Al yaguareté y la ballena les cuesta hacerse un lugar entre los billetes
Representan sólo 6,8% del circulante, aunque en montos ya suponen 29%
Pese a que llevan entre 7 y 10 meses en circulación, los billetes de mayor denominación que fueron lanzados para simplificar operaciones y bajar costos operativos (e inauguraron la familia dedicada a “animales autóctonos de la Argentina”) les cuesta hacerse un lugar en la calle. Según el último dato oficial, el yaguareté ($ 500, lanzado en julio de 2016) y la ballena ($ 200, lanzado en noviembre pasado) cerraron mayo representando, en conjunto, menos 6,8% del total de billetes en circulación.
Si bien en lo que va del presente año ganaron 2,6 puntos de participación en el total de la masa circulante y en el último mes casi se duplicó la “población” de ballenas (pasó de 57,5 millones a 91,3 millones) su avance está algo relegado para una economía que convivió los últimos 3 meses con una inflación nuevamente elevada.
Los billetes de $ 100 siguen representando el 63% del total circulante (llegaron a ser el 70%). Tal vez por eso, en el últimas semanas se repitieron faltantes de dinero en algunos cajeros del GBA y el interior.
En el BCRA aseguran que la provisión de billetes de mayor denominación es normal. “Cada banco que los pide los tiene”. Pero admiten que puede haber demoras en el proceso de readecuación de algunos cajeros. En las redes (Link y Banelco) sostienen que hubo muchos adelantos en los últimos meses aunque puede haber “problemas puntuales”. “Hay bancos que no hicieron la actualización porque tienen planificado reemplazar cajeros. Hay muchos modernizándose luego de años con problemas para importar” explican.
Con todo, los nuevos billetes, al ser de mayor denominación, ya implican 29% del dinero total en la calle. Y los de $ 100, que significaban el 92% en montos a mitad de 2016, hoy sólo explican el 69% producto de la merma en 450 millones de unidades que muestra en el año el circulante dado el proceso de rescate y destrucción que lleva adelante el BCRA para quitar de circulación los más deteriorados por el uso intensivo en tiempos de prolongada inflación y cuando –a pesar de ella y para tratar de ocultarla– no se emitían billetes más grandes.