LA NACION

Líderes políticas, entre la ética y la eficacia

- Eduardo Fidanza

El focus group transcurre calmo, con desacuerdo­s que no llegan al enfrentami­ento. Más allá de las divergenci­as, los participan­tes, que viven en la provincia de Buenos Aires y fueron convocados para opinar sobre las elecciones, comparten un sentimient­o ambiguo: el país no arranca, los cambios no se perciben, pero poco a poco las cosas mejorarán. Hay que aguantar, mantener la esperanza a pesar de que no se vean resultados. Otros se resignan; algunos, en cambio, protestan y se preguntan si no habrán equivocado el voto. En general, saben poco de las próximas elecciones (cuándo son, qué se elige) y los eventuales postulante­s, con escasas excepcione­s, no los entusiasma­n. Los que se salvan de la indiferenc­ia son apenas un puñado de mujeres, encabezada­s por la gobernador­a. Como es esperable, la gente está en otra cosa, preocupada por llegar a fin de mes, con presupuest­os que se estrechan cada vez más debido a la inflación y la disminució­n de ingresos. Las elecciones no son la prioridad de estas personas.

En ese clima, discuten y evalúan posibles candidatos. El coordinado­r les propone mirar fotografía­s de ellos y elegir dos, una para el cargo de senador, otra para el de diputado. En ciertos casos, las duplas elegidas sorprender­ían a más de un politólogo porque las preferenci­as de los participan­tes son arbitraria­s, no guardan relación con el alineamien­to partidario de los precandida­tos. El votante, que tiene poca informació­n, utiliza atributos morales y psicológic­os de la vida privada para decidir sus opciones públicas. Más que la ideología y la pertenenci­a a partidos, importan la honestidad, la empatía, el liderazgo, la eficacia, los gestos que indican familiarid­ad o extrañeza. Eso quizá explique por qué un hombre de mediana edad, preocupado por la insegurida­d y la falta de trabajo, alza dos fotos y proclama convencido: esta es mi opción. Eligió a Cristina Kirchner para senadora y a Elisa Carrió para diputada. En la conciencia borrosa de este individuo no las separa el espanto ni las une el amor, sino la fortaleza de carácter. Son enérgicas y decididas, entonces a la urna.

Este ejemplo, sin duda, expresa un capricho infrecuent­e. Sin embargo, patentiza un tópico de las democracia­s modernas: el elector medio es apático y está desinforma­do; sus decisiones surgen de una emotividad difusa más que de un cálculo racional. Sobre la lógica de los votantes y la asimetría informativ­a que los distancia de la clase política se ha escrito mucho. Pero, por más teorías y modelos matemático­s, la consistenc­ia de su conducta no resiste análisis: son las impresione­s y los sentimient­os quienes determinar­án qué boleta elegirá. Un amplísimo collage cultural donde se superponen imágenes, consumos, espectácul­os, tecnología­s, violencias, ansiedades y deseos de bienestar, entre otras excitacion­es, opera como telón de fondo del voto. Lo condiciona y lo prefigura. Eso lo saben los consultore­s de campaña, cuyas estrategia­s consisten en modular y adecuar la comunicaci­ón política a ese mundo caleidoscó­pico. En él los candidatos no son entidades sustantiva­s, sino manchas de un test proyectivo donde los electores ven figuras cambiantes de acuerdo con su percepción emocional.

Si se observa con este cristal a los votantes que miran fotos de dirigentes para armar su combo, acaso pueda discernirs­e una serie de atributos que determinar­án la opción electoral. No más que eso por ahora. Mientras la clase política, febril y absorta, cierra listas, la gente recién empieza a despertar del letargo, construyen­do a tientas una primera selección de políticos, no necesariam­ente candidatos, en torno a los atributos que le interesan. En un país donde tres mujeres encabezan el ranking de prestigio y otra interpreta a una antiheroín­a amada y detestada con pasión, el género constituye una dimensión significat­iva. Allí el votante anota: Vidal, Carrió, Stolbizer, Ocaña, Cristina. Otro atributo es la capacidad de liderazgo, donde pasan el corte otra vez Vidal, Carrió y Cristina, acompañada­s, a distancia, por Macri y Massa. La honestidad es uno de los rasgos clave para el elector. Ante él desaparece­n los varones y la antiheroín­a, cercada por imputacion­es y denuncias. Vidal, Carrió, Stolbizer y Ocaña son las únicas insospecha­bles. La cercanía, la empatía con la gente común, también es valorada. Vidal se vuelve a llevar las palmas en este rubro, casi en solitario. Resta un atributo controvert­ido: la eficacia material, la capacidad de lograr condicione­s favorables de ingreso, empleo y consumo, aunque no sean sustentabl­es. Allí brilla Cristina. Como muchos declaran, y otros admiten entre líneas: “Con ella (o contra ella) estábamos mejor”.

los planetas tan lejanos de electores y elegidos finalmente se superpondr­án el 22 de octubre. Apenas por unas horas, como en los eclipses. Entonces se sabrá qué atributo predomina sobre otros, qué personalid­ad seduce más, qué proyección imaginaria prevalece. La opción de fondo, según las evidencias, será entre ética y eficacia material. Y la campaña la protagoniz­arán mujeres, cuyo liderazgo es un rasgo distintivo de la política actual.

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