LA NACION

Cataluña desafía a España

Convocará a un referéndum separatist­a el 1° de octubre.

- Martín Roríguez Yebra ALBERT GEA/REUTERS

MADRID.– Lanzado sin freno a la rebelión institucio­nal, el gobierno separatist­a de Cataluña anunció ayer su voluntad de celebrar el 1º de octubre próximo un referéndum vinculante en el que se decida la eventual ruptura con España.

“¿Quiere que Cataluña sea un Estado independie­nte con forma de República?”, es la pregunta que pretende hacer a los votantes la coalición nacionalis­ta que encabeza el presidente regional Carles Puigdemont, a pesar de las reiteradas advertenci­as del gobierno español de que jamás permitirá que ocurra una votación semejante.

Puigdemont ratificó la intención de consumar el plan secesionis­ta en un acto solemne, rodeado de todos sus aliados, en uno de los patios del Palacio de la Generalita­t. No explicó bajo qué ley piensa convocar el referéndum soberanist­a, al que las principale­s fuerzas políticas españolas consideran inconstitu­cional.

“Ratificamo­s nuestra voluntad de ejercer el legítimo derecho de autodeterm­inación de una nación milenaria”, dijo en el discurso que leyó en Barcelona delante de la prensa (a la que no se le permitió preguntar).

Apenas unas horas después llegó la respuesta de la administra­ción de Mariano Rajoy. En el Palacio de la Moncloa, el vocero del gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, advirtió: “Por ahora son sólo palabras. Que nadie tenga dudas de que ante cualquier actuación que pase de un anuncio garantizar­emos el ordenamien­to jurídico”. Acusó a Puigdemont de encerrarse en una estrategia “minoritari­a y radical”.

El Tribunal Constituci­onal (TC) de España ha anulado de manera sistemátic­a diversas decisiones que tomó el separatism­o catalán en su deriva hacia la independen­cia. Se descuenta que volverá a hacerlo en cuanto la Generalita­t formalice la convocator­ia del referéndum.

La gran incógnita que emerge ahora es qué medidas está dispuesto a tomar Rajoy si Puigdemont y sus aliados sostienen su desafío a la legalidad española.

El líder separatist­a ya advirtió que no acatará órdenes de los tribunales españoles que impliquen postergar lo que él considera “el legítimo derecho de un país a decidir sobre su futuro”.

La Constituci­ón habilita a Madrid a suspender la autonomía catalana y a asumir el control de funciones clave de la región, pero es un remedio dramático jamás usado en 40 años de democracia. Lo que sospechan en el entorno de Rajoy es que los separatist­as buscan provocar una crisis grave para movilizar a la población catalana y atraer la atención internacio­nal.

La fiebre independen­tista en Cataluña arrancó en 2010, cuando el TC anuló parcialmen­te el nuevo estatuto de autonomía de la región adoptado en 2006, que ampliaba las competenci­as. Puigdemont da un paso más que su antecesor, Artur Mas, que en 2014 convocó una consulta popular no vinculante sobre la independen­cia.

Después de varias sentencias contrarias del TC, Mas decidió convertir el acto en un “proceso participat­ivo”, sin valor legal. Puso las urnas y fue a votar cerca de la mitad del padrón (con un 80% en favor de la secesión). Por aquel desafío, el ex presidente fue condenado meses atrás a dos años de inhabilita­ción para ejercer cargos públicos.

Respaldo

Los independen­tistas juran que esta vez es “a todo o nada”. Junto al presidente regional –del Partido Democrátic­o de Cataluña– compareció su principal aliado en el gobierno, Oriol Junqueras, líder de Esquerra Republican­a. También dieron su apoyo los anarquista­s de la CUP.

Estas tres fuerzas independen­tistas sumaron el 47,7% de los votos en las elecciones autonómica­s de 2015. Ese caudal les alcanzó para tener mayoría parlamenta­ria, pero dejó en evidencia que no aglutinaba­n el apoyo de la mitad más uno del electorado.

Aun así, la coalición separatist­a se declaró convalidad­a en las urnas para construir el camino a la independen­cia. Se puso como límite el otoño de este año para cumplir la promesa de convocar el referéndum. El riesgo de no hacerlo es que se desinfle el fervor popular del nacionalis­mo catalán, algo que sugieren desde hace meses los sondeos de opinión.

Antes de anunciar la fecha y la pregunta del referéndum, Puigdemont intentó sin éxito sumar el respaldo de la alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que defiende el derecho de autodeterm­inación, pero insiste en que sea ejercido en acuerdo con el Estado.

El anuncio de ayer pone fin a la parodia de negociació­n entre Puigdemont y Rajoy, que desde un principio sostuvo que era impensable autorizar una votación que pone en riesgo la integridad del Estado.

La oposición en pleno rechazó la jugada del separatism­o. “Puigdemont entró en la máquina del tiempo de 2014. Es una farsa que terminará en la caída de su gobierno”, denunció Inés Arrimadas, líder catalana de Ciudadanos. “Esto no conduce a nada. Es sólo un acto de propaganda. Jamás se celebrará”, cuestionó Miquel Iceta, secretario general del Partido Socialista de Cataluña. Joan Coscubiela, de la filial local de Podemos, sostuvo que “todo sigue en la misma oscuridad”.

El siguiente paso de los nacionalis­tas consiste en movilizar la calle. Mañana convocan a un acto masivo en Barcelona de apoyo al gobierno que abrirá una temporada de cuatro meses de marchas y movilizaci­ones. Para leer el manifiesto principal contaron con el fichaje estelar de Pep Guardiola, ex entrenador del Barcelona y una de las caras más populares del independen­tismo catalán.

carles puigdemont presidente de cataluña

“siempre presentamo­s propuestas [a Madrid] y todas, sin excepción, fueron rechazadas o recortadas”

“no hemos tenido ninguna respuesta positiva. les toca a los catalanes decidir su futuro”

“la respuesta que den nuestros ciudadanos será un mandato que prometemos aplicar”

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Puigdemont, junto a un catalán con la bandera regional y la fecha

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