenBarcelona y los cuartos de final en Munich.
“¿Por qué festejé así? Estaba con nervios y me salió. Jugar en la cancha Nº 2 de un torneo tan grande, el día del arranque, tempranito, contra un francés. Estaba algo tenso, pero pude ser paciente. Me pone bien lo que me estápasando.Hacealgunosañostuve picosdebuenosresultados,peroahorahaceunañoymedioquesientoque estoy jugando bien. Maduré y estoy bien físicamente”, cuenta. Y se refiere a cómo maneja estos nuevos tiempos después de su paternidad. “Quizá los triunfos son iguales que antes, los vivo con alegría. Lo que estoy manejando mejor son las derrotas. No le doy tanta importancia porque salgo de la cancha y tengo a mi hija y a mi mujer, y eso es más importante. Vale más ayudar en el crecimiento de mi nena que un partido de tenis”.
Para Zeballos, de 32 años, se avecina ahora una nueva misión: poder superar por primera vez en su carrera una segunda rueda de un Grand Slam. Fueron cinco las ocasiones en las que se retiró cabizbajo de las citas más importantes del circuito en esa instancia. Su rival será el gigante croata Ivo Karlovic (23º preclasificado).“No,laverdadnomeponepresiones ese tema de llegar a una tercera
rueda. Si gano, bien. Si no, seguiré buscando mejorar”, aclaró, para lanzar una humorada final sobre su tendencia a sacarse fotos con los rivales más encumbrados. “¿Si Mannarino se ofendió porqué no le pedí una selfie a él también? Noooo, nos llevamos bien. Las selfies las reservo para mis ídolos. Ya las tengo con Nadal y con Djokovic. Me quedan pendientes las de Federer y de Murray”.
Horas más tarde, en la cancha 1 dondeelañopasadosorprendióensu debut nada menos que al croata Marin Cilic (era 10º del mundo), Trungelliti se abrazó fuertemente con Nadir, con quien se casará en diciembre, y casi la hace llorar al soltarle al oído un “Gracias por estar, Bichita”. Habían pasado 3h54m de dramatismo, tensión, vaivenes, que derivaron en la victoria por 3-6, 6-7 (4-7),7-6 (7-2), 6-4 y 6-4 ante el local Quentin Halys. Como en 2016, el santiagueño, de 27 años, debió ganar tres partidos de la clasificación para acceder al certamen. Tenía esa presión de revalidar puntos, con lo que pesan en competencias de Grand Slam. Ese puesto 161º pudo dispararse si no mediaba un triunfo y todo se le hubiese puesto demasiado adverso a esta altura de la temporada. Fue su primer éxito de 2017enrigor,yaquevienedisputando challengers y en las clasificaciones de otros torneos no logró el objetivo.
“Le agradecí a Nadir porque desde el día que nos conocimos estuvo ahí para aguantarme, apoyándome. Me vio en todas mis facetas y, como se dice, se puso la camiseta 10. Desde el minutounomehaenseñadounmontón de cosas y, principalmente, me ha hecho feliz. ¿El partido? Sabía que iba a ser largo. Es la ventaja de los cinco
sets,quepodésempezarsinritmo,como me pasó”, admite Trungelliti.
Que los buenos momentos le lleguen a los 26-27 años no altera la ecuación con muchos otros tenistas argentinos. Trungelliti sufre el desarraigo, los viajes. Aunque en realidad se acostumbró de chico, cuando dejó a su familia en Santiago, se fue a Chaco a los 15 años para desarrollarse bajo las órdenes de Gustavo Ré, y después a Buenos Aires. Y hoy en día se plantea vivir en Suiza para evitar los largos traslados que lo complican. “En Sudamérica siempre maduramos después que los europeos por las distancias. Por eso también ellos se retiran más viejos que nosotros: llevan una vida normal. Pierden un partido y a la tarde ya están en su casa, comiendo su comida, con su mujer… siempre que la quieran. Algunos prefieren no volver (se ríe). Los viajes, cambios de horarios y de clima, a la larga te terminan matando”.
Además de Nadir, lo acompaña su fisioterapeuta Martín Goñi. “Lo llamo ‘El destripador’. Mete mano fuerte, me hace sufrir bastante, pero gracias a eso estamos bien”. También por Gabriel Blanco. “Entrenábamos juntos en Tandil con Roberto Azar. Me ayudó desde la qualy. Viene bien. Llega bastante tarde porque le gusta salir, pero llega”, acota jocosamente. Se cruzará con el español Guillermo García López. “Nunca jugué con él, pero venimos parejos: los dos no tuvimos un buen primer semestre. Recién me sentí mejor estas últimas semanas y espero tomar impulso de ahora en más”, remató.
Alegrías y la importancia de sentirse emocionalmente bien. Zeballos y Trungelliti lo saben y lo valoran.