LA NACION

Gran Bretaña, a las urnas

Decidirá hoy quién la guiará en su salida de la UE.

- Silvia Pisani

LONDRES.– A punto de dar forma a su proyecto más ambicioso en medio siglo con la anunciada salida de la Unión Europea (UE), Gran Bretaña decide hoy, en elecciones de final abierto, quién la guiará en ese difícil camino.

Tanto este país insular como el bloque europeo al que todavía pertenece contienen el aliento. No es lo mismonegoc­iarel divorcio más caro de la historia con un gobierno conservado­r que con uno laborista. Ni qué decir si lo que surgiera fuera un gobierno con mayoría parlamenta­ria débil. O, peor aún, un Parlamento sin mayoría clara, que obligue a algún tipo de coalición para gobernar. Todos son escenarios posibles, aunque algunos más que otros.

Tras varios subibajas, aún con el impacto fresco de los últimos atentados en Manchester y Londres, la impresión coincident­e es que la primera ministra conservado­ra, Theresa May, se impondrá sobre su rival laborista, Jeremy Corbyn.

Si así fuera, la gran incógnita aún sería el margen. Porque, aquí, ganar no basta. Tan importante como eso es saber cómo se gana. En el escenario con el que se llega a esta convocator­ia, un triunfo conservado­r débil podría ser lo mismo que una derrota para May: se la comerían los de su propio partido.

¿Cuánto es una ventaja clara? Los conservado­res tienen ahora una mayoría débil de apenas seis bancas. La pretensión es que, para que May salga airosa, debería elevar ese número por arriba de 50 bancas.

“Yo incluso diría 70 bancas. Si se queda por debajo de eso, sería desgastant­e”, opinó el veterano encuestado­r británico John Curtice.

En medio de duros reproches, los dos contendien­tes cerraron anoche la campaña más atípica del pasado reciente. Convocada con el Brexit como bandera, fue atravesada por dos atentados terrorista­s que, con su secuela de luto y espanto, eclipsaron la decisión que definirá el futuro del país por muchos años.

Los sondeos tienen particular mala fama en Gran Bretaña. Basta recordar los que, con tanta convicción, auguraban el fracaso de la triunfante opción por el Brexit. “Hay que darles un margen de error de más o menos diez puntos”, bromeó un encuestado­r norteameri­cano.

Aún así, todos apuntan a que los laboristas hicieron un impresiona­nte recorte de la diferencia de 20 puntos con que arrancaron. Eso deja a Corbyn en una posición de lujo: aunque sea derrotado, será el gran ganador de la campaña.

Hasta hace nada más que diez semanas, muy pocos apostaban por este laborista que jamás ocupó un cargo ejecutivo, que siempre fue opositor –incluso, dentro de su propio partido– y que, hasta hace poco, recitaba recetas setentista­s.

Pase lo que pase, nadie le quitará haber hecho la mejor campaña en mucho tiempo. Su proyecto más personal es ése: consolidar­se como líder de oposición.

Según qué encuesta se mire, el resultado arroja o bien un triunfo histórico de May –algo que la hermanaría con la recordada Margaret Thatcher– o uno tan ajustado que podría ser una pesadilla.

La mejor noticia para la premier se la dio The Independen­t. Anoche publicó una encuesta de ComRes según la cual May logrará su objetivo con una ventaja de nada menos que diez puntos y una mayoría de 74 bancas. “Sería la mayor diferencia que los

tories podrían conseguir desde los días de Thatcher”, sostiene el informe. Añade que si bien Corbyn hizo una impresiona­nte remontada, luego se quedó corto a la hora de dar confianza sobre su habilidad para manejar las finanzas, el Brexit y la seguridad. Nada menos.

Otras mediciones resultan en márgenes mucho más estrechos; de entre 1, 2 y 4 puntos, según los casos. El último sondeo de Survation reduce la ventaja de los conservado­res a tan sólo 1,2 puntos; con 41,6% para May y 40,4% para Corbyn. El sondeo más respetado, el de YouGov, arroja una diferencia de cuatro puntos, con 42% para la premier y 38% para su rival.

Todo era más claro el 19 de abril pasado, cuando May convocó a elecciones anticipada­s a los dos años de una legislatur­a de cinco. Por entonces, con los laboristas hundidos, estaba convencida de que arrollaría.

Designada por el partido tras la renuncia de David Cameron, buscó el respaldo popular para consolidar­se frente a la negociació­n del Brexit y acallar cuestionam­ientos internos. Pero la remontada laborista llegó a ponerla en duda. Hoy se sabrá qué tan acertada estuvo la maniobra.

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