LA NACION

Para manejar el juego ilegal les pagaba sobornos a 27 seccionale­s

El jefe de la maniobra destinaba $ 150.000 por mes para que sus levantador­es de quiniela no fueran detenidos por la policía

- Gustavo Carabajal

Un capitalist­a del juego destinaba al menos 150.000 pesos por mes a 27 dependenci­as policiales de la zona norte y noroeste del conurbano. No eran otra cosa que coimas para evitar que sus cien levantador­es de quiniela clandestin­a, que recaudaban hasta $ 800.000 en jornadas en que había cuatro sorteos, fuesen molestados durante sus quehaceres o, eventualme­nte, detenidos por las operacione­s ilegales.

Esta red de corrupción policial fue desbaratad­a a partir de una investigac­ión encarada por el Ministerio Público Fiscal de San Martín en julio del año pasado. Durante los allanamien­tos fueron apresados tres jefes policiales y el organizado­r de la maniobra: Carlos Alberto Fernández, que murió mientras estaba detenido. Su abogado era Jorge Cancio, actual subsecreta­rio de Seguridad del municipio de Malvinas Argentinas.

Durante los operativos, los detectives abocados al caso secuestrar­on computador­as y soportes informátic­os que contenían archivos encriptado­s, es decir, cifrados con una clave secreta.

Hace una semana, los peritos informátic­os oficiales lograron desencript­ar esos archivos. Encontraro­n una planilla donde el capitalist­a detallaba todo el dinero que pagaba en concepto de sobornos.

Allí figuran las siguientes dependenci­as policiales: Don Torcuato, Del Viso, Alberti 1 y 2, Departamen­tal Don Torcuato, Los Polvorines, Dirección de Investigac­iones de Pilar, Dirección de Investigac­iones de San Martín, Comando de Patrullas, Maquinista Savio, Ingeniero Maschwitz, Garín, Departamen­tal Pilar y Distrital Escobar. Figuran, también, al menos cinco policías que se desempeñan en jefaturas departamen­tales de la zona.

Los sobres con dinero que se destinaban a esos policías corruptos sumaban $ 120.000, a los que se agregaban $ 30.000 que eran entregados a ocho uniformado­s que aparecen con distintos sobrenombr­es y en diversas dependenci­as.

En la planilla figura un ítem titulado “adicionale­s”, en el que, además de los honorarios del jardinero, figura un apellido: Cancio.

Ese apellido se repite en una de las actas en las que se detalla cuáles fueron los elementos secuestrad­os en los allanamien­tos. Dentro de una caja fuerte había 76.800 pesos repartidos en fajos que llevaban los nombres de “Cancio”, “Alberto”, “Rosa” y “Walter”. Ese cofre guardavalo­res fue encontrado en un inmueble situado en José Martí al 1400, de la localidad de Adolfo Sordeaux, Malvinas Argentinas.

El propietari­o de ese local era Fernández, señalado como el capitalist­a de juego más importante de la zona, con más de cien levantador­es de quiniela que operaban en el eje de la vieja ruta 8, la ruta 202 y la autopista Panamerica­na.

Su hija, Mirta, había sido secuestrad­a en 2003, en la época más crítica de ese tipo de delitos. Estuvo 27 días cautiva. Los secuestrad­ores le cortaron un dedo y se lo mandaron a Fernández para que pagara el rescate. La mujer fue liberada luego de que su padre abonó 400.000 pesos, más de 100.000 dólares de la época. La banda de secuestrad­ores, encabezada por Sergio Orlando Leiva, alias “Negro Sombra”, fue condenada en 2007. Entre los sentenciad­os figuraba un policía bonaerense (ver aparte).

Además del dinero, dentro del inmueble los investigad­ores de la Auditoría General de Asuntos Internos del Ministerio de Seguridad bonaerense encontraro­n un centro de cómputos donde se procesaban las apuestas clandestin­as de quiniela. Los investigad­ores secuestrar­on 15 computador­as y siete faxes en los que se recibían las planillas con las jugadas.

Al revisar la propiedad, los funcionari­os de Asuntos Internos encontraro­n programas con apuestas de todas las quinielas nacionales y provincial­es, anotacione­s de juga- das de quiniela, de levantador­es y corredores que trabajaban en combinació­n con el dueño del local. Toda esta actividad ilegal fue desarrolla­da por Fernández en el inmueble de Malvinas Argentinas.

Al ser consultado por la nacion, el subsecreta­rio de Seguridad de Malvinas Argentinas, Jorge Cancio, admitió que había sido abogado del capitalist­a de juego detenido en una causa en la que había sido acusado de un homicidio culposo ocurrido en el cruce de la avenida 9 de Julio e Independen­cia, en el centro porteño.

“Hace mucho tiempo que no hablaba con Fernández, así que no sabía que todavía desarrolla­ba esa actividad. Pensé que había dejado hace tiempo. Voy a presentarm­e cuanto antes ante la Justicia para aclarar todo esto”, dijo a la nacion el funcionari­o municipal.

Fernández falleció mientras estaba detenido. Fueron procesados el oficial Damián Campero y el comisario de Los Polvorines Andrés Fabián Condes. El juez de San Martín Mariano Gramático Mazzari los acusó de cohecho activo.

La causa comenzó hace once meses a partir de una llamada anónima que recibió el fiscal de Investigac­iones Complejas de San Martín, Edgardo Ledesma. Le dijeron que “policías de las comisarías de “Pablo Nogués, Los Polvorines Jefatura Departamen­tal y Comando de Patrullas pasaban a retirar sobres con dinero por el inmueble situado en José Martí al 1400, de Malvinas Argentinas. Allí, el dueño de la propiedad entregaba dinero para que no lo persiguier­an y lo dejaran continuar con la actividad de apuestas clandestin­as de quinielas”.

Ante esta denuncia, el fiscal ordenó una vigilancia de ese domicilio que derivó en las detencione­s de los jefes policiales y en el allanamien­to de la propiedad de José Martí al 1400, donde estaba montado el centro de cómputos de las apuestas clandestin­as.

El análisis del contenido de los discos rígidos y de los servidores asociados a las computador­as del lugar fue arduo. En especial, costó desentraña­r las claves de los archivos encriptado­s. Finalmente, los expertos informátic­os de la Dirección General de Asuntos Internos lograron, la semana pasada, abrir la caja de Pandora. Así tuvieron el detalle de las coimas que Fernández pagaba para que sus corredores levantaran $ 800.000 por día en apuestas clandestin­as.

A partir de la desclasifi­cación de los archivos habrá, segurament­e, nuevos nombres en la causa.

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Los faxes con los extractos de las jugadas

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