LA NACION

Cuando el terror se vuelve un atentado contra la prudencia

- Andrés Eliceche

MELBOURNE.– Son las 23.35 del martes en Melbourne. En la puerta principal del hotel Crown Metropol, dos empleados juntan sus manos y se dan calor con el aliento. Es el gesto más sospechoso que puede advertirse a esta hora. Claro, desde lejos no se ve: a la delegación de la selección siguen llegando mensajes de preocupaci­ón: ¿están bien?, ¿tienen miedo?, ¿están bien?, ¿hay mucha policía?, ¿están bien?

Las alarmas que sonaron en la distancia se apoyan en el secuestro de una mujer realizado el lunes a la noche en el barrio de Brighton, a 20 minutos de viaje desde el centro de la ciudad, que terminó con la intervenci­ón de la policía y con el secuestrad­or muerto a balazos. El episodio, uno de ésos que incluso pueden darse cada tanto en esta ciudad, calificada el año pasado por sexto año consecutiv­o por la Economist Intelligen­ce Unit como la más habitable del mundo, se magnificó cuando Estado Islámico se adjudicó la autoría. Suficiente: “atentado terrorista”, “ataque de Estado Islámico” y “alerta máxima en Melbourne” fueron algunas de las variantes elegidas en los medios para definir la noticia.

Y eso, con el mejor jugador del mundo, Lionel Messi, metido en un hotel, disparó temores especialme­nte en la Argentina, aunque ningún elemento concreto ayudara a sostenerlo­s: ¿cuán creíble resultaba esa autoincrim­inación?, ¿quiénes realmente la denunciaro­n? No hay prudencia, sólo repetición a escala global y paranoia.

Aquí, en el lugar de los hechos, en la mañana del martes los medios locales le daban un espacio destacado al episodio, pero no único ni central, mientras los jugadores del selecciona­do argentino desayunaba­n tranquilos en el piso 3. Dos guardias escoltaban el pasillo de acceso al salón: igual que el domingo, lo mismo que mañana. A la tarde, en el entrenamie­nto, 35 guardias custodiaro­n el predio de Melbourne City. ¿Por el atentado terrorista? “Los pedimos por los colados que hubo ayer”, espanta cualquier fantasma Jorge Miadosqui, jefe de la delegación. Los jugadores volvieron al hotel después de los ejercicios intensos que les propuso el entrenador Jorge Sampaoli: en el lobby, la gente transitaba como lo que era, un día más.

Ya es medianoche, los dos empleados siguen charlando en el mismo lugar que hace media hora. Qué estarán tramando esos dos.

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