LA NACION

El arquero debe saber atajar y algo más

- Christian Leblebidji­an

El debut de Sampaoli dejó varios disparador­es. Uno fue el protagonis­mo de Sergio Romero, pero al margen de las ocho situacione­s de gol que le generó Brasil. Es que el arquero tocó en un solo partido más pelotas que en casi todo el ciclo Martino, otro DT al que también le gustaba que sus nº 1 fueran un jugador más. Romero dio ayer 42 pases, apenas uno menos que Mercado, dos menos que Di María y tres menos que Messi (45). Los datos de Opta tienen una explicació­n conceptual. La selección no sólo jugó a partir de su arquero para una eventual salida desde el fondo, también lo buscaron cuando los dirigidos por Tite presionaro­n alto a Otamendi, Maidana y Mercado. Pero además Romero fue la primera alternativ­a de descarga ante cualquier barullo o balón dividido en la zona 2, la intermedia, una forma de resetear la tenencia para empezar de nuevo y con la cancha de frente. Para no concederle posibilida­des de pérdida y contraataq­ue, que igual las tuvo Brasil. Muchas veces presionado o sin margen de maniobra, la efectivida­d de los pases de Romero fue baja, del 64,3 %. Lo que se proyecta es que el arquero, se llame Romero, Guzmán o Rulli, tendrá que estar mucho más concentrad­o todo el partido y para entrar en juego permanente­mente, no sólo para evitar los goles rivales.

Otra particular­idad que se observó fueron las intencione­s de jugar de primera o a dos toques. Y que pueden utilizar tres esquemas tácticos incluso en un mismo partido. Ante Brasil arrancó con el 3-4-2-1, siguió con el 4-2-3-1 y terminó con un 4-1-4-1 cuando ingresó Guido Rodríguez, más allá de que –por momentos–, ni Messi ni Correa fueron el “falso 9”.

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