Thiem le apunta a Nadal
El austríaco demolió a Djokovic y viene el choque con Nadal; es el único que derrotó al gran campeón en polvo en esta temporada
El austríaco, que demolió a Djokovic, ahora tiene en la mira al rey de París
PARÍS.– ¿Quién es ese chico de verde y blanco que somete repetidamente, en la cancha central de Roland Garros, al último campeón? No, no puede ser el mismo que el 20 de mayo, apenas un puñado de semanas atrás, se fue con una paliza encima (6-1 y 6-0), propinada por el mismo rival, que lo derrotó las cinco veces que se enfrentaron. En rigor, lo es. Dominic Thiem, gran protagonista del supermiércoles en París, noquea a Novak Djokovic. La primera de sus peleas de fondo. Sin marcas en la cara. Huellas que sólo se advierten en la humanidad del oponente. Con una historia detrás…
En una charla reciente con el diario deportivo L’Equipe, el austríaco Günter Bresnik, entrenador de Thiem (23 años, Nº 7 del mundo, crack y aspirante a la cima), había sido concluyente: “Dominic está preparado para ganar un Grand Slam física y mentalmente. El gran problema que tiene se llama Djokovic-Nadal-Murray. Jugar contra ellos en seguidilla desde cuartos de final. Ya vencer a Djokovic y sobre todo a Nadal en polvo suena muy difícil. Y si lo consigue, después le quedaría el Nº 1 del mundo. Demasiado”.
Parecido a Ivan Lendl en cuanto a su inexpresividad mientras sigue los partidos desde el palco, Bresnik, de 56 años, dirigió a Boris Becker, Jakob Hlasek y Henri Leconte, entre otros, pero Thiem es su debilidad. “Me sorprendió que le haya ganado a Nadal en Roma, cuando Rafa estaba jugando otra vez el mejor tenis de su carrera. Creo que lo principal para él en estos días es dominar su estado emocional: es un chico de una gran sensibilidad, no es una máquina. Pero me da confianza la experiencia en Roma por un motivo: aunque hayan sido solamente dos sets, nunca bajó la intensidad frente a Nadal “.
Los que lo hayan visto hace 16 meses en el ATP 250 de Buenos Aires no lo deben poder creer. Si se quedaron admirados con el revés de una mano de ese jugador todavía desconocido y que en ese torneo se cargó a Nadal y a Nicolás Almagro en semifinal y final, después de su fulgurante escalada, de un tenis que explotó y cuyos límites aún no están escritos, haber tenido esa chance se disfruta como un privilegio. Y también como una excepción: difícilmente Thiem vuelva alguna vez a jugar en Palermo. Ya es una estrella mundial. Lo del reciente Masters 1000 en la Ciudad Eterna fue una advertencia. El único que pudo con Nadal este año en polvo de ladrillo. Aunque París se reservaba lo mejor. En 2h15m, demolió al serbio, Nº 2 del mundo por ahora y último campeón de Roland Garros por 7-6 (5), 6-3 y 6-0. Se vengaba de lo de Roma y de la semifinal de 2016 en este mismo torneo y en sets corridos.
Lo de Thiem impacta. Un tenis de alta velocidad, precisión y potencia, ganando sus puntos y provocando errores en Djokovic como si fuese un principiante. Con lo difícil que es vulnerar tenística, mental y emocional- mente a un jugador como el serbio, aunque no sea el de hace un año. Que padeció el partido e hizo padecer a su familia en los boxes. El único que no padeció fue Andre Agassi, ya ausente por compromisos personales en un fugaz paso como coach-asesor, una relación que el tiempo dirá si fue más marketinera que laboral. Quizá su presencia no modificaba nada: Thiem estaba inquebrantable.
Cuando el domingo pasado, tras caer en los octavos de final, Horacio Zeballos marcó la contrariedad de sentir impotencia en la cancha a pesar de estar en el mejor momento de su carrera, puede entenderse todo lo que le pasó a Djokovic y certificar que lo de Thiem va muy en serio. Seguramente sus tiros no le hacían vibrar la raqueta en la mano al serbio como relató el marplatense que le sucedió, pero lo desbordó por todos lados. “El revés es bueno, lindo, pero te va desarmando con la derecha. Es tremenda”, contó Zeballos. Djokovic se fue rápido. Y en paz: no se lo vio ni siquiera con bronca. Los deseos de repetir la sensación indescriptible de festejar nuevamente en París, el Grand Slam que siempre quiso ganar y que tanto le costó conquistar, quedaron rotos, abrumados por una fuerza superior. “Thiem está jugando increíble, se lo ve con mucha hambre, es una de las figuras del momento y tiene enormes chances de ganar un Grand Slam, aquí mismo o en breve. Perder el tie-break y el quiebre enseguida en el segundo set fueron determinantes. El tercer set no lo cuento porque la disparidad resultó muy grande. Me superó claramente”, admitió Djokovic.
Del otro lado, uno de los dueños del futuro. “Ya estar en los cuartos de final me parecía un sueño, así que haberle ganado a Djokovic supera todo. Me siento muy bien, confiado, estable en mi juego. Es increíble llegar a una semifinal de Roland Garros, mi torneo preferido, mi superficie favorita. ¿Nadal?Estájugandocomoensusmejores épocas. Gana sus partidos con mucha contundencia, rápido. Lo de hoy, por la lesión del rival, fue una circunstancia. Pero está claro que la tendré difícil el viernes. Será un gran y hermoso desafío. Nadal en Roland Garros: el partido más difícil que alguien pueda tener”, sostuvo Thiem, en su mejor desempeño en un Grand Slam.
Técnicamente no tienen nada que ver, pero Thiem quiere emular a su compatriota Thomas Muster, campeón 1995. Thiem dispone de la gran ocasión de hacer historia. El destino lo cruza con Nadal, el Matador que pretende su 10ª corona en París y que volvió a sudar poco, en esta ocasión por causas ajenas: la lesión muscular de su compatriota Pablo Carreño Busta derivó en el triunfo por 6-2, 2-0 y abandono en 51 minutos. “Si hay alguien que puede ganarle a Rafa es Thiem, pero a cinco sets. Ahí Nadal siempre tiene ventajas por su físico”, anticipó Zeballos. “Tengo que hacerlo jugar incómodo. Es extremadamente fuerte, se tira sobre la pelota. Es un jugador con una enorme proyección. va a ser campeón aquí, no tengo dudas, sólo que espero que no sea este año”, señaló Nadal.
Protagonistas de un duelo que se instaló en las últimas semanas. Antes de la caída en Roma, el español venció al austríaco en las definiciones del Masters 1000 de Madrid y del ATP 500 de Barcelona. Dicen que el mejor partido siempre es la final, pero hay otros que son especialmente esperados. Nadal-Thiem es el choque que muchos soñaron desde que se realizó el sorteo. Incluso por sobre Nadal-Djokovic. La creencia de que Thiem es una suerte de extraterrestre capaz de poner de rodillas el rey de la Chatrier tomó mayor vuelo en las últimas jornadas. El campeón destronado lo garantiza.