Ante los Pumas, Jones reinventará a Inglaterra
Por el eje profundo
L os teléfonos de las habitaciones y los celulares de los integrantes del staff del seleccionado de Inglaterra empezaron a sonar a las 8 de la mañana del domingo. Unas tres horas antes, en el invierno europeo, había terminado el festejo del título del 6 Naciones, con Grand Slam incluido. A las 9, Eddie Jones esperaba a sus ayudantes en uno de los salones para evaluar individualmente a cada jugador y para empezar a armar la lista con vistas a la ventana de junio, que se iba a celebrar en Australia con tres tests ante los Wallabies. Inglaterra, la poderosa del rugby mundial (no la mejor), venía de ser eliminada en la primera rueda de la Copa del Mundo celebrada en su propia casa. Jones metió mano en un par de cuestiones (cambio de capitán, enroque de 10-12), torció la mentalidad y comenzó la reconstrucción, que hasta aquí lleva 17 triunfos en 18 partidos, dos coronas en el 6N y una barrida de 3-0 ante los Aussies en aquellos encuentros de junio del año pasado.
El no dejar ningún detalle al margen, como el episodio contado al comienzo, conforma sólo una parte de quien es uno de los tres mejores entrenadores de rugby del mundo, sino el mejor. Jones es mucho más que un obsesivo. Es un hombre que cree que siempre hay que buscar algo nuevo; que a una buena idea le debe seguir otra superadora. Que nunca se queda en su zona de confort. Está todo el tiempo reinventando a sus equipos y para los partidos que se vienen con los Pumas (éste sábado en San Juan y el siguiente en Santa Fe) se moverá en otro terreno que lo seduce, el de los desafíos: llegó a la Argentina con un plantel nuevo (sin 10 de sus titulares, que están en los Lions, y con 17 debutantes) y con el antecedente de haber caído y perdido el invicto en el último test, ante Irlanda, en Dublin.
Jones, nacido el 30 de enero de 1960 en Tasmania, es también un provocador permanente. Lo busca al rival en el terreno donde éste más cómodo se siente; en las palabras y en el juego también. Para aquellos partidos de junio del año pasado ante los Wallabies de Michael Cheika, que venían de ser subcampeones del mundo, el entrenador convocó a su staff a otro australiano, Glenn Ella, el mellizo de Mark, aquel fabuloso back de los Wallabies de los 70/80. Compañeros en el colegio primario, Jones y Ella ya habían estado juntos en otros equipos. Pero ese llamado enturbió la mente de Cheika y eso, de alguna manera, se trasladó al césped: fue un histórico 3-0 para los ingleses.
Glenn Ella también está con Inglaterra en esta gira por la Argentina. Jones lo convocó esta vez para trabajar en el ataque sobre pelotas recuperadas, un punto en el que los argentinos no han estado sólidos en los últimos encuentros con los Jaguares.
Jones ha aprendido de las lecciones que le dio la vida. Después del ACV que sufrió en 2013, sus horas dejaron de ser exclusivamente para el rugby. Y tras la dura experiencia al frente de los Wallabies, donde fue despedido en 2005 luego de cuatro años, un subcampeonato del mundo y 8 derrotas en los 9 últimos partidos, supo que de ahí en más debía rodearse sólo de gente de su más absoluta confianza. Nadie de afuera ingresa en el mundo Jones cuando está con el equipo.
Ayudante de Jake White en el título mundial de los Springboks en 2007, en 2011 llevó a Japón a la gloria al vencer a los mismos Boks en la primera rueda. Se verá qué de nuevo le plantea a los Pumas, a los que volverá a enfrentar en noviembre y en la Copa del Mundo de 2019.